Solares, la novela, la historia y el padre del PRI
A L¨®pez Obrador le quedan 14 meses en Palacio Nacional, y a partir de octubre de 2024 quiz¨¢ alg¨²n heredero de Ignacio Solares pueda mezclar, con puntualidad y solvencia narrativa, la historia de este sexenio
Muri¨® la semana pasada Ignacio Solares (1945). Tuvo una vida prol¨ªfica como autor, y una muy variada experiencia como funcionario cultural. Pasar¨¢ a la historia, en parte, como un escritor de obras sobre o con personajes de la Revoluci¨®n.
Solares har¨¢ falta justo en el momento en el que el sexenio cabalga a su prueba m¨¢xima.
Si el actual presidente se asume como un instalador de una era no solo nueva sino heredera directa de la Revoluci¨®n -y de la Independencia y la Reforma, se entiende-, qu¨¦ bueno habr¨ªa sido atestiguar el cambio sexenal teniendo a mano al autor de El jefe M¨¢ximo, novela sobre ya saben qui¨¦n, para preguntarle en torno al prometido retiro de L¨®pez Obrador de la pol¨ªtica en 2024.
El destino quiso otra cosa, pero nos quedan los libros de Solares para desentra?ar dudas.
En estos recortes semanales de historia, tra¨ªdos al presente como ayuda de memoria, la entrega de hoy comienza centrando a la Revoluci¨®n, el gran tema del narrador juarense.
En febrero de 1992, al rese?ar La noche de ?ngeles (editorial Diana), otro cl¨¢sico de Solares, Sergio Gonz¨¢lez Rodr¨ªguez public¨® en Nexos que ¡°nuestra guerra civil ha cobijado los mejores entrecruzamientos de la historia, la pol¨ªtica y la literatura, y conforme pasa el tiempo y m¨¢s parecen agotadas sus fuentes tem¨¢ticas, surgen libros que recuperan una materia primigenia en la que se quisiera desentra?ar el acertijo de la cat¨¢strofe en que a veces se sit¨²a al presente¡±.
El fallecido Gonz¨¢lez Rodr¨ªguez, cr¨ªtico cultural y por supuesto ¨¦l mismo un gran escritor, agregaba en esa rese?a que ¡°consciente del peso cultural que encarna el movimiento revolucionario, en La noche de Angeles Ignacio Solares recircula esa sustancia narrativa y entonces su novela cobra la bondad de los buenos folletones, de las historias inolvidables en sobremesa de familia, del tejido fino y personal de la Historia, el de los ¡®individuos ¨²nicos e irrepetibles¡±.
Solares escribi¨® en efecto sobre irrepetibles como Felipe ?ngeles, Francisco I. Madero y Plutarco El¨ªas Calles. Y en torno a su m¨¦todo para abordar la historia de esos hombres y sus circunstancias, la periodista cultural Dora Luz Haw (Reforma 06/2011) apunta a prop¨®sito de la publicaci¨®n de El jefe M¨¢ximo (que originalmente fue una exitosa obra de teatro) que Solares le coment¨® en una entrevista que ¡°la ventaja del novelista es que puede llenar con imaginaci¨®n los huecos de la historia¡±, y que sin embargo ¡°quiso ser muy puntual en los datos ver¨ªdicos, a fin de no traicionar los sucesos reales, por lo que algunos cap¨ªtulos son ficcionados, mientras que otros se asemejan al g¨¦nero ensay¨ªstico¡±.
A?os antes, en noviembre de 1994 en un texto de Hern¨¢n Lara Zavala para el mismo Reforma, se consigna que, no obstante, esa ventaja del novelista de llenar ¡°con la imaginaci¨®n los huecos que deja la historia¡± es relativa en nuestro pa¨ªs porque ¡°a veces la realidad te sobrepasa¡±. ¡°Creo que la realidad es mucho m¨¢s ins¨®lita que cualquier cosa que se pueda imaginar un escritor, sobre todo trat¨¢ndose de pol¨ªtica y muy especialmente de la pol¨ªtica en M¨¦xico¡±.
