Sheinbaum y los riesgos del autoritarismo
La amenaza existe, pero los contrapesos institucionales evitan que las decisiones m¨¢s trascendentes dependan exclusivamente de la buena o mala voluntad del soberano
A Denise Maerker, tras 23 a?os de atar cabos entre ciudadanos y autoridades, entre razones y pasiones
Las preocupaciones por el enorme cheque en blanco que el voto masivo ha puesto en manos del partido en el poder son razonables. En cualquier escenario en el que el poder carece de contrapesos hay posibilidad de un ejercicio unilateral de la autoridad. Mal har¨ªamos si desconocemos estos temores quienes simpatizamos con las banderas de este movimiento. Por lo mismo, no es correcto acusar de histeria irracional a las voces que alertan de la posibilidad de que el Gobierno de Claudia Sheinbaum propicie una deriva autoritaria en nombre de las mayor¨ªas.
El riesgo existe. Se trata de l¨®gicas del poder y, en ¨²ltima instancia, de la condici¨®n humana. Justo por eso es que existen los contrapesos institucionales, para que las decisiones m¨¢s trascendentes no dependan exclusivamente de la buena o mala voluntad del soberano.
Pero aqu¨ª estamos, con este nuevo dise?o institucional que nos lleva a esa encrucijada. A estas alturas resulta ocioso sostener que en realidad los ciudadanos no quer¨ªan tal cosa, sino simplemente la continuidad de un Gobierno al que aprueban. Es decir, que no hab¨ªa la intenci¨®n de conceder tales atribuciones extraordinarias. Pero tampoco estoy tan seguro. En 2018 la mayor¨ªa exigi¨® un cambio y para eso eligi¨® a L¨®pez Obrador como presidente. Pero ese mandato popular no modific¨® al resto del entramado institucional. El resultado es que algunos cambios prosperaron y otros fueron detenidos en tribunales e instancias de apelaci¨®n. La llamada guerra jur¨ªdica. En esencia, el voto aplastante de 2024 es una vuelta de tuerca, procedente de las urnas, para que el ejecutivo tenga atribuciones y supere las limitaciones jur¨ªdicas que sufri¨® estos seis a?os. El Plan C del presidente era justamente eso y fue pedido expl¨ªcitamente as¨ª. La mayor¨ªa de los ciudadanos respondi¨® a esa convocatoria y as¨ª lo vot¨®. Y guste o no, se trata de un procedimiento democr¨¢tico.
El problema es lo que sigue. El temor es que unos operen desde la atalaya de su poder absoluto para doblar al derrotado y otros se atrincheren en el resentimiento y la amargura de la victimizaci¨®n. En tal caso perderemos todos.
As¨ª como se pide, con toda raz¨®n, que las mayor¨ªas que ahora ser¨¢n conducidas por Claudia Sheinbaum no atropellen los intereses de las minor¨ªas y s¨ª persigan el beneficio del pa¨ªs en su conjunto, tambi¨¦n habr¨ªa que pedir a las minor¨ªas que act¨²en con responsabilidad antes de encender la pradera o minar el paso del otro.
Eso implica razonar los contextos. Hay factores que llevar¨ªan a matizar los pesimismos; factores que est¨¢n all¨ª si queremos verlos. Aqu¨ª van algunos:
1. Los verdaderos contrapesos est¨¢n inscritos en la complejidad de M¨¦xico y el mundo. Los que auguran un regreso a la oscuridad de los tiempos del PRI de anta?o est¨¢n haciendo propaganda al miedo. El PRI perdi¨® el monopolio del poder absoluto a partir de los ochenta no porque lo haya querido, ni por graciosa concesi¨®n, sino porque una multitud de impulsos sociales, pol¨ªticos y econ¨®micos dinamitaron la concentraci¨®n del poder. Esas inercias no solo siguen vigentes sino se han fortalecido. Las sociedades est¨¢n m¨¢s abiertas, los mercados tienen sus propias l¨®gicas, nuevas tecnolog¨ªas y fondos de inversi¨®n trascienden a los estados nacionales, el bienestar de los ciudadanos del mundo depende de variables fragmentadas e imposibles de controlar. Particularmente en una naci¨®n como M¨¦xico, incrustada en el centro del mundo occidental.
