La confianza en la presidenta
La legitimidad que obtuvo Claudia Sheinbaum en junio ser¨¢ puesta a prueba por la realidad y por la destreza que muestre en coyunturas adversas
El 15 de octubre, ante 260 empresarias y empresarios de Estados Unidos y M¨¦xico, acompa?ada de parte de su gabinete, la presidenta Claudia Sheinbaum pidi¨® confianza al capital de la regi¨®n de la que en buena medida depende el buen arranque de su gobierno.
A dos semanas de haber iniciado su sexenio, la mandataria llegaba a esa reuni¨®n, convocada por el foro CEO Dialogue, bajo una sombra cargada de suspicacias por la des...
El 15 de octubre, ante 260 empresarias y empresarios de Estados Unidos y M¨¦xico, acompa?ada de parte de su gabinete, la presidenta Claudia Sheinbaum pidi¨® confianza al capital de la regi¨®n de la que en buena medida depende el buen arranque de su gobierno.
A dos semanas de haber iniciado su sexenio, la mandataria llegaba a esa reuni¨®n, convocada por el foro CEO Dialogue, bajo una sombra cargada de suspicacias por la desbocada marcha del Congreso de la Uni¨®n, donde Morena d¨ªa a d¨ªa sanforiza el Plan C.
Las y los empresarios dejaron la reuni¨®n entre promesas de un porvenir halag¨¹e?o. Parte de ese buen ¨¢nimo lo provoc¨® la presidenta luego de resumir su pasado y presente as¨ª: ¡°Luch¨¦ muchos a?os por la democracia, no llegu¨¦ a la Presidencia para destruirla¡±.
Palabras m¨¢s, palabras menos, esa frase ha estado presente en distintas reuniones entre funcionarios claudistas ¡ªJuan Ram¨®n de la Fuente, por ejemplo¡ª y empresarios mexicanos. Escucharla de Sheinbaum en Palacio infundi¨® confianza entre los asistentes.
Claudia Sheinbaum ha luchado por la democracia desde muy temprana edad. El ¨²ltimo cuarto de siglo junto a su predecesor, pero antes de eso vivi¨® en un ambiente politizado, en su casa y en sus etapas universitarias.
El M¨¦xico en que la presidenta tom¨® posesi¨®n el 1 de octubre le debe harto a luchas como las del movimiento estudiantil del 68, la de los reclamos por los desaparecidos de la guerra sucia, o las exigencias por elecciones justas y en reclamo de derechos de minor¨ªas oprimidas.
Dicho de otra forma, cuando Morena lleg¨® al poder en 2018 M¨¦xico cumpl¨ªa, de forma gen¨¦rica porque hubo antecedentes agrarios, magisteriales y ferrocarrileros, medio siglo de maduraci¨®n de su democracia. Esta no inici¨®, definitivamente, hace seis a?os.
En esas d¨¦cadas la protesta, participaci¨®n y agenda izquierdistas fueron esenciales. No sin resistencias, el perfil de M¨¦xico evolucion¨® paulatinamente hacia la agenda progresista que en su momento planteaban el partido de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica y ahora Morena.
Y si algo reconocen unos y otros al antecesor de Sheinbaum es que en el sexenio pasado las finanzas nacionales se manejaron con suficiente ortodoxia neoliberal. Es decir, un modelo h¨ªbrido de privilegio a la agenda social con econom¨ªa de nuestra versi¨®n de libre mercado.
As¨ª llegamos al 5 de febrero pasado, cuando Palacio Nacional plante¨® una serie de reformas que propon¨ªan al pa¨ªs un cambio de r¨¦gimen. Los subsecuentes triunfos morenistas en la Presidencia y el Congreso el 2 de junio abrieron esa caja de Pandora legislativa.
Desde el 1 de septiembre, el Poder Legislativo aceler¨® el cambio institucional mexicano. La reforma judicial fue aprobada en el ¨²ltimo mes del anterior presidente dejando, a Sheinbaum la conducci¨®n del aniquilamiento del Poder Judicial como se le conoce desde 1994.
El actuar de senadores y diputados oficialistas ¡ªatropellado, desde?oso de discrepantes e irreductible al saberse due?os de los votos suficientes para cualquier cambio constitucional¡ª ha metido a M¨¦xico en una espiral de contradictorios mensajes.
Por la ma?ana, la presidenta ofrece respetar derechos de trabajadores del Poder Judicial, reitera a las y los inversionistas que habr¨¢ un estado de derecho mejorado, y promete que los perfiles de las y los candidatos a impartidores de justicia ser¨¢n probos e independientes.
