Prevenir el sinhogarismo con mirada de g¨¦nero
Tras la llegada de la covid-19 hubo trabajadoras dom¨¦sticas que quedaron sin vivienda y sin empleo, pero una iniciativa solidaria les ha ayudado a buscar recursos para salir adelante. La directora de una fundaci¨®n que participa en este proyecto cuenta la experiencia
Mar¨ªa trabajaba como interna en la casa de una persona mayor que muri¨® en la primera oleada de la pandemia de covid-19. Durante unas semanas sobrevivi¨® con los ahorros que ten¨ªa, pero pronto se qued¨® en la calle, sola, sin dinero y con miedo, con mucho miedo. Del d¨ªa a la noche hab¨ªa perdido su empleo y su vivienda.
La llegada del virus, adem¨¢s de evidenciar que no ten¨ªamos capacidad sanitaria para controlarlo, sac¨® tambi¨¦n a la luz situaciones ocultas. Una de ellas es la realidad que sufren las mujeres que, desde el sector de los cuidados, sobreviven en situaciones de precariedad. Son trabajadoras que, a pesar de formar parte de la primera l¨ªnea frente a la covid-19, carecen de acceso a derechos como la sanidad o a unos servicios sociales que leg¨ªtimamente les corresponden.
La pandemia supuso para varias empleadas del hogar como Mar¨ªa la p¨¦rdida del universo en el que subsist¨ªan, con empleos que se encontraban dentro de la econ¨®mica sumergida. Por otra parte, el virus, como hemos visto, tambi¨¦n increment¨® las violencias que ellas viven y provoc¨® la expulsi¨®n de sus hogares. A partir de ah¨ª se empez¨® a generar una nueva situaci¨®n en las grandes ciudades, la de un n¨²mero de mujeres que se ve¨ªan abocadas a vivir en la calle.
Para responder a esa realidad naci¨® en Madrid durante los meses de junio a octubre No Second Night. Se trata de una iniciativa que, adem¨¢s de atender esta emergencia, tiene como objetivo prevenir, algo que muchas veces se olvida al prestar asistencia. Se trata de evitar que pasen una segunda noche en la calle y que se cronifiquen los da?os que supone la sever¨ªsima exclusi¨®n que es no tener techo.
Al menos 52 mujeres se acogieron a la experiencia, pionera en Espa?a y con una larga trayectoria en pa¨ªses anglosajones. Los resultados han sido m¨¢s que interesantes. El perfil de las participantes es muy diverso. Hab¨ªa mujeres de todas las edades, nacionalidades y credos. Les un¨ªa la vulnerabilidad extrema en la que se encontraban. De ellas, un 88% nunca hab¨ªa estado en situaci¨®n de calle, ni hab¨ªa utilizado recursos para personas sin hogar. Todas ellas hab¨ªan vivido diversos tipos de violencias en unos porcentajes aterradores: un 42% hab¨ªa sufrido violencia de pareja; un 27%, violencia sexual y un 17%, violencia intrafamiliar. De ellas, el 92% se encontraba en desempleo y el 78% no ten¨ªa ingresos.
Durante estos meses se ha trabajado con ellas en ocho ejes: violencia, generaci¨®n de redes, formaci¨®n y orientaci¨®n laboral, vivienda, atenci¨®n jur¨ªdica, servicios sociales y econom¨ªa. Y siempre de forma transversal, con perspectiva de g¨¦nero, un aspecto que con las personas sin hogar no se ha contemplado tradicionalmente, como en tantos otros campos. En otras palabras, se busca dotarlas de herramientas para el crecimiento personal y profesional empoder¨¢ndolas, rompiendo con el aislamiento que han sufrido y trabajando en la prevenci¨®n.
La pandemia supuso para varias empleadas del hogar como Mar¨ªa la p¨¦rdida del universo en el que subsist¨ªan, con empleos que se encontraban dentro de la econ¨®mica sumergida
Todo ello ha permitido datos m¨¢s que esperanzadores: el 38% de ellas ha conseguido en tan solo cinco meses, y en mitad de una pandemia, iniciar una vida aut¨®noma y el 54% ha podido generar ingresos. Tras estos alentadores datos se vislumbra un futuro con derechos, con un espacio digno seguro y tranquilo. Por ello, se sigue trabajando con otras mujeres cuidadoras que se han quedado sin casa y que no queremos que acaben en la calle en la compleja situaci¨®n que viven las personas sin hogar. Porque la situaci¨®n de Estado de alarma pas¨®, pero el problema de los hombres y mujeres sin casa persiste.
Hasta el mes de octubre, el proyecto No Second Night fue financiado en su totalidad por el Ayuntamiento de Madrid. Desde entonces, el Consistorio cubre el alojamiento de otro grupo de mujeres sin hogar y la Fundaci¨®n Luz Casanova asume con sus propios fondos el acompa?amiento, la relaci¨®n con los servicios sociales y el proceso de b¨²squeda de empleo. Y lo hacemos porque estamos convencidas, como dec¨ªa Nelson Mandela, de que ¡°debemos usar el tiempo sabiamente y darnos cuenta de que siempre es el momento oportuno para hacer las cosas bien¡±.
Julia Almansa es directora de la Fundaci¨®n Luz Casanova.
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