Sinaloa: lecciones de otras guerras
La pregunta que todo mundo se hace en Culiac¨¢n y buena parte de M¨¦xico es ?cu¨¢ndo acabar¨¢ esta guerra?
Era el 9 de septiembre por la ma?ana cuando los balazos se soltaron en La Campi?a, al oriente de Culiac¨¢n. Y desde entonces no han parado. As¨ª, de un d¨ªa para otro, la vida de los culiacanenses cambi¨®. La raz¨®n la conocemos todos: la guerra entre los Guzm¨¢n y los Zambada.
Tras ocho a?os de una reducci¨®n sostenida en los homicidios dolosos, Sinaloa pas¨® de un promedio de 44 asesinatos mensuales (enero-agosto de 2024) a 142 en septiembre y 192 en octubre. El crecimiento es de m¨¢s del 300% en apenas siete semanas.
La ¨²ltima vez que Sinaloa vivi¨® una fractura de esta envergadura al interior del Cartel de Sinaloa fue cuando el 21 de enero de 2008 Alfredo Beltr¨¢n Leyva, alias El Mochomo, fue capturado por las Fuerzas Especiales del Ej¨¦rcito en la colonia Bur¨®crata de Culiac¨¢n. Su familia ley¨® su detenci¨®n como una traici¨®n por parte de Joaqu¨ªn El Chapo Guzm¨¢n. En respuesta, uno de sus hermanos, Arturo Beltr¨¢n Leyva, alias El Barbas, pact¨® con Los Zetas en otros territorios del pa¨ªs y desat¨® una guerra sangrienta contra el resto del Cartel del Pac¨ªfico.
Son otros tiempos, otros liderazgos y otras condiciones, pero hay algunas lecciones de guerras anteriores que podr¨ªan servir para aprender y tomar previsiones para lo que vivimos en Sinaloa, ahora que los Zambada y los Guzm¨¢n se disputan el territorio en el que construyeron sus imperios.
Apunto tres ideas. La primera es que las disputas entre facciones han sido duraderas; la segunda es que sus consecuencias letales escalan muy r¨¢pido, pero se reducen m¨¢s lento; y tercera, que solo empiezan a reducirse cuando los liderazgos generadores de violencia son neutralizados.
Las disputas pueden durar a?os
La disputa entre los Beltr¨¢n Leyva con los Guzm¨¢n y el resto de las facciones del Cartel de Sinaloa comenz¨® en 2008 y sus efectos culminaron hasta pr¨¢cticamente mediados de 2014. De hecho, 2010 ha sido el a?o m¨¢s violento de la historia reciente de Sinaloa con 2.397 homicidios, seg¨²n el Inegi, para un promedio de 6,6 diarios. En la s¨¦ptima semana de la disputa actual superamos esa cifra y alcanzamos un nuevo m¨¢ximo de ocho homicidios por d¨ªa.
Los saldos de esa guerra est¨¢n documentados y son abrumadores: de 2009 a 2012, periodo que comprende los dos ¨²ltimos a?os del Gobierno del priista Jes¨²s Aguilar Padilla y los primeros dos del panista Mario L¨®pez Valdez, Sinaloa acumul¨® m¨¢s de 7.200 asesinatos, seg¨²n el Inegi. Con el primero, el hoy gobernador Rub¨¦n Rocha Moya era jefe de asesores y con el segundo, Gerardo Vargas, actual alcalde de Ahome, era secretario de Gobierno; ambos por Morena. El m¨¢ximo de homicidios en un mes durante esa guerra se registr¨® en agosto de 2010 con 228 casos.
La segunda disputa en orden de importancia fue la que se dio entre los hijos de Guzm¨¢n con D¨¢maso L¨®pez, alias El Licenciado, en un tiempo mano derecha de su padre, El Chapo Guzm¨¢n, por el liderazgo y control de su facci¨®n. La disputa comenz¨® desde mediados de 2016 y alcanz¨® su punto m¨¢s ¨¢lgido en mayo de 2017 con 183 homicidios; a partir de entonces la curva descendente de asesinatos se extendi¨® hasta el ¨²ltimo trimestre de 2021.
Las disputas detonan en un d¨ªa concreto pero una vez que inician se vuelve muy dif¨ªcil contenerlas. Una raz¨®n que puede explicar eso es que las facciones en pugna suelen conocerse demasiado y tener muchos nodos en com¨²n: operadores, negocios, rutas; por lo que son capaces de golpear con precisi¨®n los puntos d¨¦biles del enemigo, y tambi¨¦n de prepararse para este tipo de embestidas.
En suma, y a pesar de la cantidad de violencia desplegada y de los recursos que se hacen necesarios para la batalla, el alcance temporal de disputas entre facciones tan poderosas, como es el caso de los Guzm¨¢n y los Zambada, no ha sido de meses sino de a?os.
Disputas que explotan pero se apagan lento
Otra caracter¨ªstica importante es que la llama que enciende la mecha de estas guerras suele ser un hecho concreto que implica que exploten en cuesti¨®n de d¨ªas: el arresto de El Mochomo o el secuestro del Mayo Zambada por parte de Joaqu¨ªn Guzm¨¢n L¨®pez ocurrieron un d¨ªa a una hora precisa, por ejemplo.
Pero as¨ª la gente identifique sus causas y las vea venir, las guerras no detonan al d¨ªa siguiente de los hechos que las desatan, sino que pueden pasar varias semanas en lo que los liderazgos de las facciones planean, se reagrupan y preparan; incluso, hay evidencia de que en muchos casos buscan llegar a arreglos que no impliquen violencia.