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El resultado de su t¨¦cnica fue aplaudido por la cr¨ªtica. Como queda evidenciado en estos dos fragmentos de rese?as publicadas en la revista Vuelta sobre sendas obras de Solares.
¡°Solares recrea la Decena Tr¨¢gica destacando con trazos r¨¢pidos y firmes los actos de sus protagonistas¡±, dice Jorge Brash en noviembre de 1989 sobre Madero, el otro (Joaqu¨ªn Mortiz, 1989). ¡°Hay momentos especialmente logrados: la traici¨®n y martirio que padece Gustavo Madero, la rendici¨®n del general Bernardo Reyes en Linares y su asalto delirante y suicida, pat¨¦tico y grandioso a Palacio Nacional; las discusiones de Madero con Zapata, matizadas de admiraci¨®n y recelo, y que m¨¢s tarde se extinguir¨¢n para ceder su puesto a la indignaci¨®n y el rencor del caudillo sure?o.
¡°Tras la sublevaci¨®n sofocada por el general Villar, el ¨²ltimo acto militar de Madero, cuando encabeza a los alumnos del Colegio Militar desde Chapultepec a Palacio, resplandece en dos p¨¢ginas que plasman la dudosa promesa de un triunfo de baraja junto al ag¨¹ero nefasto que conforma la sustituci¨®n de Villar, reci¨¦n herido, con Victoriano Huerta, quien maquina ya el golpe definitivo¡±.
¡°La prosa de Solares, segura y correcta, no desde?a el giro localista y es veh¨ªculo adecuado a un relato que evita con igual fortuna el paneg¨ªrico fervoroso y la descripci¨®n escueta y fr¨ªa. Este otro acercamiento a Madero favorece tanto a la literatura como a la historia de M¨¦xico¡±.
Por su parte, Jos¨¦ Ricardo Chaves en mayo de 1993 analiza La noche de ?ngeles (Diana, 1991) de esta forma:
¡°Madero y ?ngeles son h¨¦roes escritos con pasi¨®n, inteligencia y sensibilidad por un autor, Solares, que, no obstante trabajar con el respaldo de una gran investigaci¨®n bibliogr¨¢fica y period¨ªstica, no subordina la palabra a la historia. Fiel a la f¨®rmula de Borges de que importa m¨¢s lo simb¨®licamente verdadero que lo hist¨®ricamente exacto, el autor sabe que est¨¢ escribiendo una novela y no una biograf¨ªa. Para ¨¦l, la historia est¨¢ m¨¢s cerca de la vaguedad del sue?o que de la cronometr¨ªa de la m¨¢quina, ¡®porque, en fin, lo que importa es el halo que dejan los hechos, m¨¢s que los hechos mismos¡¯. Ante el boom de cierta prosa(ica) period¨ªstica disfrazada de novela hist¨®rica, bien vale deslindar el rigor y la calidad de la empresa narrativa de Solares¡±.
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Una t¨¦cnica a la que Solares recurri¨® con frecuencia fue a escribir di¨¢logos a partir de supuestos encuentros o momentos espiritistas. Mucho se ha publicado sobre eso.
Con ayuda de tal recurso, que tambi¨¦n le trajo dolores de cabeza con los herederos de El¨ªas Calles, en El jefe M¨¢ximo pone a hablar al difunto ?lvaro Obreg¨®n con el tambi¨¦n fundador del Partido Nacional Revolucionario, al que ya retirado de la pol¨ªtica atormentan sus fantasmas.
En este momento, en el que -citando a Solares- qu¨¦ novelista nos iba a profetizar que la primera vez que el PRI, nieto del PNR callista, tendr¨ªa candidato presidencial prestado ser¨ªa una persona del cat¨®lico PAN, vale la pena reproducir parte del di¨¢logo entre el anticlerical Calles y Obreg¨®n incluido casi al final de El jefe M¨¢ximo:
-Bueno, con decirte que fund¨¦ un nuevo partido pol¨ªtico.
-?T¨² fundaste un nuevo partido pol¨ªtico? Nunca te vi tama?os como para hacerlo.
