Corrupci¨®n: la pandemia que asfixia la democracia
En momentos en que todo est¨¢ cambiando es imperativo romper la muralla de impunidad
La covid-19 paraliz¨® el mundo y ha generado una cat¨¢strofe sanitaria, econ¨®mica y social. El mundo nunca volver¨¢ a ser como antes y la democracia puede ser una v¨ªctima m¨¢s. Casi 400.000 muertos y m¨¢s de seis millones de contagiados muestran la magnitud de la tragedia global que no tiene punto final a la vista, mientras los sistemas de salud resisten el embate del virus, la econom¨ªa busca reactivarse, colapsan los sistemas de protecci¨®n social y se libra una competencia ilimitada por hallar la vacuna que ponga punto final a la noche m¨¢s oscura de la humanidad en los ¨²ltimos cien a?os.
Todo ello al tiempo que la democracia, en varios pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, sufre el ataque viral de otra poderosa epidemia: la corrupci¨®n, una reconocida enemiga, que hoy pareciera m¨¢s mortal que ayer, dado el desmoronamiento del aparato productivo y la vulnerabilidad de los sectores populares, que son la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. La crisis generada por el coronavirus ha evidenciado las fragilidades del modelo econ¨®mico y la patolog¨ªa de un sector de la clase pol¨ªtica que ve en la emergencia una oportunidad para enriquecerse a costa de las necesidades de los m¨¢s pobres, que reclaman la atenci¨®n y la solidaridad del estado para sobrevivir. En el tercer mundo no es verdad que golpea igual a ricos y pobres porque la desigualdad, la exclusi¨®n y la pobreza hacen mucho m¨¢s complejo lidiar con la pandemia. Ya saca las orejas el monstruo de un gran retroceso que nos devolver¨¢ d¨¦cadas atr¨¢s en conquistas sociales.
La corrupci¨®n lleva siglos entre nosotros y se ha vuelto una enfermedad end¨¦mica. A pesar de los estudios enciclop¨¦dicos sobre transparencia que cada cuanto se producen, por universidades, centros de pensamiento, gobiernos y agencias multilaterales, no existe una f¨®rmula m¨¢gica para acabarla, ni una vacuna que inmunice a las sociedades contra su existencia. Es un enemigo mortal, a veces invisible, capaz de mutar y regenerarse, en el ¨¢mbito de lo p¨²blico y lo privado, porque no se trata de una enfermedad exclusiva de los servidores del estado, sino que tambi¨¦n afecta a las peque?as y grandes compa?¨ªas. Hoy frente a la escasez de recursos econ¨®micos, ser¨¢ m¨¢s letal que nunca y debe combatirse con m¨¢s rigor que nunca.
La corrupci¨®n es un monstruo de mil cabezas que no para de reproducirse y frente a la cual no existe inmunidad total en ning¨²n pa¨ªs del planeta. Son miles de millones de euros los que se van por el sif¨®n de aguas negras de la corrupci¨®n. Dinero de la salud, la alimentaci¨®n escolar y ayudas humanitarias, principalmente, que terminan en los bolsillos de unos pocos. Cifras astron¨®micas en pa¨ªses marcados por la pobreza. Un virus que mata a los m¨¢s d¨¦biles y condena a la miseria, la violencia y el olvido a millones de ciudadanos.
La pandemia de la corrupci¨®n asfixia la democracia y estimula el empoderamiento de la tentaci¨®n populista y autoritaria. El manejo de la crisis generado por la covid-19 ha revelado con nitidez la fragilidad del sistema pol¨ªtico y de su gobernabilidad. La declaratoria de los Estados de Emergencia le ha permitido a los poderes ejecutivos legislar a plenitud sobre aspectos fundamentales ¡ªal margen de los legislativos¡ª, buscando la reactivaci¨®n econ¨®mica y la garant¨ªa de la vida de los ciudadanos. Pero esas facultades deben tener un l¨ªmite. En nuestros pa¨ªses se ha autorizado a alcaldes, gobernadores e intendentes a contratar de manera directa gran parte de su presupuesto para enfrentar la amenaza sanitaria y paliar los efectos sociales de la crisis. Esto desat¨® una ola de corrupci¨®n en los territorios que revel¨® la voracidad de quienes han pretendido enriquecerse con la salud y el hambre de los m¨¢s vulnerables. Tambi¨¦n ha elevado el clamor de la opini¨®n por una acci¨®n contundente del aparato de justicia para defender unos recursos ahora m¨¢s sagrados que nunca.
