Una propuesta de pacto para el estado de alarma
Corremos el riesgo de prorrogarlo o no dependiendo de alianzas cuyos contenidos poco tienen que ver con la lucha contra la covid-19
La sexta pr¨®rroga del estado de alarma sigue la l¨ªnea de pol¨¦mica de las dos anteriores. En ellas me pareci¨® claro que el mantenimiento del estado de alarma era la soluci¨®n jur¨ªdicamente correcta. Sin embargo, en esta sexta estoy confuso y no s¨¦ muy bien si estoy a favor o en contra. Me siento como aquel alcalde de la Transici¨®n que dec¨ªa ¡°no s¨¦ si ya soy de los nuestros¡±. Mi duda surge por las ¡°importantes modificaciones¡± que nos dice el Gobierno que podr¨ªa tener el nuevo per¨ªodo de alarma; en especial, no veo claro que sea posible delegar en el ministro de Sanidad la competencia para determinar que ¡°unos territorios salgan antes que otros de la alarma por la evoluci¨®n que tengan" y se me escapan las ventajas del estado de alarma sobre la legislaci¨®n ordinaria (en primer lugar, la Ley Org¨¢nica 4/1986, de Medidas Especiales en Materia de Salud P¨²blica) para permitir que las Comunidades Aut¨®nomas tengan ¡°manos libres¡± para marcar los ritmos de la desescalada.
Pregunto a mi entorno de juristas, indago en p¨¢ginas web especializadas y observo esa misma perplejidad; si acaso, veo que las personas que ideol¨®gicamente se sienten identificadas con el Gobierno consideran que el estado de alarma es esencial para defender el derecho a la vida y a la salud, mientras que los identificados con la oposici¨®n andan preocupados por la libertad y recelan de una nueva pr¨®rroga, considerando que la legislaci¨®n ordinaria puede servir igual de bien para luchar contra la pandemia de la covid-19. Le doy vueltas y no acabo de llegar a ninguna conclusi¨®n porque el problema se parece a aquel acertijo de los estoicos que en la asignatura de Filosof¨ªa nos explicaban a los que estudiamos el Bachillerato de seis a?os, all¨¢ por el Pleistoceno de la d¨¦cada de 1970: si a una persona se le cae el cabello pelo a pelo ?en qu¨¦ momento diremos que est¨¢ calvo? Eub¨²lides de Mileto llam¨® a este problema la paradoja de sorites (de mont¨®n, en griego): ?cu¨¢ntos ¨¢rboles hacen falta para hablar de bosque? ?Ovejas para hablar de reba?o? ?Y granos para hablar de mont¨®n? Ahora podr¨ªamos a?adir: ?cu¨¢ntas medidas especiales hacen falta para hablar de estado de alarma?
Lamentablemente, en el Congreso de los Diputados no hay forma de resolver esta pregunta de manera objetiva y vemos c¨®mo los grupos pol¨ªticos van prefijando sus posiciones antes de o¨ªr al Gobierno, que se lanza a buscar apoyos para lograr los suficientes votos que le permitan prorrogarlo. Quiz¨¢s el problema pudiera resolverse si se planteara en otros t¨¦rminos distintos al de la dicotom¨ªa pr¨®rroga s¨ª (PSOE, UP), pr¨®rroga no (PP, Vox) que hoy por hoy divide irreversiblemente a los grandes partidos, a pesar de que todos hacen votos sinceros por el pacto. Y pese a que han creado de com¨²n acuerdo una comisi¨®n de reconstrucci¨®n en el Congreso, que solo se entiende como un lugar de encuentro para un gran pacto nacional para salir de la crisis porque para realizar una pol¨ªtica ordinaria de mayor¨ªa/minor¨ªa ya existen todas las dem¨¢s comisiones.
Si eso es as¨ª, si hay una verdadera voluntad de consenso, sobre todo de los dos grandes, PSOE y PP, se me ocurre un procedimiento distinto al debate y confrontaci¨®n en el pleno del Congreso, donde las posiciones son inamovibles, porque ¡ªen palabras de Churchill¡ª "muchos discursos me han hecho cambiar de opini¨®n, pero ninguno de voto¡±. Mi propuesta es la siguiente: que el PSOE ¡ªy todos los que quieran un¨ªrsele¡ª pongan por escrito sus razones para prorrogar el estado de alarma y el PP ¡ªy los dem¨¢s que quieran¡ª pongan por escrito las suyas para no prorrogarlo y aplicar la legislaci¨®n ordinaria y se las presenten a un ¨®rgano imparcial para que decida con criterios t¨¦cnico-jur¨ªdicos la soluci¨®n m¨¢s adecuada; con el l¨®gico compromiso de aceptar el arbitraje. Eso ser¨ªa una gran prueba de estar dispuestos a llegar a pactos por el bien de Espa?a, arrinconando los intereses partidarios.
En mi opini¨®n, esa funci¨®n de ¨¢rbitro la podr¨ªa hacer con gran nivel t¨¦cnico el Consejo de Estado; pero lo mismo ¡ªen virtud de la adscripci¨®n socialista de su presidenta¡ª el PP no lo ve adecuado. Podemos imaginar otro sistema. Por ejemplo, busquemos tres ¨¢rbitros dentro de un colectivo de juristas de reconocido prestigio como son los magistrados em¨¦ritos del Tribunal Constitucional, la mayor¨ªa de ellos lejos de la pol¨ªtica cotidiana y todos de gran altura jur¨ªdica e intelectual. El PSOE elegir¨ªa a uno, el PP a otro y entre los dos al presidente, o si no fuera posible, por sorteo, usando as¨ª una t¨¦cnica de la democracia ateniense. Claro que lo mismo mi propuesta les parece a los dos partidos pol¨ªticos tan desfasada como el kleroterion, la m¨¢quina que aseguraba en Atenas la igualdad de los ciudadanos, y prefieren seguir discutiendo y discutiendo sin ponerse de acuerdo. Entonces, la alternativa puede ser bastante preocupante: corremos el riesgo de prorrogar el estado de alarma o no dependiendo de pactos cuyos contenidos poco tienen que ver con la lucha contra el coronavirus.
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