Reforzar las instituciones
La conferencia de presidentes es esencial para desarrollar la arquitectura p¨²blica
La conferencia de presidentes celebra hoy su decimocuarta sesi¨®n semanal consecutiva desde que se declar¨® el estado de alarma por la pandemia del coronavirus, ahora hace tres meses. Se trata de un c¨®nclave de cooperaci¨®n poco institucionalizado que antes se congreg¨® espor¨¢dicamente, seis veces, desde su creaci¨®n en 2004, con efectos limitados. Pero ahora, su reiterada celebraci¨®n ¡ªvirtual, formato m¨¢s r¨ªgido que el presencial¡ª, y la asistencia continua de todos los presidentes auton¨®micos ¡ªincluido el m¨¢s reticente al multilateralismo¡ª, denota su inter¨¦s y la conveniencia de su ulterior desarrollo.
Esta es la ¨²nica novedad positiva del periodo ¡ªy en mucho tiempo¡ª en lo tocante a la consolidaci¨®n institucional del Estado auton¨®mico, una asignatura pendiente para hacerlo m¨¢s eficaz en la toma de decisiones. Su celebraci¨®n ha simbolizado el reparto de poder y las respectivas funciones de este Estado compuesto. Ha divulgado la existencia de competencias compartidas que a veces se solapan y exhiben un dif¨ªcil deslinde. Ha planteado la necesidad de acomodarlas a las exigencias actuales tras el traspaso de muchas responsabilidades auton¨®micas ¡ªy algunas centrales muy sustantivas, como la monetaria¡ª al nivel supranacional de la UE. Y permite conjugar la experiencia de la proximidad territorial con la exigencia de una visi¨®n general: la construcci¨®n de la voluntad nacional en sentido ascendente.
La improvisaci¨®n, hija de la urgencia ante una emergencia global, sin embargo, no ha permitido a¨²n delimitar su funci¨®n exacta en el futuro, m¨¢s all¨¢ del intercambio de experiencias, proyectos y opiniones; y est¨¢ todav¨ªa muy lejos de fraguar una instituci¨®n de cogobernanza, como posibilita su reglamento. Lo que ha constituido un inc¨®modo caldo de cultivo tanto para un recurso a esta suerte de legitimaci¨®n consultiva como coartada del Gobierno central, causa de algunos de los desencuentros registrados. Pero tambi¨¦n, de una exagerada utilizaci¨®n propagand¨ªstica de las convocatorias por algunos presidentes auton¨®micos, que parec¨ªan esforzarse m¨¢s en articular un gremio para mellar al Gobierno que para construir con ¨¦l acuerdos v¨¢lidos para todos.
Pese a ello, este foro ha exhibido m¨¢s sensatez que algunas c¨¢maras parlamentarias, donde el insulto y la grave agresi¨®n verbal parecen haberse constituido en obligatorios, y m¨¢s fluidez que la vida interpartidista. El nivel de deterioro pol¨ªtico ha sido por momentos desolador y disonante con los usos de pa¨ªses de nuestro entorno. Sin olvidar las provocaciones en que han incurrido algunos ministros, resulta an¨®malo que la ret¨®rica del principal partido de la oposici¨®n, el PP, haya exhibido menos sentido de Estado que algunas oposiciones extremistas, como el lepenismo franc¨¦s, actitud de la que se ha desmarcado Ciudadanos. O que ninguno de los grupos independentistas catalanes haya votado ni una sola vez a favor del estado de alarma y sus pr¨®rrogas, por m¨¢s que fuera perfectible, en un signo de desapego hacia la suerte com¨²n del conjunto de los ciudadanos espa?oles ante una emergencia tambi¨¦n com¨²n. Algo opuesto a la actuaci¨®n de todos los grupos independentistas vascos, que s¨ª lo han hecho o se han abstenido, en alguna ocasi¨®n, o en todas.
As¨ª que conviene insuflar argamasa material y voluntad pol¨ªtica al c¨®nclave de presidentes, para anclarlo en la arquitectura p¨²blica. La declinante calidad de nuestros encajes institucionales puede amortiguarse reforzando la lealtad en ambas direcciones, v¨ªnculo que hoy carece de cauces efectivos suficientes. Y emprender, de forma pragm¨¢tica ¡ªprevia a una reforma constitucional¡ª, su engarce con las conferencias sectoriales de ministros y consejeros, y con la comisi¨®n de las comunidades aut¨®nomas del Senado. Sin necesidad de cambios legales, esta ¨²ltima puede convertirse en vivero de ideas, proyectos y libros blancos sobre los que fraguar nuevos consensos multilaterales. Sin ellos, la polarizaci¨®n y la crispaci¨®n seguir¨¢n devastando nuestra vida pol¨ªtica.
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