En el caso de la disputa actual, pasaron 46 d¨ªas entre el 25 de julio, d¨ªa de la traici¨®n a ¡°El Mayo¡± Zambada en Huertos del Pedregal, y el 9 de septiembre, la fecha en que sonaron los primeros balazos. Un matiz importante de la coyuntura actual y que en el diario Noroeste hemos documentado, es que hubo una guerra silenciosa unas semanas antes con un incremento en la privaci¨®n de la libertad de personas en el Estado; adem¨¢s de algunos asesinatos estrat¨¦gicos como el caso de los hermanos Garc¨ªa Corrales en Elota, municipio al sur de Sinaloa.
As¨ª sucedi¨® tras la detenci¨®n de Alfredo Beltr¨¢n en Culiac¨¢n. El Mochomo fue arrestado en enero de 2008, pero los homicidios comenzaron a crecer entre junio y julio de ese a?o, para presentar una escalada sin precedentes a finales de 2009 y principios de 2010.
Pero lo m¨¢s preocupante no es solo la escalada de las violencias sino el descenso de las mismas. Este periodo parece ser m¨¢s largo y dejar m¨¢s v¨ªctimas. Por ejemplo: de febrero de 2008 a septiembre de 2010, la curva ascendente de homicidios dej¨® 2.481 v¨ªctimas, mientras que de octubre de 2010 a agosto de 2014, la curva descendente acumul¨® 5.868 v¨ªctimas, 107%, seg¨²n datos de la Fiscal¨ªa de Sinaloa.
Algo similar ocurri¨® con la disputa, m¨¢s breve por cierto, entre los L¨®pez y los Guzm¨¢n: de julio de 2016 a mayo de 2017, mes en el que se registr¨® el punto m¨¢ximo de 183 asesinatos, hubo un acumulado de 1.354 homicidios; mientras que a partir de ah¨ª y hasta abril de 2019, la curva descendente dej¨® 2.177 asesinatos.
El rol de los generadores de violencia
La pregunta que todo mundo se hace en Culiac¨¢n y buena parte de M¨¦xico es ?cu¨¢ndo acabar¨¢ esta guerra?
Nadie tiene la respuesta, pero la experiencia de las dos disputas ya mencionadas es que la violencia comenz¨® a descender cuando los principales generadores de la misma fueron neutralizados. Neutralizados significa que sean asesinados por la facci¨®n contraria o abatidos o detenidos por las autoridades.
En el caso de la disputa de 2008 a 2011, la curva de homicidios comenz¨® a descender una vez que Arturo Beltr¨¢n cay¨® frente a la Marina en Cuernavaca, Morelos, en diciembre de 2009. El Barbas llevaba meses a salto de mata pues era uno de los objetivos estrat¨¦gicos del Gobierno federal por su gran capacidad generadora de violencia.
Algo similar ocurri¨® tras la detenci¨®n de D¨¢maso L¨®pez N¨²?ez en la Ciudad de M¨¦xico en mayo de 2017. Unos meses despu¨¦s, el 27 de julio de ese mismo a?o, su hijo D¨¢maso L¨®pez Serrano, El Mini Lic, se entreg¨® al Gobierno de Estados Unidos tras verse acorralado por la facci¨®n de los Guzm¨¢n en Sinaloa.
En ambos casos, las curvas de homicidios comenzaron a descender, s¨ª, pero dejando una gran cantidad de v¨ªctimas en el proceso. Por eso, neutralizar los liderazgos de las facciones en disputa debe ser la prioridad, mas no la ¨²nica estrategia.
En conclusi¨®n, no tenemos una experiencia en la que disputas de este tipo se hayan contenido dr¨¢sticamente o de inmediato; menos a¨²n costar miles de vidas. Adem¨¢s, esta guerra muestra din¨¢micas diferentes que abordar¨¦ en una pr¨®xima entrega.
De modo que habr¨¢ que pensar, documentar y estudiar qu¨¦ nuevos abordajes y evidencias pueden servir para articularnos desde la sociedad civil, la empresa, el gobierno, los medios y la academia, con el objetivo de salir de la crisis actual pero, sobre todo, para que no se repita nunca m¨¢s. Habr¨¢ que abandonar los viejos esquemas porque queda claro que, entre otras cosas, la militarizaci¨®n que hemos consolidado en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas no alcanza para construir una paz sostenible.
Leoluca Orlando cita en su libro Fighting the Mafia and renewing the Sicilian Culture al fil¨®sofo dan¨¦s S?ren Kierkegaard: ¡°El dilema de los seres humanos es que estamos condenados a vivir la vida hacia adelante, pero entenderla hacia atr¨¢s¡±. Aprovecho la cita para lo mismo: los culichis llevamos tanto tiempo viviendo en la l¨®gica mafiosa que nos han impuesto los criminales, que pareciera que no hay m¨¢s salida que volver al mal equilibrio de la pax narca. Tanto as¨ª, que a diario escucho la falsa idea de que debemos tomar partido por uno u otro bando y que eso hasta ¡°nos conviene¡±.
Creo que s¨ª hay salida porque Sicilia, Chicago y La Laguna la tuvieron. Ser¨¢ dif¨ªcil y tendr¨¢ un alto costo, pero esta es la tierra en la que nacimos, crecimos y que dejaremos a nuestros hijos, deber¨ªamos defenderla con la misma intensidad que aquellos que ahora se hacen la guerra.
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