El rescate que Acapulco merece
Tres propuestas para reconstruir anteponiendo el bien com¨²n y no los designios del alto empresariado
El descontrol, la falta de experiencia y poca creatividad est¨¢n ocasionando que la reconstrucci¨®n de Acapulco sea guiada por los designios del alto empresariado. Esto debe cambiar de inmediato.
El Acapulco que antepone los designios del alto empresariado ya lo conocemos: es el que exist¨ªa hasta antes de Otis. Es el Acapulco que era el municipio con m¨¢s pobres extremos de todo el pa¨ªs, con m¨¢s familias sin vivienda digna y que ...
El descontrol, la falta de experiencia y poca creatividad est¨¢n ocasionando que la reconstrucci¨®n de Acapulco sea guiada por los designios del alto empresariado. Esto debe cambiar de inmediato.
El Acapulco que antepone los designios del alto empresariado ya lo conocemos: es el que exist¨ªa hasta antes de Otis. Es el Acapulco que era el municipio con m¨¢s pobres extremos de todo el pa¨ªs, con m¨¢s familias sin vivienda digna y que era una ciudad tan desigual como el pa¨ªs africano de Mozambique, de acuerdo con cifras del Coneval.
La reconstrucci¨®n de Acapulco debe anteponer el bien com¨²n al del alto empresariado y para ello propongo tres acciones concretas.
Primero, los beneficios fiscales deben tener condiciones. Hasta ahora, los beneficios fiscales han sido dise?ados para apoyar a cualquier contribuyente de la zona de desastre, independientemente de lo que construya. Esto me parece un error.
El Estado debe aprovechar esta oportunidad para reconstruir un Acapulco nuevo. Uno en donde haya (a) mejor urbanizaci¨®n, (b) apego a la reglamentaci¨®n y al uso de suelo y (c) materiales resistentes a futuros huracanes. Los incentivos fiscales son un mecanismo perfecto para lograrlo, si se condicionan a ser recibidos por quienes contribuyan a estos tres objetivos.
Para lograrlo, se debe crear con urgencia un nuevo plan de urbanizaci¨®n de la zona metropolitana de Acapulco y condicionar los incentivos fiscales a quienes lo sigan. El nuevo plan de urbanizaci¨®n deber¨¢ reubicar a personas que habitan en zonas de riesgo, crear m¨¢s vivienda social, ampliar el espacio p¨²blico, mejorar el sistema de drenaje, desarrollar vialidades que permitan el transporte p¨²blico y respetar la regulaci¨®n de frentes de playa. Por ejemplo, ning¨²n hotel que en violaci¨®n de la regulaci¨®n haya privatizado la playa, debe recibir un incentivo fiscal para levantar construcciones irregulares de nuevo.
Segundo, se debe crear un ingreso universal y empleos temporales. Hasta ahora, los beneficios fiscales y cr¨¦ditos est¨¢n mayormente destinados a empresas formales. Esto es insuficiente porque en Acapulco el 60% de la poblaci¨®n labora en la informalidad.
El Gobierno debe desarrollar un plan de ingreso universal que se extienda a la totalidad de las familias en la zona de desastre. Hasta ahora, solo el 46% de los hogares de la zona reciben un programa social. Y programas de empleo temporal para la reconstrucci¨®n subsidiados con dinero p¨²blico. Un plan de diversificaci¨®n econ¨®mica fuera del turismo es urgente para la regi¨®n.
Finalmente, se debe ser firme ante la extorsi¨®n empresarial. Recientemente, se public¨® un texto que sugiere que, si no se permite que las aseguradoras eviten el pago de IVA por 170.000 millones de pesos (cantidad que actualmente est¨¢ en litigio fiscal), las aseguradoras no podr¨¢n ayudar a tiempo a Acapulco.
El texto parece sugerir una forma de extorsi¨®n donde las aseguradoras condicionan su actuar al resultado de un litigio fiscal. Esto es inaceptable. El SAT debe continuar sin dejarse amedrentar. Condonar 170.000 millones de d¨®lares es equivalente a rescatar a la industria de seguros. En estas condiciones, el ¨²nico rescate debe ser a Acapulco.
Estas tres propuestas que hago son pro-empresariales y pro-desarrollo. Un Acapulco mejor urbanizado ser¨¢ un Acapulco con mayor atractivo tur¨ªstico, m¨¢s resiliencia y trabajadores m¨¢s productivos. En el largo plazo, mi propuesta es un ganar-ganar, aun si en el corto plazo har¨¢ que la reconstrucci¨®n tome un poco m¨¢s de tiempo.
Por supuesto que el alto empresariado debe ser escuchado por el Gobierno. Pero el Gobierno no debe olvidar que el alto empresariado es uno de muchos grupos de inter¨¦s. Tampoco se debe asumir que el alto empresariado representa al empresariado general de Acapulco. Las herramientas que le funcionan al alto empresariado, no necesariamente le funcionan al resto.
Esta es una oportunidad de oro para crear un nuevo Acapulco que le funcione a todos.
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