Salinas, Camacho y Beltrones: el interrogatorio de la Fiscal¨ªa a la c¨²pula del PRI tras el asesinato de Colosio
La Fiscal¨ªa intent¨® averiguar c¨®mo era la relaci¨®n del candidato presidencial con otros miembros del partido y si ten¨ªa enemigos pol¨ªticos
Tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el 23 de marzo de 1994, la Fiscal¨ªa dedic¨® gran parte de sus esfuerzos a investigar el entorno pol¨ªtico del candidato presidencial del PRI. Las pesquisas iban encaminadas a descubrir si hubo alguna venganza de parte de pol¨ªticos heridos, o incluso un plan orquestado para quitarle la candidatura. Los interrogatorios, que se extendieron hasta 1999, incluyeron a...
Tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el 23 de marzo de 1994, la Fiscal¨ªa dedic¨® gran parte de sus esfuerzos a investigar el entorno pol¨ªtico del candidato presidencial del PRI. Las pesquisas iban encaminadas a descubrir si hubo alguna venganza de parte de pol¨ªticos heridos, o incluso un plan orquestado para quitarle la candidatura. Los interrogatorios, que se extendieron hasta 1999, incluyeron al entonces presidente Carlos Salinas de Gortari; a Manlio Fabio Beltrones, que al momento del asesinato era gobernador de Sonora; a Manuel Camacho Sol¨ªs, exfuncionario y entonces comisionado para la paz en Chiapas; a Ernesto Zedillo, coordinador de la campa?a de Colosio y que tomar¨ªa su lugar como candidato tras el magnicidio; Jos¨¦ C¨®rdoba Montoya, que era jefe de la oficina de Salinas, y el expresidente Luis Echeverr¨ªa.
?C¨®mo era la relaci¨®n de Colosio con el presidente Salinas? ?Hubo una ruptura entre ellos? ?En alg¨²n momento alguien le pidi¨® a Colosio renunciar a la candidatura? ?C¨®mo tom¨® el presidente Salinas el discurso de Colosio del 6 de marzo en Ciudad de M¨¦xico? ?Qu¨¦ opinaba Colosio de Camacho? ?El presidente Salinas estaba alentando las aspiraciones de Camacho? ?El presidente Salinas fortalec¨ªa pol¨ªticamente a Camacho y debilitaba al candidato oficial? ?El presidente Salinas consider¨® sustituir a Colosio por Camacho? ?Colosio ten¨ªa enemigos? ?Por qu¨¦ el presidente Salinas le pidi¨® a Beltrones trasladarse de Sonora a Tijuana tras el asesinato?
Muchas de las preguntas planteadas por los fiscales hab¨ªan surgido de intrigas divulgadas por los propios priistas y funcionarios del Gobierno a trav¨¦s de medios de comunicaci¨®n y columnas. Los interrogatorios a la c¨²pula del PRI, cuyas versiones p¨²blicas est¨¢n en la p¨¢gina de la Fiscal¨ªa, muestran que en el ambiente de la ¨¦poca hab¨ªa la creencia de que el presidente Salinas apoyaba subrepticiamente a Manuel Camacho, cuyo protagonismo como negociador de la paz en Chiapas opacaba la campa?a de Colosio.
Las declaraciones de los priistas permiten reconstruir las tensiones en el coraz¨®n del Gobierno de Salinas tras el destape de Colosio como candidato, el 28 de noviembre de 1993, y la protesta de Camacho ¡ªcalificada por Salinas como ¡°berrinche¡±¡ª; la irrupci¨®n del movimiento zapatista en Chiapas el 1 de enero de 1994, que en s¨ª mismo era un cuestionamiento al r¨¦gimen y al PRI, y adem¨¢s pon¨ªa en duda la celebraci¨®n de las elecciones presidenciales, en agosto; las arduas negociaciones de Salinas para reconciliar a Colosio con Camacho y por despejarle el camino al primero; y finalmente, tras el asesinato, c¨®mo todas las miradas acusatorias se volvieron hacia Camacho, que falleci¨® en 2015.
