Eterna injusticia con el gatopardo
No es la novela, sino la idea err車nea que nos hemos hecho de 谷l: alguien que se camufla para que los cambios le resulten favorables o para que los cambios no lo cambien a 谷l ni a su entorno
Quiz芍 no exista un mejor ejemplo de las tensiones entre la forma y el fondo, de las relaciones el芍sticas pero irrompibles entre la est谷tica y la moral que habitan al interior de una obra, que El Gatopardo.
Rechazada por varias editoriales 〞Mondadori culp車 a un lector de manuscritos, mientras Einaudi, en la carta que envi車 al autor, asever車 que, aunque era una novela seria y honesta, no dejaba de ser lenta y com迆n, llena de estereotipos〞, la obra de Tomasi di Lampedusa se convirti車, desde el comienzo, en un desaf赤o.
Ya lo sabemos: los escritores, como sucede con los artista...
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Quiz芍 no exista un mejor ejemplo de las tensiones entre la forma y el fondo, de las relaciones el芍sticas pero irrompibles entre la est谷tica y la moral que habitan al interior de una obra, que El Gatopardo.
Rechazada por varias editoriales 〞Mondadori culp車 a un lector de manuscritos, mientras Einaudi, en la carta que envi車 al autor, asever車 que, aunque era una novela seria y honesta, no dejaba de ser lenta y com迆n, llena de estereotipos〞, la obra de Tomasi di Lampedusa se convirti車, desde el comienzo, en un desaf赤o.
Ya lo sabemos: los escritores, como sucede con los artistas y m迆sicos, alcanzan las grandes innovaciones, sean en el campo de la 谷pica, en el de la l赤rica o en ambos a un mismo tiempo 〞promoviendo la c車pula entre asuntos que a veces se cree que no deben mezclarse〞 mucho antes que los editores, los acad谷micos o los cr赤ticos 〞las primeras rese?as de El Gatopardo no difer赤an de los argumentos de Einaudi〞.
No quiero, sin embargo, atacar innecesariamente 〞o no solo〞 a quienes he se?alado: tambi谷n el grueso de los escritores que compart赤an 谷poca con Lampedusa, as赤 como la mayor赤a de los lectores que se acercaron a la novela en un primer momento, reaccionaron con desconfianza, incredulidad y, sobre todo, extrav赤o ante esa historia que buscaba atrapar, como hace el 芍mbar con los insectos, los signos y las manifestaciones de algo tan imprevisto como inevitable: los cambios de 谷poca.
Un objetivo tan ambicioso como el del autor palermitano 〞antes de cumplir los sesenta a?os y tras una vida marcada por la lectura pero no por la escritura〞, lo llev車 a ser, 谷l, quien quedar赤a atrapado en el 芍mbar. Y es que El Gatopardo, adem芍s de consagrar un cambi車 de 谷poca, es esa persecuci車n y es esa b迆squeda en tiempo real: cada vez que uno se pierde entre sus palabras, sin importar cu芍ndo lo haga, las formas se transforman y nos transgreden, como sucede con la moral de la obra.
No es extra?o, por esto, que as赤 como en su momento y durante los a?os posteriores a su publicaci車n 〞suceso que debemos agradecer a la tozudez de Elena Croce, hija del famoso historiador, as赤 como a la terquedad del escritor Giorgio Bassani, a quien Giangiacomo Feltrinelli contratara como editor〞 El Gatopardo fue acusado de ser un libro de izquierdas, por la derecha, y de ser un libro de derechas, por la izquierda, al tiempo que era se?alada como una obra decimon車nica, por los modernos, y como una obra moderna, por los decimon車nicos, durante los siguientes sesenta a?os, continuara arrastrando y generando esas mismas confusiones.
Y es que a迆n hoy la lectura del libro de Lampedusa depara, entre lectores avezados, entre editores y cr赤ticos orgullosos de s赤 mismos y entre escritores 〞no s車lo aquellos que yacen atrapados en el pasado o aquellos que se aferran al presente como si 谷ste existiera, tambi谷n aquellos que se complacen en el onanismo, m芍s cabal赤stico que literario, que asevera "yo soy el futuro"〞, demasiadas confusiones, porque demasiadas son sus inc車gnitas y demasiadas sus innovaciones 〞谷stas ser赤an, para colmo, muchas m芍s si el manuscrito que conocemos fuera el que dej車 su autor y no el que tanto se ha manoseado: en la versi車n de Lampedusa hab赤a, por ejemplo, largos fragmentos en verso, as赤 como un pasaje en el que la historia era contada por un coro de voces〞.
Ahora bien, m芍s all芍 de todo lo que El Gatopardo nos sigue ense?ando en materia de t谷cnica: una nueva forma para la literatura fragmentaria; un arco distinto para la elipsis, o una arquitectura en la cual, en el horizonte, no est芍 la intuici車n sino la evocaci車n, y m芍s all芍, tambi谷n, de todo lo que nos sigue ense?ando en cuanto a la forma y al fondo como una sola materia: la posibilidad de escribir en torno a un vac赤o, en lugar de hacerlo siempre en torno a un hecho; la capacidad que tienen los silencios de iluminar, como el rel芍mpago de Benjamin, aquello que para las palabras es s車lo intuici車n, o la idea de que los sucesos no deben subrayar nunca una idea, sino que deben tacharla, quiero abundar en lo que la obra nos sigue ense?ando en materia de fondo.