2. Lo que sucedi¨® este lunes con una inmediata ca¨ªda de la bolsa y el deslizamiento s¨²bito del peso, presumiblemente como respuesta a la inesperada mayor¨ªa calificada conseguida por Morena, es s¨ªntoma de esta interdependencia. Pero lo m¨¢s significativo fue la respuesta inmediata y responsable del gobierno entrante y el saliente. No fue la de un nacionalismo trasnochado criticando ¡°la perversidad de los intereses capitalistas interesados en golpear la voluntad del pueblo¡±, sino la de gobernantes prontos a ofrecer garant¨ªas de una conducci¨®n que favorezca la estabilidad y la tranquilidad de mercados e inversionistas. Una se?al que dice mucho de lo que viene.
3. En otros textos he tratado de resumir la propuesta de Claudia Sheinbaum como la de una izquierda con Excel. El gobierno de ¡°la Doctora¡± ser¨¢ el de una persona formada en las ciencias exactas y cuya experiencia pol¨ªtica remite m¨¢s a la administraci¨®n p¨²blica que a la vida en la oposici¨®n. Sus convicciones ideol¨®gicas est¨¢n fuera de duda, afortunadamente porque en este momento es la principal fuente de legitimidad de cara a las mayor¨ªas, pero es alguien acostumbrada a tomar decisiones a partir de la informaci¨®n, coincida o no con sus hip¨®tesis iniciales. Y no, no se trata de una traici¨®n a L¨®pez Obrador, quien entiende las exigencias de los pr¨®ximos a?os: justo porque la conoce es que ¨¦l mismo se inclin¨® por alguien con estas caracter¨ªsticas.
4. Todas las se?ales apuntan a una estrategia de conciliaci¨®n por parte del nuevo gobierno y a contrapelo de una presunta conducci¨®n doctrinaria o autoritaria. El equipo de trabajo de Sheinbaum es plural y francamente moderado; el acercamiento a la iniciativa privada en sus giras muestra la determinaci¨®n de activar un clima de negocios que propicie el crecimiento y la generaci¨®n de empleos.
5. L¨®pez Obrador puso en marcha un singular modelo que, en el fondo es irrepetible: una importante derrama social hacia a los de abajo sin quitarle a los de arriba. La fuente de esos recursos sali¨® del gobierno mismo, achic¨¢ndose y consumiendo grasa y guardatitos. Eso se agot¨®. Sheinbaum sabe que mejorar realmente la condici¨®n de las mayor¨ªas no solo exige un mejor reparto, como ahora se ha intentado, sino tambi¨¦n un crecimiento sustantivo. L¨®pez Obrador consigui¨® el milagro de mover tendencias en este pa¨ªs tan desigual y sent¨® bases para una mejor¨ªa en la distribuci¨®n de la riqueza. Pero no basta. Ahora se requiere, sin abandonar lo anterior, aumentar la riqueza. Y eso no ser¨¢ posible sin la reactivaci¨®n de la inversi¨®n privada. Tender puentes, buscar soluciones conjuntas y consensos, resta?ar heridas. Es decir, vacunas contra el despotismo que invocan los m¨¢s pesimistas de los agoreros.
En suma, hay un contrapoder que reside en la realidad misma, porque en cierta manera las alternativas se han agotado. Desde luego, habr¨¢ tentaciones para recurrir al manotazo, cuadros del gobierno ensoberbecidos por su poder. Y cuando suceda habr¨¢ que se?alarlo, desmontarlo, explicarlo.
Se requiere continuar el combate a la pobreza, y no solo por motivos morales: necesitamos masificar el ingreso de las mayor¨ªas, ampliar el consumo interno, asegurar la estabilidad social y pol¨ªtica de un pa¨ªs tan fracturado. Y eso requiere consensos. Lo sabe el Gobierno que viene y habr¨¢ que ver si tambi¨¦n el resto de los actores de la vida p¨²blica. Obnubilarse por la victoria es f¨¢cil, atrincherarse en la amargura de la derrota, tambi¨¦n. Vienen tiempos que exigir¨¢n madurez de todas las partes. Tendr¨ªamos que estar a la altura, por lo menos para intentarlo. Lo peor que puede pasar es que estemos demasiado ocupados en nuestros rencores y agravios e ignoremos las se?ales de un acercamiento genuino y razonado.
@jorgezepedap
Ap¨²ntese gratis a la newsletter de EL PA?S M¨¦xico y al canal de WhatsApp y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.