Camacho, el sospechoso
Al funeral de Colosio, en Ciudad de M¨¦xico, lleg¨® Manuel Camacho tras aterrizar de Chiapas. Hab¨ªa pasado un d¨ªa del asesinato. Afuera de la funeraria, un grupo de personas lo esperaba para mostrarle su desprecio. ¡°?Viva Colosio, muera Camacho!¡±, le gritaron. Ning¨²n funcionario del Gobierno de Salinas lo recibi¨®. Nadie quer¨ªa acerc¨¢rsele. En alg¨²n momento, dos personas diferentes acudieron a ¨¦l a comentarle que la viuda de Colosio, Diana Laura Riojas, mandaba decirle que no era bienvenido. ¡°Hab¨ªa visto yo en la televisi¨®n, y de manera sorprendente, por el poco tiempo que hubo, la uniformidad del posicionamiento pol¨ªtico y el quererme atribuir a m¨ª la responsabilidad del crimen¡±, declar¨® Camacho a la Fiscal¨ªa en noviembre de 1996. ¡°Me sorprend¨ª de c¨®mo se estaban manejando los acontecimientos en mi contra, por lo que me pregunt¨¦: ?esto ser¨¢ una conspiraci¨®n en mi contra?¡±.
Camacho dijo que le llam¨® la atenci¨®n haber visto que en Lomas Taurinas, Tijuana, en el mitin donde fue asesinado Colosio, hab¨ªa una manta que dec¨ªa: ¡°Camacho y Marcos te vigilan¡±, una alusi¨®n a ¨¦l mismo y al subcomandante Marcos, el l¨ªder de la guerrilla ind¨ªgena. A Camacho le extra?aba que el equipo del candidato presidencial hubiese permitido que un cartel con tal mensaje permaneciera en el acto de campa?a. ¡°?C¨®mo [pod¨ªa haber] una manta as¨ª, cuando hab¨ªa tal cantidad de vigilantes?¡±, declar¨® Camacho.
Beltrones fue uno de los pol¨ªticos que contribuy¨® a las sospechas sobre el negociador del Gobierno ante los zapatistas. El entonces gobernador de Sonora ¡ªEstado vecino de Baja California¡ª fue el primer miembro del c¨ªrculo cercano del presidente Salinas en estar en Tijuana para dar cuenta del desarrollo de los sucesos tras el homicidio. El pol¨ªtico priista tuvo acceso incluso a Mario Aburto, detenido tras haber disparado contra Colosio. Salinas explic¨® que le pidi¨® a Beltrones ir al lugar porque, seg¨²n declar¨® el presidente, el gobernador de Baja California, el panista Ernesto Ruffo, no estaba en su Estado. Coincidentemente, en la oficina de Beltrones, en Sonora, estaban con ¨¦l el padre y el hermano de Colosio.
El gobernador Beltrones hizo dos afirmaciones que afectar¨ªan la reputaci¨®n de Camacho. La primera, que Aburto, al ser trasladado de Tijuana a Ciudad de M¨¦xico, pidi¨® hablar con el comisionado para la paz en Chiapas. ¡°Estando en las oficinas de la delegaci¨®n en Tijuana de la PGR [Fiscal¨ªa], el subprocurador general de la Rep¨²blica le inform¨® a Diego Valadez [entonces fiscal] que el avi¨®n ya hab¨ªa aterrizado en Ciudad de M¨¦xico y que esa hab¨ªa sido la expresi¨®n de Mario Aburto¡±, declar¨® Beltrones en abril de 1998.
El priista a?adi¨®: ¡°Cuando se dieron los primeros resultados de la investigaci¨®n al procurador Diego Valadez, [le dijeron] que dentro de las pertenencias de Mario Aburto aparec¨ªa un tal¨®n de cheque que ten¨ªa algunas inscripciones en l¨¢piz o pluma con una leyenda que, al parecer, ten¨ªa inscrita la palabra Chiapas, mismo que qued¨® depositado y consignado en el acta respectiva que se levant¨® en ese lugar¡±.
