Anatom¨ªa del asesinato de Colosio: los pasos del segundo sospechoso y la operaci¨®n para liberarlo
Los testimonios recabados tras el homicidio permiten reconstruir el papel del agente Jorge Antonio S¨¢nchez Ortega en Lomas Taurinas y c¨®mo el Cisen despleg¨® un operativo para rescatar a uno de sus hombres
El agente de inteligencia Jorge Antonio S¨¢nchez Ortega vio descender al candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio, de un avi¨®n en el Aeropuerto Internacional de Tijuana, en el Estado fronterizo de Baja California. Afuera de las instalaciones lo esperaban 1.500 personas con carteles de apoyo a su candidatura. Eran alrededor de las tres de la tarde del 23 de marzo de 1994. El agente S¨¢nchez Ortega, de 32 a?os, vio al pol¨ªtico priista avanzar con dificultad entre la gente. Colosio se subi¨® a una camioneta negra para dirigirse al barrio de Lomas Taurinas, a unos 13 minutos de distancia. El veh¨ªculo del candidato fue seguido por una caravana de autos, de acompa?antes y agentes de seguridad. Nacido en Sinaloa y avecindado en Tijuana, el agente no vio en ese momento ¡°ning¨²n hecho anormal¡± que pusiera en riesgo la integridad f¨ªsica de Colosio, ¡°ni se observ¨® a alg¨²n sospechoso¡±. Los problemas vendr¨ªan poco despu¨¦s, en Lomas Taurinas, cuando S¨¢nchez Ortega, salpicado con la sangre de Colosio, fuese detenido y puesto bajo custodia.
El agente S¨¢nchez Ortega, que trabajaba desde hac¨ªa siete meses para el Centro de Investigaci¨®n de Seguridad Nacional (Cisen), el ¨®rgano de inteligencia y espionaje del Gobierno priista, rindi¨® ante la Fiscal¨ªa su primera declaraci¨®n como sospechoso al d¨ªa siguiente del magnicidio. En el documento, que forma parte de la carpeta de investigaci¨®n iniciada hace tres d¨¦cadas, el agente detalla que recibi¨® el mismo 23 de marzo, tres horas antes del arribo de Colosio a la ciudad fronteriza, la instrucci¨®n de ¡°estar presente e informar oportunamente¡± sobre las actividades pol¨ªticas del candidato, hacer un registro de los veh¨ªculos que llegasen, echar un vistazo al tipo de asistentes. El agente afirma que Alejandro Ibarra Borb¨®n, subdelegado del Cisen en Tijuana, fue quien lo comision¨® a esas labores de inteligencia junto a su compa?ero Mois¨¦s Aldana P¨¦rez, que tambi¨¦n comparecer¨ªa ante la Fiscal¨ªa como testigo.
Las declaraciones de los dos agentes del Cisen, y la de un integrante del cuerpo de seguridad personal de Colosio, Rafael L¨®pez Merino, ayudan a reconstruir la cr¨®nica del instante en que el candidato fue asesinado. Los testimonios tambi¨¦n muestran que el Cisen ¡ªrenombrado ahora como Centro Nacional de Inteligencia (CNI)¡ª emprendi¨® una operaci¨®n para liberar al agente S¨¢nchez Ortega momentos despu¨¦s de su captura, como ha se?alado la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica (FGR) en la nueva acusaci¨®n que ha presentado ante el juez y en la que derriba la teor¨ªa de que Mario Aburto, el ¨²nico detenido por el magnicidio, actu¨® en solitario.
Cr¨®nica de un instante
S¨¢nchez Ortega y Aldana P¨¦rez se dividieron las tareas. El primero dar¨ªa cobertura a Colosio en el aeropuerto, mientras que el segundo enfilar¨ªa hacia Lomas Taurinas para estar en el punto del mitin antes de la llegada del candidato del PRI. S¨¢nchez Ortega cuenta que no sigui¨® a Colosio cuando este abandon¨® el aeropuerto, sino que tom¨® en su auto patrulla una ruta diferente. Al llegar a Lomas Taurinas, aparc¨® a 700 metros del mitin, y se apost¨® a 20 metros del candidato. Busc¨® a su compa?ero y no lo encontr¨®.
Lomas Taurinas era un asentamiento irregular de unas 15.000 personas, donde viv¨ªan principalmente familias de trabajadores de las maquiladoras. Un r¨ªo de aguas negras corr¨ªa paralelo a la calle por la que lleg¨® Colosio, alrededor de las cuatro de la tarde. Treinta hombres conformaban la guardia personal del candidato presidencial: 15 estaban en el barrio; la otra mitad se hab¨ªa desplegado en el Club Campestre, el segundo evento de campa?a en el orden del d¨ªa. Colosio avanz¨® saludando a los asistentes, hasta que lleg¨® a una camioneta pick-up negra. Se encaram¨® en la parte trasera del veh¨ªculo, que us¨® como plataforma para dar su discurso, que dur¨® cinco minutos. Antes de ¨¦l hubo otros cuatro oradores, l¨ªderes locales, que hablaron unos 20 minutos. Hab¨ªa unos 3.500 simpatizantes congregados.
