¡®Equidistonta¡¯
Como dem¨®crata, corres el riesgo de que te roben palabras ¡ªlibertad¡ª y utilicen contra ti armas que t¨² nunca utilizar¨ªas por sentido c¨ªvico
El mi¨¦rcoles, despu¨¦s de 77 jornadas, nos pusimos la mascarilla y fuimos a ver a mis padres. Subimos seis pisos andando para no someternos a la carga viral del ascensor. No nos abrazamos. Nos re¨ªmos con los ojitos. Tomamos cerveza y patatitas. Mi padre nos ense?¨® un collage: Marxterchef. Poes¨ªa visual y juegos de palabras descubren y construyen realidad. La ultraderecha espa?ola aporta creaciones hilarantes: ¡°lesboterrorista¡± o ¡°terrorista¡± a secas para designar a antifranquistas. Las y los dem¨®cratas pensamos que, para conciliar sensibilidades ideol¨®gicas, hay que respetar la etiqueta, aunque esa pr¨¢ctica a veces conduzca al error de creer que todo el mundo es el mismo mundo sin atender a los valores: no son equiparables fanatismo y libertad de pensamiento, subrayado de la distancia de clase o b¨²squeda de la igualdad, explotaci¨®n y cooperaci¨®n, individualismo y solidaridad, caridad y reparto justo, competitividad y cuidados, mon¨®logo y conversaci¨®n... La urgencia de entendernos nos llev¨® a olvidar, lotof¨¢gicamente, que quiz¨¢ la equidistancia es un concepto inventado desde un poder, siempre id¨¦ntico a s¨ª mismo, para blanquear el horror: dijera lo que dijera la ley de amnist¨ªa, Marcelino Camacho y Billy el Ni?o no eran iguales. Si la democracia espa?ola no se hubiese mostrado equidistante respecto a desaparecidos y desaparecidas durante la Guerra o a la tortura franquista, hoy en las manifestaciones de Vox no escuchar¨ªamos ¡°Soy apol¨ªtico, no facha¡±; no nos refocilar¨ªamos en una perturbada idea de patria ¡ªcornamentas de ciervos exhibidas en terrazas con bandera¡ª; no acumular¨ªamos nost¨¢lgicos en las fuerzas de seguridad, y en el Parlamento no se oir¨ªan acusaciones de terrorismo en boca de parlamentarias que no calificaremos para no entrar en la verduler¨ªa del odio. Es dif¨ªcil establecer argumentario y practicar el arte de la pol¨ªtica, cuando lo que se oye son descalificaciones personales, bulos y retorcimientos de la Historia. Como dem¨®crata, corres el riesgo de que te roben palabras ¡ªlibertad¡ª y utilicen contra ti armas que t¨² nunca utilizar¨ªas por sentido c¨ªvico. No podemos confundir mentira con libertad de expresi¨®n. La izquierda hizo posible la democracia con su lucha antifascista, pero tambi¨¦n con su acaso equivocada generosidad conciliadora. De aquellas lluvias y de la pobreza, econ¨®mica y moral, enquistada en el neoliberalismo, llegan estos ¨®xidos, nacionalcat¨®licos y fachas, fertilizadores de huevos de serpiente.
Este Gobierno est¨¢ afrontando una hecatombe de dimensiones impensadas con la herencia de una sanidad p¨²blica capitidisminuida por pol¨ªticas de derechas. Este Gobierno no roba, no hace contratos raros, no cobra comisi¨®n. No es medularmente corrupto como lo fueron los Gobiernos del PP. Asisto cada d¨ªa al espect¨¢culo de la deslealtad de una oposici¨®n que calumnia, aviva el incendio y no reconoce errores; esa ideolog¨ªa, que dicen no tener, no les permite arriesgar sus beneficios: la presidenta de Madrid afirma que necesitamos inversiones, no subvenciones. Esa l¨®gica precariz¨® la sanidad madrile?a. Las personas de izquierdas deber¨ªamos hacer valer nuestros neologismos, acrobacias verbales y otros iluminadores juegos de palabras: ser equidistante no es lo mismo que ser equidistonta.
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