Camacho, que a la postre renunciar¨ªa al PRI y crear¨ªa su Partido de Centro Democr¨¢tico, fue consciente de que, debido a los rumores que lo responsabilizaban del asesinato de Colosio, su ¡°vida pol¨ªtica estaba terminada¡±. Por eso, afirm¨® en su declaraci¨®n, una de las primeras cosas que hizo al salir del funeral, el mismo 24 de marzo, fue hablar con el presidente Salinas y confirmarle que no ten¨ªa intenciones de sustituir al candidato asesinado. Salinas le dijo: ¡°Eso he pensado y coincido plenamente¡±.
Camacho tambi¨¦n quiso que la viuda de Colosio escribiese una carta en la que aclarase a la opini¨®n p¨²blica si ella tambi¨¦n cre¨ªa que ¨¦l era responsable del crimen. ¡°La ¨²nica manera de parar esa embestida contra mi persona ser¨ªa que alguien con autoridad moral la frenara. Y no ve¨ªa yo a ninguna otra persona con esa autoridad que no fuera Diana Laura Riojas¡±, declar¨®. ¡°Esa carta era mi seguro de vida y la protecci¨®n de mi familia¡±. Su petici¨®n, contrario a sus intenciones, fue interpretada como un movimiento desesperado por limpiar su nombre. El comisionado para la paz le pidi¨® al presidente Salinas que fungiera como intermediario de esa petici¨®n. El mandatario lo hizo. Pero la viuda de Colosio no acept¨®. Lo que s¨ª hizo, y que para Camacho fue un gran gesto de humanidad, fue que nunca, ni en p¨²blico ni en privado, lo involucr¨® en el crimen.
1994
Cuando supo que el destapado como candidato presidencial ser¨ªa Colosio, entonces secretario de Desarrollo Social, y no ¨¦l, Manuel Camacho no acudi¨® al arropamiento oficial, haciendo manifiesta su inconformidad con la decisi¨®n de Salinas. Ese solo gesto cal¨® en el grupo de Colosio, integrado por Beltrones y Ernesto Zedillo, que ser¨ªa el coordinador de la campa?a presidencial. Seg¨²n Salinas, la molestia de Camacho era esencialmente que el mandatario no le hubiese llamado antes del anuncio para avisarle que no ser¨ªa ¨¦l el candidato. Seg¨²n el propio Camacho, su molestia no era ¡°en contra de Colosio, sino del grupo de inter¨¦s que estaba detr¨¢s de ¨¦l¡±.
Como consolaci¨®n, Salinas dio a Camacho la Secretar¨ªa de Exteriores. El estallido del conflicto en Chiapas cambi¨® el equilibrio de poderes en el Gobierno, y, de paso, afect¨® gravemente la campa?a presidencial de Colosio: por un lado, el movimiento zapatista era la se?al de una fuerte inconformidad con el r¨¦gimen priista, el presidente y su sucesor; por otro, el comisionado para la paz, Camacho, ten¨ªa una enorme exposici¨®n en los medios. Salinas avis¨® a Colosio, por cortes¨ªa, que har¨ªa ese nombramiento. El candidato protest¨®, pero el presidente mantuvo su voluntad. ¡°Luis Donaldo me alert¨® sobre los riesgos de esa decisi¨®n, apoyado en la reacci¨®n que tuvo Camacho al hecho de que la candidatura presidencial no hab¨ªa reca¨ªdo en su persona¡±, declar¨® Salinas. En lo que s¨ª cedi¨® el mandatario fue en la petici¨®n de Colosio de que, al menos, no le diese a Camacho la Secretar¨ªa de Gobernaci¨®n.