Hablar, pues, de aquello que la novela de Lampedusa sigue y seguir芍 diciendo 〞quiz芍 para siempre, como hacen las obras mayores〞 sobre la moral de una 谷poca y la de una obra〞: la moral como idea monol赤tica no existe, porque toda 谷poca se erige sobre diversas morales, as赤 como toda obra debe reposar, a su vez, sobre morales distintas〞. Tratar谷, para ser lo m芍s claro posible, de escarbar en esta idea, a trav谷s de una frase que incluso quienes nunca han le赤do El Gatopardo identifican: "si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie", asevera Tancredi, el sobrinazo de Don Fabrizio, pr赤ncipe de Salina y protagonista del libro, hacia el comienzo de 谷ste.
Y es que es en torno de esta frase, de lo que dice literalmente pero, sobre todo, de lo que esconde, que la obra crece, se complejiza y deja de ser una simple novela hist車rica para volverse una novela en la historia: once palabras son suficientes para que Lampedusa inserte en su gota de 芍mbar tanto la moral que sostuvo el pasado del reino como aquella que parece prometer un futuro distinto y esa otra que define un presente inmutable, al tiempo que desnuda las diversas morales de los personajes del libro: la certeza de Tancredi, al final, es la inquietud de Don Fabrizio y el espejo de Garibaldi.
En este sentido, la moral de Tancredi, que busca legitimar el enga?o como suceso revolucionario y que ha confundido a tantos lectores, suscitando lecturas err車neas y aseveraciones vac赤as, se enfrenta con la moral de Don Fabrizio, que, en aquella frase citada, en lugar de envolver el enga?o, envuelve el sinsentido: en la historia no existen los cortes de caja, porque no existe el progreso, tanto como se enfrenta a la de aquellos que se niegan al cambio y a la de aquellos que lo anhelan.
El gatopardo, ya no la novela, sino la idea que nos hemos hecho de un gatopardo 〞alguien que se camufla para que los cambios le resulten favorables o para que los cambios no lo cambien a 谷l ni a su entorno〞, es total y radicalmente injusta. Porque no es el gatopardo, sino Tancredi 〞y otros como 谷l〞, quien act迆a en nombre de esa moral oportunista y mutable. Tancredista, deber赤amos decir, en lugar de gatopardista.
Don Fabrizio, el gatopardo, es lo opuesto al tancredista, pues al negar su adhesi車n a los cambios, niega la necesidad de fingirlos: para 谷l, el cambio s車lo sucede en la superficie, pues el fondo siempre es el mismo. En uno de los sonetos que quedar赤an fuera de la novela, escribe: "Pero no. Por un peque?o desag邦e / secreto se dispersa el bien guardado; / in迆til fluye y solo un vano y necio / brillo en la grava lo delata".
Despu谷s contin迆a: "Lento baja el nivel y va mostrando / todo lo que de sucio, letal y viscoso / hay en el fondo: cieno, vermes y espasmo". Don Fabrizio es un estoico, lo opuesto, pues, de su sobrino acomodaticio. Uno es la piel 〞aquella cuyo camuflaje sirvi車 a las confusiones, aunque nunca se hable de esta〞 y el otro es la bestia atrapada debajo 〞cuyo temple y fiereza, a pesar de ser se?alada, ha sido obviada por tantos〞.
En otro fragmento que tampoco figura en la novela, Lampedusa expone a los tancredistas, esos "militantes de la muy rentable franja de la extrema izquierda de la extrema derecha", asevera, para luego poner como ejemplo a los nobles reconvertidos en diputados y a los nuevos administradores, que prometen "improbables edificios escolares y bandos que anuncian no menos ficticias alcantarillas".
Y ahora, resulta la injusticia que se ha cometido contra el gatopardo, quiz芍 valga la pena poner algunos ejemplos de tancredismo, para reafirmar esta figura a partir de hoy y para siempre: ?se acuerdan de los empresarios que apoyaron el desafuero y acabaron, catorce a?os despu谷s, cenando con AMLO y con Trump? Pues esos son tancredistas.
Como tambi谷n son tancredistas 〞igual que aquellos poetas que cantaban al rey con la misma emoci車n que "al barbudo Vulcano"〞, esos intelectuales que firman desplegados en nombre de una democracia cuyo objetivo es que todo sea como es.
Para los tancredistas, para su moral, los cambios y las transformaciones ※no son m芍s que un paliativo que prometa durar otros cien a?os§.
La moral de Don Fabrizio, en cambio, asevera: "la felicidad es perseguir un objetivo, aunque no lo alcancemos".
Por eso Don Fabrizio tambi谷n asegura: ※s車lo tenemos derecho a odiar lo que es eterno§.