El presidente no necesita quien le escriba
El libro ¡®A mitad de camino¡¯, de L¨®pez Obrador, despierta una mezcla de respeto, iron¨ªa e incluso cr¨ªtica, pero no de aburrimiento. Como suele suceder con todo lo que hace y dice este mandatario
Un presidente que escribe libros ciertamente no es garant¨ªa de nada. Jos¨¦ L¨®pez Portillo (1976-1982) probablemente haya sido, al menos en t¨¦rminos formales, el mandatario mexicano m¨¢s ¡°culto¡± y sin duda un orador consumado, pero en el ¨¢nimo de muchos ciudadanos le disputar¨ªa a Vicente Fox (2000-2006), el menos ilustrado de todos ellos, la penosa distinci¨®n de ser el peor presidente mexicano de la ¨¦poca moderna. Las muchas o las pocas letras no parecen ser un factor decisivo para ejercer el complicado oficio de gobernar.
Es frecuente que los exmandatarios se den el tiempo para escribir s...
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Un presidente que escribe libros ciertamente no es garant¨ªa de nada. Jos¨¦ L¨®pez Portillo (1976-1982) probablemente haya sido, al menos en t¨¦rminos formales, el mandatario mexicano m¨¢s ¡°culto¡± y sin duda un orador consumado, pero en el ¨¢nimo de muchos ciudadanos le disputar¨ªa a Vicente Fox (2000-2006), el menos ilustrado de todos ellos, la penosa distinci¨®n de ser el peor presidente mexicano de la ¨¦poca moderna. Las muchas o las pocas letras no parecen ser un factor decisivo para ejercer el complicado oficio de gobernar.
Es frecuente que los exmandatarios se den el tiempo para escribir sus memorias sobre el ejercicio en el poder, lo cual no es de extra?ar porque tiempo es algo que suele sobrar a losex inquilinos de Los Pinos. Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y Felipe Calder¨®n (2006-2012), dos presidentes derrotados por sus sucesores, ofrecieron a?os despu¨¦s de concluir su gesti¨®n sendos vol¨²menes en el vano intento de demostrar que la historia no la escriben los vencedores. No lo consiguieron a juzgar por el hecho de que sus textos transcurrieron sin pena ni gloria.
Lo que no es frecuente es que los presidentes escriban sus memorias en el transcurso de su propio sexenio, como lo est¨¢ haciendo Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. Hace unos d¨ªas comenz¨® a circular su texto A la mitad del camino (editorial Planeta) una suerte de balance o corte de caja al cumplirse tres a?os de los seis que estar¨¢ en Palacio Nacional.
Se trata en realidad de una obra ¡°a mitad de camino¡± entre informe de acciones y programas, valoraci¨®n hist¨®rica de lo realizado y memorias personales de su paso por el poder.
Es esta ¨²ltima parte en la que me gustar¨ªa detenerme porque, a mi juicio, ofrece interesantes pinceladas de la compleja personalidad de este luchador social devenido en presidente y l¨ªder moral. Por lo dem¨¢s, la parte de reporte administrativo y pol¨ªtico que contiene el libro constituye una versi¨®n ampliada del informe oficial que present¨® durante su tercer informe de Gobierno.
De entrada habr¨ªa que decir que la pluma de L¨®pez Obrador posee la fluidez que otorga la autor¨ªa de 15 libros anteriores. Lleva rato publicando a raz¨®n de un texto por a?o. Y si bien podr¨ªa argumentarse la naturaleza desigual del conjunto de su obra, el ejercicio continuo ha dejado claramente un manejo del oficio. Incluso los p¨¢rrafos destinados a la descripci¨®n de obras y acciones de gobierno, corrosivos para cualquier estilo literario, se dejan leer gracias a un trazo claro y llano, sin ser simple.
Las partes m¨¢s interesantes son aquellas en las que el presidente habla en primera persona y abandona el plural ¡°nosotros¡± t¨ªpico de los informes de Gobierno (hicimos, construimos, consideramos). El tono confesional se agradece incluso en p¨¢rrafos que dan cuenta de tareas administrativas: ¡°Ahora les cuento la historia de las c¨¢rceles de lujo y las jugosas ganancias privadas¡±, comienza diciendo, y luego describe las risas espont¨¢neas que provoc¨® en la reuni¨®n del Gabinete de Seguridad la negativa de las empresas particulares que gestionan las prisiones para entregar al presidente cualquier informaci¨®n aduciendo motivos de ¡°seguridad nacional¡±.
Quiz¨¢ lo m¨¢s morboso, que siempre se agradece en unas memorias, reside en algunos entretelones de su relaci¨®n con Donald Trump. Seguir¨¢ siendo un misterio, por m¨¢s racionalizaciones que hagamos, los motivos que llevaron al explosivo y hostil neoyorquino a convertirse en amigo de un personaje de or¨ªgenes tan dis¨ªmbolos. El relato de dos o tres pasajes muestran la posici¨®n ant¨ªpoda de los dos mandatarios a pesar de lo cual construyeron una relaci¨®n de mutuo provecho que conjur¨® serias amenazas en contra de M¨¦xico.