El anuncio del nuevo comisionado para la paz se dio el 9 de enero de 1994, un d¨ªa antes del inicio de la campa?a de Colosio, en Hidalgo. ¡°Ni para el licenciado Colosio, ni para ninguno de sus colaboradores cercanos, incluy¨¦ndome a m¨ª por supuesto, fue grato dicho nombramiento, ni mucho menos los t¨¦rminos en que se hizo¡±, declar¨® Zedillo, ya siendo presidente de la Rep¨²blica, en abril de 1999. ¡°Pensamos que hab¨ªa sido una decisi¨®n muy desafortunada del licenciado Salinas, que ser¨ªa aprovechada por el licenciado Camacho en funci¨®n de sus ambiciones pol¨ªticas muy personales¡±. El propio Salinas declarar¨ªa en noviembre de 1996, a dos a?os de haber dejado la presidencia: ¡°El tiempo me ha permitido concluir que result¨® equivocado darle a Manuel Camacho aquella responsabilidad en un momento tan delicado¡±.
Zedillo sostuvo que Camacho era capaz de ¡°atemorizar al presidente¡±, de quien dijo que ten¨ªa ¡°una evidente debilidad de car¨¢cter ante los desplantes de su comisionado¡±. Entre el grupo colosista, y en un sector del PRI, comenz¨® a anidar la sospecha de que no era Camacho quien se sal¨ªa del reba?o, sino que Salinas subrepticiamente lo apoyaba, con miras a sustituir a Colosio con el comisionado en la candidatura presidencial. Adem¨¢s, el hecho de que el encargo de Camacho como emisario en Chiapas fue honorario ¡ªes decir, no era oficialmente un empleado del Gobierno ni recib¨ªa un sueldo¡ª, se interpret¨® como una medida para proteger su acceso legal a la candidatura, y como una prueba m¨¢s de una acci¨®n concertada. Se habl¨® de una ¡°Campa?a contra la campa?a¡±.
Salinas, que tambi¨¦n estuvo bajo sospecha de la opini¨®n p¨²blica por el maginicidio, intent¨® despejar los nubarrones de duda. ¡°Hasta el momento de su muerte hice ver con claridad y firmeza, en p¨²blico y en privado, que para m¨ª no hubo m¨¢s candidato que Luis Donaldo Colosio¡±, dijo en su declaraci¨®n. Ante los fiscales, el presidente no escatim¨® en lamentos y expresiones de dolor por el asesinato de Colosio, al que llamaba amigo. El 27 de enero de 1994, Salinas hab¨ªa convocado a la c¨²pula del PRI y, dejando de lado la investidura presidencial, pregon¨® su apoyo a Colosio (all¨ª dijo su famoso dicho: ¡°No se confundan, el candidato es Luis Donaldo¡±).
Marzo, la crisis y la paz
Los intentos de Salinas por derrumbar la idea de que apoyaba a Camacho trajeron consecuencias en su relaci¨®n. ¡°Yo no pod¨ªa estar pensando en que iba a ser candidato sustituto despu¨¦s de lo que hab¨ªa vivido en el destape anterior. Yo no ten¨ªa duda. Yo no era el hombre de Salinas¡±, dijo Camacho a los fiscales. ¡°Hab¨ªa razones muy poderosas para que no pudiera haber una confianza ya completa entre nosotros dos. Ni ¨¦l la iba a tener ni yo se la pod¨ªa tener¡±.
Entre enero y marzo, Salinas le exigi¨® a Camacho que dejara de ser ambiguo y que declarase p¨²blicamente que no quer¨ªa ser candidato. ¡°El presidente me exigi¨® que hiciera esa declaraci¨®n. Me amenaz¨® si no la hac¨ªa. Le dije que yo por esa fuerza no me iba a doblar y que yo estaba dispuesto a hacerlo, pero no en las condiciones que se me quer¨ªan imponer, sobre todo despu¨¦s del trabajo que hab¨ªamos hecho para frenar la guerra en Chiapas¡±, dijo Camacho.
