Cargada de futuro
La cultura es una de las mayores fuentes de prosperidad para Espa?a

En medio de la pandemia, la cultura es de nuevo el sector m¨¢s olvidado por los poderes p¨²blicos, y m¨¢s ausente en los debates sobre el porvenir que nos espera. En Espa?a es imposible que izquierdas y derechas, unitarios y separatistas lleguen a acuerdos razonables en casi nada, pero en algo s¨ª parecen estar todos de acuerdo: la cultura, aparte de vagas declaraciones generales, no les importa nada, a no ser como veh¨ªculo de adoctrinamiento identitario o ideol¨®gico y de reparto de favores clientelares.
Nunca como en este confinamiento se ha visto con tanta claridad el valor de la cultura para la supervivencia cotidiana, para el entretenimiento, para el conocimiento de las complejidades de la realidad y la b¨²squeda de soluciones cient¨ªficas y de sustento intelectual en una situaci¨®n excepcional. Las artes de la imaginaci¨®n, la m¨²sica, la literatura, las pel¨ªculas, las largas series de ficci¨®n que contin¨²an por otros medios la tradici¨®n de la novela cl¨¢sica, nos fortalecen en la adversidad, hacen la soledad m¨¢s llevadera y ayudan a superar el aislamiento forzoso estableciendo lazos de afinidad con los desconocidos, con los ausentes, con los que vivieron en otras ¨¦pocas experiencias tanto o m¨¢s angustiosas que las nuestras. Las ciencias, una parte tan integral de la cultura como las letras y las artes, muestran ahora m¨¢s que nunca su eficacia para luchar contra la epidemia y tambi¨¦n para comprender lo que sucede, para distinguir los hechos fehacientes de los bulos y las noticias falsas, cuya toxicidad se nos revela ahora en toda su dimensi¨®n destructiva. Sin cultura, sin conocimiento, sin el rigor intelectual y la educaci¨®n de la sensibilidad que se acent¨²an con el disfrute de las mejores creaciones de las artes, el esp¨ªritu cr¨ªtico y la libertad de criterio que definen la ciudadan¨ªa no pueden ejercerse en su plenitud.
Adem¨¢s, la cultura es un sector econ¨®mico tan crucial en la UE como otras industrias mucho m¨¢s celebradas a las que los poderes p¨²blicos dan ayudas masivas. El sector de la cultura crea m¨¢s puestos de trabajo en Europa que el del autom¨®vil. Que la cultura tenga en Espa?a tan escaso reconocimiento p¨²blico es todav¨ªa m¨¢s hiriente porque nuestro patrimonio cultural es uno de los m¨¢s ricos del mundo, y nuestro idioma uno de los m¨¢s universales. La covid-19 ha vuelto m¨¢s visible la extrema fragilidad de un modelo de desarrollo basado en los trabajos de escasa cualificaci¨®n, en la precariedad. La cultura, el cine, la m¨²sica, las artes pl¨¢sticas, el patrimonio hist¨®rico, la investigaci¨®n cient¨ªfica, crean riqueza sostenible y empleo cualificado y digno, y los crear¨ªan en mucho mayor n¨²mero si pol¨ªticas serias y eficaces permitieran reducir el grado de incertidumbre y de precariedad que desde la crisis de 2008 se ha cebado en estos sectores. En Espa?a las pol¨ªticas culturales han oscilado con frecuencia entre el suntuoso despilfarro y la mezquindad en lo esencial. Lo que hace falta es inversi¨®n productiva, reglada y transparente, seguridad jur¨ªdica, apoyo urgente al m¨²sculo industrial y comercial de los productos y los acontecimientos culturales, que eran ya muy fr¨¢giles antes de esta nueva crisis. Inseparable de la educaci¨®n, la cultura es a la vez el alimento y el fruto de la libertad de esp¨ªritu y una de las fuentes m¨¢s s¨®lidas y m¨¢s prometedoras de prosperidad para un pa¨ªs como Espa?a.
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