El agente S¨¢nchez Ortega cuenta que se alej¨® del candidato para buscar a su compa?ero Aldana P¨¦rez. Con su estatura de 1,65 metros, tuvo que buscar una loma para ver mejor entre la gente. Luego le dio hambre y entr¨® a una escuela a comprar comida, ¡°toda vez que el acto pol¨ªtico no terminaba¡±. Cuando Colosio concluy¨® su discurso y se ech¨® a andar, en medio del barullo de gente y la m¨²sica a todo volumen, el agente comenz¨® a acercarse. A 200 metros, ¡°observ¨® que hab¨ªa movimientos anormales¡±. Se encontr¨® a su compa?ero, que le dijo que, al parecer, hab¨ªa habido una balacera. S¨¢nchez Ortega declar¨® no haber escuchado disparo alguno por la distancia a la que se encontraba y por el volumen de la m¨²sica.
El otro agente, Aldana P¨¦rez, estaba a 10 metros, y ¨¦l s¨ª que escuch¨® una detonaci¨®n. Aldana declar¨® que encontr¨® a su compa?ero hasta la salida del evento. Uno de los elementos de la guardia personal de Colosio, L¨®pez Merino, declar¨® que estaba a tres metros, del lado trasero izquierdo del candidato, cuando oy¨® una detonaci¨®n, y casi inmediatamente ¡°una detonaci¨®n m¨¢s¡±. Vio a Colosio tirado en el suelo y lo cubri¨® con su propio cuerpo. La gente hu¨ªa. Dos de sus compa?eros hab¨ªan ¡°derribado a un individuo de chamarra negra, y en ese momento ca¨ªa junto a ellos un arma tipo rev¨®lver¡±. La gente comenz¨® a arremolinarse en torno al detenido, Mario Aburto, con tanta fiereza que daba la impresi¨®n de que quer¨ªan lincharlo, seg¨²n declar¨® Aldana.
El agente S¨¢nchez Ortega quiso reportar lo sucedido a la Central de Informaci¨®n del Cisen en Tijuana, dependiente de la Secretar¨ªa de Gobernaci¨®n (Segob), pero su radio transmisor no serv¨ªa. Hab¨ªa mala se?al. Aldana P¨¦rez tambi¨¦n tuvo problemas de comunicaci¨®n y tuvo que buscar un punto elevado para hallar recepci¨®n. S¨¢nchez Ortega se dirigi¨® a su patrulla para usar la radio del veh¨ªculo. En el trayecto, seg¨²n declar¨®, vio llegar la camioneta de Colosio y una ambulancia. El candidato herido era cargado por varias personas. El agente se acerc¨® a metro y medio y vio que Colosio ten¨ªa la cabeza cubierta con su propia camisa y que la sangre le escurr¨ªa hasta el pecho. Lo subieron a la ambulancia, que siguieron varios veh¨ªculos.
Entonces pas¨® algo que cambiar¨ªa la suerte del agente. ¡°[S¨¢nchez Ortega] desea aclarar que, al tratar de acercarse al licenciado Colosio, alguna de las personas que ah¨ª se encontraban haciendo el traslado del herido le manch¨® de sangre la manga izquierda de la chamarra de color blanco que ten¨ªa puesta el de la voz, no habi¨¦ndose percatado de ello¡±, seg¨²n asienta la declaraci¨®n que le tomaron en la Fiscal¨ªa. Fue a su patrulla a hacer el reporte del suceso a la Central. Alcanz¨® a contactar a su jefe, el subdelegado del Cisen, Ibarra Borb¨®n, cuando unos polic¨ªas municipales que pasaban cerca vieron que ten¨ªa sangre en la ropa. Le pidieron interrumpir su transmisi¨®n, bajar del veh¨ªculo e identificarse. Luego lo esposaron a la puerta de su auto patrulla, a la espera del arribo de polic¨ªas pertenecientes a la Fiscal¨ªa estatal.
Lo llevaron a las instalaciones de la Polic¨ªa Judicial. All¨ª le hicieron una prueba de rodizonato de sodio para determinar si hab¨ªa disparado un arma. En la hoja de la declaraci¨®n no consta el resultado de ese examen. El agente S¨¢nchez Ortega asegur¨® que no llevaba armas y que, de hecho, no lo ten¨ªa permitido para el desempe?o de sus labores de inteligencia. Dijo que hac¨ªa dos a?os que no disparaba una pistola. No obstante, la prueba de p¨®lvora dar¨ªa positivo, una de las principales pruebas utilizadas por la Fiscal¨ªa tres d¨¦cadas despu¨¦s para acusarlo del crimen.
