Geopol¨ªtica de la mezquindad
Trasladar el endurecimiento de fronteras a los l¨ªmites entre M¨¦xico y Guatemala representa para la Casa Blanca una medida vicaria para paliar el problema de la migraci¨®n sin pagar la factura pol¨ªtica
La crisis que enfrenta Joe Biden y la tragedia que vive Hait¨ª han puesto a M¨¦xico contra la pared. El humanismo y el nacionalismo nunca han sido buenos compa?eros; algunos ¡°ismos¡± pueden congeniar entre s¨ª, pero por lo general se estorban unos a otros. El amor que se dispensa en funci¨®n de un pasaporte, suele ser mezquino con el resto de la especie humana.
Los mexicanos estamos atrapados justo en esta perversa paradoja. La dura disyuntiva que supone elegir entre los intereses nacionales inmediatos y la solidaridad tantas veces prometida frente a millones de seres humanos desesperados. Abrir fronteras a los que piden refugio por hambrunas, persecuciones pol¨ªticas y raciales, violencia y otras calamidades nunca ha sido una medida popular entre los ciudadanos de un pa¨ªs anfitri¨®n. Lo vive Europa con los refugiados sirios y Colombia y Ecuador con oleadas de angustiados venezolanos.
M¨¦xico no ha sido particularmente bondadoso con los migrantes procedentes de Centroam¨¦rica. El calvario y las tragedias que nuestros vecinos del sur enfrentan al cruzar nuestro territorio constituye una p¨¢gina negra en la historia geopol¨ªtica local, por no hablar simplemente de una traici¨®n a la decencia misma.
Tampoco se trata de satanizar unilateralmente. Las autoridades y la sociedad civil podr¨ªan haber hecho mucho m¨¢s para evitar que el crimen organizado y los canallas se cebaran en contra de los m¨¢s desvalidos entre los desvalidos. Pero tambi¨¦n es cierto que es inmoral acusar de inmoralidad desde la comodidad de la Ciudad de M¨¦xico a los habitantes del sureste, que observan la invasi¨®n de parques y banquetas por parte de oleadas de seres humanos desesperados, con todo lo que eso conlleva. Ya no digamos a las autoridades locales, crecientemente intolerantes, al ser desbordadas y llevadas a situaciones insostenibles, pese a que ni siquiera hab¨ªan sido capaces de responder a las necesidades de sus electores.
Esto no es privativo de M¨¦xico, insisto. Con matices est¨¢ sucediendo en diversas zonas del planeta. Lo novedoso o singular de nuestra situaci¨®n es que a esta mezquindad ¡°natural¡±, justificable o no pero real, que lleva a cerrarse frente al sufrimiento ajeno, M¨¦xico ha comenzado a recibir un perverso bono. Una especie de premio al ego¨ªsmo.
Joe Biden se encuentra en un atolladero y est¨¢ desesperado por salir de ¨¦l. En las ¨²ltimas semanas pas¨® de un nivel de aprobaci¨®n del 49% a 41%, y su desplome amenaza con convertirse en ca¨ªda libre. Los expertos lo atribuyen mayormente a tres fen¨®menos. Uno, la desastrosa salida de Afganist¨¢n, sobre lo cual ya nada puede hacerse salvo esperar que el tema desaparezca de la agenda, cosa que suceder¨¢ poco a poco. Dos, la persistencia de la tercera ola de la covid-19, a contrapelo de los augurios optimistas del Gobierno federal; aunque el hecho de que se concentre en Estados republicanos y zonas de resistencia a la vacuna, ofrece un campo de batalla para construir una narrativa defensiva. Y tres, el incremento acelerado de la migraci¨®n producto de la desolaci¨®n econ¨®mica provocada en nuestros pa¨ªses por el coronavirus, pero en parte tambi¨¦n como resultado del desmantelamiento, real y presunto, de las pol¨ªticas anti inmigrantes de Trump. Y si bien no es del todo cierto tal desmantelamiento, los generosos planteamientos de Biden al arranque de su Gobierno ofrecen a los conservadores plenas municiones para responsabilizarlo del ¡°asalto de los hispanos¡± a sus fronteras.
Los dos primeros factores, Afganist¨¢n y la covid-19, tendr¨ªan fecha de caducidad a mediano plazo, no as¨ª el tercero que habr¨¢ de convertirse en la punta de lanza en la intentona de los republicanos para regresar al poder. Los factores que provocan la expulsi¨®n de mexicanos, caribe?os y centroamericanos a Estados Unidos dif¨ªcilmente van a cambiar en los pr¨®ximos dos o tres a?os. Tampoco las presiones sobre la Casa Blanca. Una situaci¨®n de perder-perder para Biden, porque endurecer fronteras le llevar¨ªa a imitar a Trump y a malquistarse con su propia base social; pero ser percibido como el art¨ªfice de un muro poroso podr¨ªa costarle la reelecci¨®n.
Justo es en este punto en donde el Gobierno mexicano se convierte en un aliado estrat¨¦gico. Trasladar el endurecimiento de fronteras a los l¨ªmites entre M¨¦xico y Guatemala representa para la Casa Blanca una medida vicaria para disminuir los flujos migratorios y paliar el problema, sin pagar la factura pol¨ªtica. En estos momentos, la presi¨®n sobre el Gobierno de la 4T es inmensa, aunque no agresiva; por el contrario, se trata de una constelaci¨®n de incentivos que para L¨®pez Obrador constituir¨¢n ox¨ªgeno puro.
El mandatario mexicano est¨¢ urgido de levantar la econom¨ªa, recuperar los empleos perdidos y generar los faltantes para darle una oportunidad a su promesa seminal de aliviar la pobreza cr¨®nica del pa¨ªs. Pero la inversi¨®n privada y en general la econom¨ªa nacional han perdido fuelle, despu¨¦s de un moment¨¢neo rebote, y amenazan con estancarse; en tales circunstancias la reactivaci¨®n sostenida solo puede proceder de la posibilidad de hacerse de un mordisco mayor de la recuperaci¨®n econ¨®mica que experimenta Estados Unidos. En los ¨²ltimos d¨ªas AMLO ha insistido en el potencial de M¨¦xico para sustituir las f¨¢bricas estadounidenses que se encuentran en suelo asi¨¢tico, particularmente en China. Un argumento que ahora encuentra o¨ªdos extraordinariamente blandos en la Casa Blanca.
La cruel realidad que enfrenta el Gobierno mexicano, en teor¨ªa comprometido con los desvalidos, le lleva ahora a traicionar la causa de los haitianos, los seres humanos m¨¢s necesitados de ayuda en el hemisferio occidental. No se trata de crucificar en particular al jefe de Estado mexicano o sacar raja pol¨ªtica; al margen de posiciones ideol¨®gicas cualquier otro presidente estar¨ªa haciendo lo mismo. Incluso habr¨ªa que reconocer la insistencia de AMLO en la necesidad de invertir y llevar progreso en las zonas de origen de los migrantes y su deseo de involucrar a Estados Unidos en la tarea. Pero, evidentemente, se trata de estrategias de largo plazo. Por lo pronto, esto es lo que es. Los haitianos han sido v¨ªctimas de todos los infiernos posibles y no hay limbo en que puedan refugiarse o aliviar sus penas dentro de su propio pa¨ªs. Las autoridades mexicanas pretenden que el territorio nacional, y por extensi¨®n el norteamericano, no se conviertan en ese limbo. Los incentivos ofrecidos a cambio, podr¨ªan ser inmensos. Lo dicho, la Realpolitik apesta.
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