El 6 de marzo, en el Monumento a la Revoluci¨®n, Colosio pronunci¨® un discurso que pas¨® a la posteridad. El candidato hizo una cr¨ªtica al r¨¦gimen y una promesa de transici¨®n democr¨¢tica. All¨ª pronunci¨® un enunciado muy recordado: ¡°Yo veo un M¨¦xico con hambre y sed de justicia¡±. A Salinas le preguntaron los fiscales si hab¨ªa interpretado ese discurso como una afrenta. El presidente dijo que no, que incluso conoci¨® el discurso la noche anterior, que el propio Colosio se lo hab¨ªa enviado.
El 11 de marzo, Camacho convoc¨® a una conferencia. Los periodistas esperaban que anunciara una candidatura independiente. Rayando en la ambig¨¹edad, de nuevo, Camacho dijo que se iba a mantener como ¡°un factor que empujara la transici¨®n a la democracia¡±. Las especulaciones continuaron. Por fin, el 17 de marzo, Camacho y Colosio tuvieron una reuni¨®n, facilitada por Salinas.
Las versiones de lo que ocurri¨® en esa reuni¨®n son muy diferentes. ¡°El licenciado Colosio lo sintetiz¨® en una frase, que extern¨® en tono amable. Me dijo: ¡®Ya ve c¨®mo es Manuel; me dediqu¨¦ a escuchar¡±, cont¨® Salinas. Zedillo relat¨®: ¡°Solo me respondi¨® en un tono ir¨®nico que Camacho no ten¨ªa remedio¡±. Camacho se?al¨® que el encuentro fue excelente. Dijo que Colosio entend¨ªa que su ambici¨®n no era la candidatura, sino colaborar en la transici¨®n democr¨¢tica del pa¨ªs. ¡°Me propuso que yo ocupara el cargo electoral que yo quisiera, o que le dijera qu¨¦ posici¨®n querr¨ªa yo. Estaba abierto y deseoso de un compromiso pol¨ªtico personal. Le contest¨¦ que yo no estaba buscando un cargo pol¨ªtico, que se lo agradec¨ªa¡±, dijo Camacho. ¡°Al final me pregunt¨®: entonces, si no quieres un cargo, Manuel, ?qu¨¦ quieres? [¡] Me propuso que entre ¨¦l y yo hici¨¦ramos una alianza estrat¨¦gica para hacer posible la transici¨®n a la democracia. El ofrecimiento no pod¨ªa ser m¨¢s claro; fue contundente¡±.
Seg¨²n el relato de Camacho, esa apertura de Colosio fue crucial para lo que hizo despu¨¦s. El 22 de marzo, un d¨ªa antes del asesinato, Camacho por fin dijo p¨²blicamente y con toda claridad que no quer¨ªa ser candidato presidencial. Salinas estaba satisfecho. Habl¨® con Colosio y le pidi¨® tener una deferencia con Camacho. El candidato, ese mismo d¨ªa, le llam¨® a Camacho para agradecerle. Estaba feliz. ¡°Me dijo que le demostraba yo lo que ¨¦l siempre hab¨ªa pensado, que era su amigo, su gran amigo. Me dijo que todo estaba resuelto, que entre los dos har¨ªamos grandes cosas por el pa¨ªs¡±, cont¨® Camacho.
En la llamada que tuvo con Salinas, Colosio y el presidente acordaron que, a su regreso de la gira por el norte del pa¨ªs, se reunir¨ªan para cenar. ¡°La tragedia impidi¨® esa celebraci¨®n. Varios d¨ªas despu¨¦s, en una de las visitas que hice a su viuda, me mostr¨® en su casa el vino que Luis Donaldo hab¨ªa dispuesto para esa cena. Nuestra tristeza era may¨²scula¡±, relat¨® Salinas. El 23 de marzo, desde Tijuana, Colosio habl¨® con Zedillo, su coordinador de campa?a. El candidato estaba contento. Los meses turbulentos hab¨ªan terminado.
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