Pero a lo largo del mismo d¨ªa, cualquier d¨ªa, y eso es una constante, sus compa?eras y compa?eros legisladores, como Claudia llama a los morenistas del Congreso, emprenden acciones o profieren declaraciones donde cerraz¨®n, impericia y voracidad son constantes.
Esta semana, sin ir m¨¢s lejos, los morenistas m¨¢s empoderados del Congreso de la Uni¨®n sorprendieron (o habr¨ªa que decir sacudieron) al proponer cambiar el art¨ªculo primero de la Constituci¨®n. Ni m¨¢s ni menos.
Luego de esa intentona, durante largas horas el pulso cardiaco de no pocos actores pol¨ªticos y econ¨®micos estuvo fuera del umbral saludable. La Rep¨²blica vivi¨® esta semana un periodo de estupor que no se ha ido as¨ª se haya cancelado la reforma al uno constitucional.
Al final de cuentas, el da?o est¨¢ hecho. Morena se apresta a maniatar al nonato Poder Judicial. Y es que, con clara intenci¨®n revanchista en contra de actuales juzgadores, las reformas del oficialismo sobajan desde ya al Poder Judicial que va a resultar de la elecci¨®n de junio.
Frente a lo que ocurre en el Congreso, Sheinbaum ha tenido un papel difuso. M¨¢s all¨¢ de si el oficialismo a¨²n ajusta correas de transmisi¨®n tras la salida de escena de su gran eje rector, la presidenta parece no advertir cabalmente que a ella se le ve como ¨²nica y ¨²ltima responsable.
El avasallamiento o la coerci¨®n minan la confianza que en c¨®nclaves y en la ma?anera, la presidenta Sheinbaum ha iniciado para atraer hacia ella m¨¢s apoyo a¨²n del que gan¨® en las urnas.
La legitimidad que obtuvo en junio ser¨¢ puesta a prueba por la realidad y por la destreza que muestre en coyunturas adversas. Pero tambi¨¦n por la consistencia del liderazgo que proyecte la mandataria.
M¨¦xico tiene una tradici¨®n presidencialista, y si algo de bueno se puede decir al respecto de la misma, es que propiciaba certidumbre al dejar fuera de discusi¨®n qui¨¦n ejerc¨ªa el control.
Morena ha iniciado su segunda ¨¦poca y en esta nueva vida, sin la visibilidad de su fundador, el partido de la presidenta no necesariamente le est¨¢ ayudando a generar confianza.
Puede darse, tambi¨¦n hay que contemplarlo, que este nuevo tiempo sexenal tenga como caracter¨ªstica una din¨¢mica donde la presidenta asume el rol de tranquilizadora en p¨²blico al tiempo que no solo permite, sino que alienta, la demolici¨®n de contrapesos.
Ella como polic¨ªa buena en medio de la intransigencia de un Congreso que ni ve ni escucha a la oposici¨®n o a sectores y actores independientes. Al final de cuentas el tema es la definici¨®n de democracia que Claudia y sus compa?eros tengan.
Frente a ese escenario, la iniciativa privada quiere creer que vienen tiempos normales mientras busca, como siempre, la manera de alejarse de la tempestad. El capital digno de ese nombre tiene mecanismos para resguardarse, as¨ª sean, en ocasiones, el irse.
Eso tambi¨¦n deber¨ªa tenerlo en cuenta la presidenta. Cuenta con un bono de confianza, y para solidificarlo ahora ha empe?ado su palabra al decir que no destruir¨¢ la democracia. Pone muy alto el list¨®n y eso es positivo.
Tales palabras le acompa?ar¨¢n estos seis a?os. Nadie le regatea ni su pasado democr¨¢tico ni su legitimidad hoy. De ah¨ª lo potente de la frase que emple¨® en el CEO Dialogue: al resumir su vocaci¨®n, eleva la mira de su meta.
Quien asume un compromiso de ese calado ha de cuidar al m¨¢ximo que acciones predecibles no contradigan el mismo. El desaseo en la forma en que se han presentado y tramitado varias iniciativas presentadas en el Congreso no abonan a creerle a la presidenta. Ojo.
A todos conviene un ambiente de confianza, claridad de qui¨¦n est¨¢ al cargo de la conducci¨®n y una congruencia entre palabras y hechos.
La lucha por la democracia de Claudia Sheinbaum fue la de buena parte de una sociedad que hoy demanda que ella ampl¨ªe y mejore la calidad de nuestra convivencia plural. Es lo ¨²nico esperable de alguien como ella. Y lo ¨²nico que merece M¨¦xico en el siguiente medio siglo.