#EsBertha: Alcalde ser¨¢ ministra
La elecci¨®n de la nueva integrante del m¨¢ximo tribunal demostrar¨¢ si la propuesta del presidente entra?aba estrategia o castigo
En teor¨ªa, los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Naci¨®n deber¨ªan permanecer en su encargo durante 15 a?os. Al menos eso mandata la Constituci¨®n desde aquella reforma enviada por Ernesto Zedillo al Senado tan solo cuatro d¨ªas despu¨¦s de asumir la presidencia. Antes, el cargo era vitalicio. La reforma de 1994 ¡ªmentada por algunos como un golpe de Estado a la Suprema Corte¡ª no solo marc¨® una modificaci¨®n en la duraci¨®n del cargo, tambi¨¦n introdujo un sistema de sucesi¨®n escalonado para los 11 ministros existentes. Dos ministros concluir¨ªan su mandato cada tres a?os iniciando en el 2003, mientras que los ¨²ltimos tres lo har¨ªan en el 2015. Los nombramientos subsiguientes ser¨ªan efectuados por el presidente en turno y ratificados por las dos terceras partes de los senadores presentes. Este dise?o persegu¨ªa un doble prop¨®sito: preservar la estabilidad del tribunal al evitar sustituciones en bloque y, al tiempo, facilitar la adaptaci¨®n gradual del m¨¢ximo tribunal a los cambios pol¨ªticos. Rocas s¨®lidas en un r¨ªo que fluye.
En este escenario, durante su mandado, al presidente L¨®pez Obrador le correspond¨ªa nombrar a tres ministros, pero, como ya es costumbre, la fortuna le sonri¨®. Cay¨® de pie. Las renuncias de Eduardo Medina Mora y de Arturo Zald¨ªvar ¡ªambas envueltas en controversias por su presunta ilegalidad al no cumplir con la causa grave establecida por la Constituci¨®n como requisito que habilita la renuncia¡ª han generado desequilibrios. Al concluir el periodo de gobierno de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, el hoy presidente habr¨¢ designado a dos ministros m¨¢s de los que inicialmente hab¨ªa presupuestado Zedillo.
Legal o no, la renuncia de Arturo Zald¨ªvar como ministro de la Corte fue aceptada por el presidente y validada por el Senado. Sus posibles sustitutas iniciales, Bertha Alcalde, Lenia Batres y Mar¨ªa Estela R¨ªos, abandonaron la banca y se alistaron para la acci¨®n. Integraron la primera de las dos posibles ternas que pod¨ªa enviar el presidente al Senado para su aprobaci¨®n. Llovieron golpes y sombrerazos: la terna fue blanco de intensas cr¨ªticas y desaprobaci¨®n. Las dos primeras candidatas son cuestionadas por sus conexiones familiares con altos funcionarios de la llamada cuarta transformaci¨®n. En cuanto a la tercera, su elegibilidad como ministra se encontraba claramente limitada por su cargo como consejera jur¨ªdica de la presidencia, una restricci¨®n insalvable desde una perspectiva constitucional. El presidente ni se inmut¨®; no suele gobernarse por preocupaciones ajenas.
Strike Uno. Despu¨¦s de una notable comparecencia de Bertha Alcalde ante la Comisi¨®n de Justicia del Senado y otras dos ¡ªser¨¦ amable¡ª menos convincentes de sus contrincantes, la votaci¨®n en la c¨¢mara de Senadores no alcanz¨® a formar humo blanco. Se necesit¨® una nueva terna. Dos de las tres aspirantes originales aparecieron de nuevo. Er¨¦ndira Cruz Villegas ¡ªdirectora jur¨ªdica de la Secretar¨ªa de Cultura¡ª fue convocada al terreno de juego en sustituci¨®n de la consejera jur¨ªdica de la presidencia. Un ligero respiro. Un paso m¨¢s en el camino hacia la designaci¨®n: si la segunda terna es rechazada nuevamente, ocupar¨¢ el cargo la persona de la ¨²ltima terna que designe L¨®pez Obrador. No habr¨¢ necesidad de suplicar por gui?os ni espaldarazos.
Con la informaci¨®n disponible, la soluci¨®n ¨®ptima para el Senado ser¨ªa seleccionar a la persona m¨¢s id¨®nea de la segunda terna; a quien mejor cumpla con criterios de idoneidad, experiencia y competencia. Eso o permitir que el presidente elija libremente.
Ojal¨¢ la pol¨ªtica entendiera de ¨®ptimos.