El 21 de marzo de 2020 L¨®pez Obrador llam¨® a Trump para pedirle que, por motivos del coronavirus, se eliminaran temporalmente las comisiones cobradas por las remesas enviadas a M¨¦xico. ¡°Recuerdo que todav¨ªa no terminaba de redondear mi propuesta cuando ya estaba ¨¦l casi gritando ¡®?No, no, no!¡¯. Aclaro que hasta entonces jam¨¢s hab¨ªa pronunciado ante m¨ª la palabra muro, pues era un asunto impl¨ªcitamente vetado en nuestras conversaciones. Sin embargo, en esa ocasi¨®n me dijo que en lo que estaba pensando era en lo contrario, es decir, en aumentar las comisiones por remesas para pagar el muro. Por suerte, sin mi lentitud acostumbrada ¡ªporque, como se sabe, no hablo de corrido¡ª, record¨¦ r¨¢pidamente algo que hab¨ªa sucedido d¨ªas antes y le contest¨¦, con mucho respeto y cuidado que, en realidad, ¡®hablando en plata¡¯, el muro no serv¨ªa de nada; le mencion¨¦ que el Ej¨¦rcito mexicano acababa de descubrir un t¨²nel bien construido desde Tijuana a San Diego, California, que pasaba frente, casi por debajo, de la aduana estadounidense. Inclusive le ofrec¨ª enviarle con un propio el material audiovisual. La verdad es que no aguant¨® la risa y me replic¨® que no pod¨ªa conmigo. Ni ¨¦l ni yo continuamos con el tema de las comisiones y del muro y se acab¨® en buen plan la comunicaci¨®n, quedando vigente el pacto de silencio sobre el famoso muro¡±.
Lo extra?o de la relaci¨®n con Trump es que, por lo que puede advertirse de los comunicados descritos por L¨®pez Obrador, este nunca dej¨® de ser ¨¦l mismo en sus tratos con alguien que se autodefine como un c¨ªnico, ventajoso e implacable negociador. Las argumentaciones personales del presidente mexicano para disuadir a su colega apelando a la fraternidad universal y al amor de los pueblos debe haberle parecido de un candor desarmante, por lo visto. L¨®pez Obrador describe la carta apurada que escribi¨® una noche, y con la ayuda de su esposa, en la v¨ªspera de que Estados Unidos sancionara a M¨¦xico con tarifas comerciales adicionales en represalia por su porosa pol¨ªtica migratoria. En esta carta el mexicano presenta lo que a su juicio eran argumentos inapelables. El lema ¡°Estados Unidos primero, es una falacia porque hasta el fin de los tiempos, incluso, por encima de las fronteras nacionales, prevalecer¨¢n la justicia y la fraternidad universales¡ No creo en la Ley del Tali¨®n, en el ¡®diente por diente¡¯ ni el ¡®ojo por ojo¡¯ porque, si a esas vamos, todos nos quedar¨ªamos chimuelos o tuertos¡ estamos obligados a buscar soluciones pac¨ªficas a las controversias y a llevar a la pr¨¢ctica, por siempre, el bello ideal de la no-violencia¡±.
En realidad solo se vieron una vez en persona y tampoco esa ocasi¨®n estuvo exenta del riesgo de un encontronazo entre dos universos tan distantes. Durante la gira de L¨®pez Obrador a Washington, para la firma de la ratificaci¨®n del tratado comercial, la delegaci¨®n mexicana sufr¨ªa por anticipado ante el riesgo de que Trump aprovechara las ceremonias para mencionar el muro o humillar de alguna manera al visitante. ¡°Desde que sal¨ª en la ma?ana¡±, relata L¨®pez Obrador, ¡°llevaba en la bolsa de adentro del saco el poema del gran poeta cubano Nicol¨¢s Guill¨¦n que se titula La Muralla. Ten¨ªa pensado que si el presidente Trump hablaba del muro, iba yo a improvisar y leer el texto bell¨ªsimo¡±. Un poema musicalizado por Silvio Rodr¨ªguez que habla de abrir la muralla al coraz¨®n del amigo, al mirto y la hierbabuena, al ruise?or en la flor. ¡°Afortunadamente, no fue necesario usar ese misil; el presidente Trump continu¨® comport¨¢ndose como todo un caballero¡±, concluye L¨®pez Obrador. Y uno no puede menos que imaginar cu¨¢l podr¨ªa haber sido la reacci¨®n del estadounidense ante semejante ¡°misil¡±.
Un pasaje al borde del candor, que como muchos otros de este libro de L¨®pez Obrador, despiertan una mezcla de respeto, iron¨ªa e incluso cr¨ªtica, pero no de aburrimiento. A la mitad de camino no es la excepci¨®n, como suele suceder con todo lo que hace y dice este presidente.
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