Para combatir el delito en tiempos de covid-19, las entidades aut¨®nomas de control en Colombia ¡ªProcuradur¨ªa, Fiscal¨ªa y Contralor¨ªa¡ª hemos constituido un frente com¨²n para impartir justicia y castigar a los responsables. Es tiempo de unidad y de un frente com¨²n de la institucionalidad contra ese flagelo. En esa tarea han sido fundamentales las veedur¨ªas ciudadanas y las denuncias de los medios de comunicaci¨®n, que han revelado casos aberrantes de corrupci¨®n en la contrataci¨®n p¨²blica. La Procuradur¨ªa, que no ha estado confinada y act¨²a en los territorios, ha hallado casos protuberantes de sobrecostos y violaci¨®n de los principios de contrataci¨®n. El Ministerio P¨²blico adelanta, por ello, m¨¢s de 500 procesos disciplinarios por presuntas irregularidades en 26 de las 32 gobernaciones del pa¨ªs y 272 de las mas de mil alcald¨ªas en el marco de la emergencia sanitaria.
En momentos en que todo est¨¢ cambiando, y se sacuden las estructuras del antiguo r¨¦gimen y surgen nuevas prioridades, es imperativo romper la muralla de impunidad que ha protegido por a?os a los corruptos, que se amparan en las fallas de la justicia, una cultura de ilegalidad y la permisividad social. Si algo tiene que surgir de la pandemia es una sociedad menos tolerante con los corruptos. Es la manera de fortalecer la democracia y aislar el abuso del poder, instrumento natural de la falta de transparencia. Una sociedad m¨¢s fuerte, vigilante y empoderada estar¨¢ inmunizada contra la acci¨®n de los inescrupulosos. Tambi¨¦n una institucionalidad m¨¢s efectiva en la investigaci¨®n y sanci¨®n de los delincuentes garantizar¨¢ que la sociedad desarrolle los anticuerpos para vencer la amenaza. Esa es la epidemiolog¨ªa de la corrupci¨®n.
Esa otra pandemia no la puede vencer un solo individuo. Es la sociedad unida, vigilante, haciendo uso de modernas herramientas de big data e inteligencia artificial la que le quitar¨¢ el oxigeno a los bandidos. La covid-19 nos obliga a pensar en un nuevo contrato social que interprete las nuevas realidades nacionales y mundiales. En el mundo que surja de la pandemia habr¨¢ que crear una nueva democracia m¨¢s s¨®lida y una sociedad m¨¢s transparente que venza el pesimismo y ejerza un distanciamiento total con la corrupci¨®n y le d¨¦ cero espacios para que se multiplique. Si no se vence ese enemigo, la democracia estar¨¢ en peligro y ello requiere un liderazgo que tenga claro que hay que extinguirle los bienes a los corruptos y decretarles la muerte pol¨ªtica. Para ellos no pueden haber respiradores artificiales porque quien terminar¨¢ en la UCI ser¨¢ el estado de derecho. Los liderazgos del futuro de Am¨¦rica Latina deber¨¢n edificarse sobre un sistema inmune de instituciones p¨²blicas s¨®lidas capaces de generar grandes acuerdos nacionales, lejos de los autoritarismos y populismos de izquierda o de derecha.
Fernando Carrillo Fl¨®rez es Procurador General de la Naci¨®n de Colombia.
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