Bastante tinta ha corrido para se?alar la afinidad pol¨ªtica de las integrantes de ambas ternas con el movimiento encabezado por L¨®pez Obrador. Es p¨²blico y notorio que comparten las perspectivas pol¨ªticas del presidente. ?Desd¨¦n o habilidad pol¨ªtica? El nombramiento de ministros de la Corte es, ha sido y ¡ªa menos que reformemos la Constituci¨®n para a?adir criterios de elegibilidad adicionales¡ª seguir¨¢ siendo un acto pol¨ªtico. Aqu¨ª radica la justificaci¨®n de los nombramientos escalonados. Recordemos nombramientos anteriores como el de Fernando Franco, subsecretario del trabajo con Fox, o el de Ortiz Mena que, aunque tuvo un breve ba?o de pureza trabajando en la OEA antes de ser ministro, fue abogado litigante en favor del PAN. ?Ya olvidamos que el ministro Laynez fue procurador fiscal de Pe?a Nieto? ?O que Medina Mora, adem¨¢s de ser amigo de Pe?a Nieto, hab¨ªa sido embajador de M¨¦xico en Reino Unido? Nada nuevo bajo el sol: cada presidente nombra ministros con el objetivo de cimentar el legado pol¨ªtico que anhela duradero. Sorprendidos quedaron solo quienes esperaban ver nieve en verano.
El aspecto inquietante en la designaci¨®n de perfiles pol¨ªticos para la Corte, una pr¨¢ctica nada extraordinaria, es la aparente incompatibilidad entre afinidad ideol¨®gica e independencia judicial. Esa preocupaci¨®n no es nueva; el constituyente la imagin¨® antes al otorgar a los ministros garant¨ªas de estabilidad institucional como la duraci¨®n de su encargo, protecci¨®n contra remociones arbitrarias y seguridad salarial. Estas garant¨ªas de estabilidad fueron precisamente las que permitieron a Zald¨ªvar ¡ªministro nombrado por Felipe Calder¨®n¡ª encarar al expresidente en casos significativos como el de la Guarder¨ªa ABC y el de Florence Cassez.
Bertha Alcalde Luj¨¢n es hermana de la Secretaria de Gobernaci¨®n. Su madre, con quien comparte nombre, fue secretaria general de Morena y contralora general del Distrito Federal en tiempos de la jefatura de Gobierno de L¨®pez Obrador. Su padre, Arturo, es abogado laboralista y asesor sindical. Ella ha ejercido como abogada y trabajado en la reforma del sistema de justicia penal, en instituciones de seguridad y en la Cofepris. Es, sin temor a equivocarme, el perfil que encarna de manera equilibrada los criterios de idoneidad requeridos para vestir de toga. Lo normal es que sea designada ministra en los pr¨®ximos d¨ªas.
De ser el caso, Bertha Alcalde deber¨¢ sostener lo manifestado en su comparecencia: ser leal a la Constituci¨®n independientemente de su afiliaci¨®n pol¨ªtica. Alguna garant¨ªa nos da de ello su posici¨®n respecto a la idoneidad de la figura de prisi¨®n preventiva oficiosa. Su actitud ante esta figura controvertida es abiertamente disidente con la posici¨®n del presidente que la propone. La trascendencia de esto no es trivial. M¨¦xico se enfrenta a un escenario dual. Por un lado, experimenta uno de los momentos m¨¢s prometedores en su historia econ¨®mica reciente. Por otro, se vislumbra el probable triunfo de Morena en las elecciones del a?o pr¨®ximo, lo que se traducir¨ªa en mayor¨ªas en el Congreso para el partido del presidente. En ese contexto, es imperativo contar con un sistema judicial que opera conforme a la ley y que no est¨¢ influenciado por intereses pol¨ªticos.
La pelota de la designaci¨®n de la pr¨®xima ministra de la Suprema Corte no ha tocado el suelo. Caer¨¢ en los pr¨®ximos d¨ªas y trascender¨¢ la mera selecci¨®n de un nombre. La elecci¨®n de la nueva integrante del m¨¢ximo tribunal demostrar¨¢ si la propuesta del presidente entra?aba estrategia o castigo. Una estrategia calculada para consolidar su proyecto de naci¨®n con respeto a las instituciones, o si fue una forma de castigo hac¨ªa aquel poder que, al no adaptarse al cambio estacional del obradorismo, actu¨® como su adversario. Si la primera respuesta es correcta, Alcalde ser¨¢ ministra.
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