-El Partido Nacional Revolucionario, para encauzar nuestra lucha y acabar con aquello de que en M¨¦xico los presidentes se hacen a balazos. La paz era vital para el progreso. (¡) Despu¨¦s de tu muerte y las circunstancias que la rodearon, cualquier cosa podr¨ªa suceder en el pa¨ªs, y la m¨¢s viable era un golpe de Estado. Por eso el golpe lo di yo, pero pol¨ªtico. Como te dec¨ªa, dej¨¦ la investigaci¨®n y el juicio de tu asesino a los obregonistas, busqu¨¦ un presidente interino que fuera civil y declar¨¦ que, en efecto, contigo se hab¨ªa ido el ¨²ltimo caudillo.
-As¨ª que el ¨²ltimo caudillo. Como quien dice, me diste el tiro de gracia. Cu¨¦ntame c¨®mo lo dijiste, Plutarco.
Calles hablaba lentamente, eligiendo las palabras.
-M¨¢s o menos as¨ª ¨Cy subi¨® el tono de voz, como si dijera un discurso-. No hay personalidad de relieve, con el suficiente arraigo en la opini¨®n p¨²blica y la fuerza personal y pol¨ªtica para merecer, por su solo nombre y su prestigio, la confianza en general.
-Estupendo. ?Y luego?
-?Sigo?
-?Claro! No sabes qu¨¦ curiosidad tengo por o¨ªr ese discurso.
Calles hablaba, enf¨¢tica y lentamente, muy engolado.
-No necesito recordarles c¨®mo han estorbado los caudillos al desarrollo de otras fuerzas nacionales a las que pudiera recurrir el pa¨ªs en sus crisis externas o internas. Y tampoco necesito recordarles c¨®mo imposibilitaron o retardaron esos caudillos el desarrollo pac¨ªfico de M¨¦xico; evoluci¨®n en que los hombres y los gobernantes no fueran sino meros accidentes sin importancia real al lado de la serenidad perpetua y augusta de las instituciones y de las leyes.
-Sopas. As¨ª que estorb¨¦ el desarrollo de M¨¦xico. ?Qu¨¦ m¨¢s?
En los ojos de Obreg¨®n hab¨ªa un brillo inquietante. Calles continu¨® como si no lo hubiera escuchado, a¨²n m¨¢s enf¨¢tico.
-Bien hubiera podido, de no prohib¨ªrmelo mi conciencia y mi raz¨®n, envolver en supuesta utilidad p¨²blica una decisi¨®n de continuismo. No lo he hecho y hoy aseguro que nunca, por ning¨²n motivo y en ninguna circunstancia, volver¨¦ a ocupar la silla presidencial¡ (¡)
Vivimos una oportunidad quiz¨¢s ¨²nica en la historia de M¨¦xico. Esa oportunidad debe permitirnos, va a permitirnos¡ -sonr¨ªe-. ?Te das cuenta el matuz, ?lvaro? Sigo: va a permitirnos orientar definitivamente la vida pol¨ªtica del pa¨ªs por rumbos de una verdadera vida institucional, procurando pasar, de una vez por todas, de la condici¨®n hist¨®rica del M¨¦xico de un solo hombre a la de una naci¨®n de instituciones y leyes¡ (citado de la versi¨®n kindle de editorial Alfaguara, 2011)
***
Novelista e historiador, al arranque de este gobierno Solares dijo en febrero de 2019 a Yanireth Israde, de Reforma, que ¡°no puede un Presidente programarse para hacer historia, porque las circunstancias lo pueden rebasar, pueden las estrellas no estar a su favor. Creo que es un poco pretencioso y no puede saber hasta d¨®nde llegar¨¢; pienso que es mucho mejor ver d¨®nde va llegando uno conforme avanza en el camino¡±.
A L¨®pez Obrador le quedan catorce meses en Palacio Nacional, y a partir de octubre de 2024 quiz¨¢ alg¨²n heredero de Solares pueda mezclar, con puntualidad y solvencia narrativa, la historia de este sexenio y el halo que del mismo se desprender¨¢ en la posteridad.
Descanse en paz don Ignacio, y saludos a los esp¨ªritus.
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