Estando bajo custodia de los polic¨ªas judiciales, a S¨¢nchez Ortega lo carearon con Mario Aburto, que hab¨ªa sido capturado instantes despu¨¦s del asesinato de Colosio. El agente del Cisen dijo que no lo conoc¨ªa y que era la primera vez que lo ve¨ªa. Tambi¨¦n le presentaron a Vicente Mayoral Valenzuela, un polic¨ªa municipal que tambi¨¦n fue se?alado como participante del crimen.
La Fiscal¨ªa se?ala ahora que varios testimonios dan cuenta de que el agente estuvo exactamente en el sitio y en el momento del magnicidio, y no a una distancia lejana, como lo declar¨® S¨¢nchez Ortega. Adem¨¢s, la FGR aduce el estudio que dio positivo a la presencia de p¨®lvora en sus manos. ¡°Un gran n¨²mero de testimoniales se?alan al acusado en el lugar de los hechos, al momento de los disparos, del cual huy¨®, y niegan que ¨¦l haya ayudado a transportar a la v¨ªctima¡±, ha indicado la Fiscal¨ªa.
Salvando al agente S¨¢nchez
El agente de investigaci¨®n Mois¨¦s Aldana P¨¦rez supo que su compa?ero hab¨ªa sido detenido por polic¨ªas municipales a trav¨¦s de su radio transmisor. Aldana recibi¨® de inmediato instrucciones de Ibarra Borb¨®n, el subdelegado del Cisen, de que ¡°se avocara a resolver el problema de la detenci¨®n de S¨¢nchez Ortega¡±, seg¨²n dijo en su declaraci¨®n al d¨ªa siguiente del asesinato de Colosio.
Aldana acudi¨® a la sede de la Polic¨ªa Judicial de Baja California, donde le dijeron que se trasladara a la Comandancia del Segundo Sector. El agente consult¨® con su jefe, Ibarra, qu¨¦ deb¨ªa hacer. Este le dio luz verde, ¡°orden¨¢ndole que se trasladara [a ese lugar] y verificara algunos otros datos que se relacionaran con los hechos¡±. El agente Aldana recibi¨® de un comandante, primero, la indicaci¨®n de que el caso de S¨¢nchez Ortega lo ver¨ªa personalmente el procurador (fiscal) del Estado. Luego, el mismo comandante le dijo que la Fiscal¨ªa estatal hab¨ªa decidido transferir el asunto a la FGR, para que esa instancia resolviera sobre ¡°la situaci¨®n jur¨ªdica¡± del agente detenido.
Aldana avis¨® a Ibarra de la situaci¨®n. El superior jer¨¢rquico ¡°le indic¨® al declarante que el delegado del Cisen ven¨ªa en camino con un grupo de personas de la Secretar¨ªa de Gobernaci¨®n para avocarse a los hechos suscitados¡±, por lo que le pidi¨® a Aldana apartarse y dejar el trabajo en manos de los funcionarios enviados. La Fiscal¨ªa General sostiene ahora que esa comitiva de funcionarios estaba encabezada por Genaro Garc¨ªa Luna, que entonces era subdirector de Operaciones del Cisen y ten¨ªa la misi¨®n de ¡°rescatar¡± a S¨¢nchez Ortega, ¡°encubrirlo y sacarlo de Tijuana de manera urgente y subrepticia¡±. Garc¨ªa Luna se convertir¨ªa a?os despu¨¦s en el titular de la Secretar¨ªa de Seguridad P¨²blica y en el zar de la estrategia de combate a los c¨¢rteles de la droga. El a?o pasado fue enjuiciado en Estados Unidos y declarado culpable de narcotr¨¢fico. Un nuevo cargo en M¨¦xico se suma a la lista de delitos que se le atribuyen.
A casi 30 a?os del magnicidio que sacudi¨® a M¨¦xico; de la muerte de un pol¨ªtico carism¨¢tico que promet¨ªa una profunda reforma del rancio sistema pol¨ªtico; del asesinato que envolvi¨® en una densa bruma de sospecha a la c¨²pula del partido en el poder, el pa¨ªs sigue buscando respuestas. Viejas versiones se retoman y se reciclan; nuevos pliegues se revelan. Los partidos de la oposici¨®n acusan a Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador de desempolvar el caso Colosio para ganar cr¨¦dito electoral, a pocos meses de los comicios presidenciales. Un fantasma ronda la pol¨ªtica desde hace tres d¨¦cadas. No es el espectro de un muerto, sino de un vivo que camina y se niega a callar. El de la verdad.
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