Virulencia
La libertad no se regala, la debe conquistar cada uno
Episodios como el que ahora sufrimos suelen influir en el giro de las ideas. No sabemos c¨®mo ser¨¢ la comunidad que emerja de la peste, pero algo habr¨¢ cambiado en el registro de valores de los ciudadanos, aunque no podemos adivinar hacia d¨®nde se orientar¨¢n. La experiencia l¨²cida, la que es imposible de negar, es haber vivido nuestra sustancia civil como cosas, como mercanc¨ªas, como ganado estabulado. No hemos sido humanos durante meses, una vida.
No es una situaci¨®n desconocida, es la que vivieron de un modo infinitamente tr¨¢gico los jud¨ªos o los s¨²bditos del comunismo durante el siglo XX. As¨ª pues, es algo sabido, pero nosotros lo conocemos ahora bajo el poder de las m¨¢quinas. Primer susto, el Gobierno puede acarrearnos con extrema facilidad hacia nuestra salvaci¨®n o nuestra ruina sin que sepamos defendernos. Segundo, la formaci¨®n intelectual queda reducida a las pantallas. Tercero, el Gobierno se puede permitir la m¨¢s perfecta nulidad e incompetencia porque lo ¨²nico que ofrece como justicia mental y moral son n¨²meros y oponerse a los n¨²meros es caer en su poder. Los medios de informaci¨®n abren todos los d¨ªas con unos c¨¢lculos que nos indican cu¨¢l ir¨¢ siendo nuestro destino t¨¦cnico.
Se confirma, por tanto, lo que descubri¨® la filosof¨ªa del ¨²ltimo siglo, puro Heidegger: los humanos somos mercanc¨ªas y la pol¨ªtica es un ejercicio t¨¦cnico al servicio de los demagogos. Estos, a su vez, no saben a d¨®nde van ni les importa, pero se agarran al poder cuanto pueden porque as¨ª creen escapar al mercado por arte de brujer¨ªa. De ah¨ª que no existan jefes o presidentes: las decisiones las toman unos asesores venales que manipulan los n¨²meros y manejan t¨¦cnicamente a las masas.
La libertad no se regala, la debe conquistar cada uno.
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