Rev¨¦s europe¨ªsta

La derrota de la vicepresidenta econ¨®mica espa?ola, Nadia Calvi?o, como candidata a presidir el Eurogrupo constituye un rev¨¦s sin paliativos. Desde luego para Espa?a, que leg¨ªtimamente aspiraba a reequilibrar la desigual suerte alcanzada en el reparto de cargos de las instituciones de la UE hace ahora un a?o, lo que habr¨ªa fortalecido al sector m¨¢s pragm¨¢tico de su Gobierno. Pero sobre todo para el empe?o que ella simbolizaba, el de un europe¨ªsmo activo y sin fisuras.

Sim¨¦tricamente, la elecci¨®n del conservador irland¨¦s Paschal Donohoe supone, pese a sus cualidades y habilidades personales, una contrariedad pol¨ªtica. Cierto que es una contrariedad matizada, pues Donohoe procede de un pa¨ªs tambi¨¦n objetivamente interesado en el plan de recuperaci¨®n econ¨®mica que ahora mismo concita la prioridad del debate comunitario, aunque el foro principal para dirimir sus detalles se ha elevado al Consejo Europeo. Pero la dirigencia irlandesa, Donohoe incluido, ofrece un flanco demasiado pol¨¦mico en lo impositivo. Milita contra cualquier atisbo de armonizaci¨®n fiscal, se opone a establecer un m¨ªnimo tributo a las grandes multinacionales tecnol¨®gicas norteamericanas (la tasa Google que persigue el grueso de la UE) de las que es principal sede europea, y exhibe un raqu¨ªtico tipo en el impuesto de sociedades. Re¨²ne, pues, condiciones de semipara¨ªso fiscal con resultados de competencia escasamente leal.

Apoyaba a la candidata espa?ola un conjunto de Estados entre los que figuran las cuatro primeras econom¨ªas de la eurozona (Alemania, Francia, Italia y Espa?a) y que suponen m¨¢s del 80% de su peso econ¨®mico. Este hecho plantea inc¨®gnitas sobre la futura gobernabilidad de la UE. Un sistema que prima a los peque?os, hasta el punto de que, con un peso del 20% del PIB y sin contar con Francia ni Alemania ¡ªlos dos grandes cimientos de la moneda ¨²nica¡ª, logren imponerse, muestra las dificultades de gobernanza de la Uni¨®n en un momento cr¨ªtico de su historia.

A la victoria de Donohoe ha contribuido su mejor capacidad en suscitar la complicidad de estos, siempre temerosos de todo movimiento que evoque el peligro de imposici¨®n de un directorio de los grandes. Tambi¨¦n el hecho de que la espa?ola comparta mesa gubernamental con un socio muy perif¨¦rico a la centralidad europea. Y el alineamiento del grueso del Partido Popular Europeo, que nuevamente ha protagonizado una contestaci¨®n interna a las posiciones de su l¨ªder natural, la canciller Angela Merkel, quien apoy¨® decididamente a Calvi?o. Se repite as¨ª el episodio del pasado verano, cuando los conservadores rompieron el pacto que sus dirigentes hab¨ªan alcanzado para el cartapacio de las instituciones, que inclu¨ªa al laborista holand¨¦s Frans Timermans a la cabeza de la Comisi¨®n. Y que aboc¨® a reemplazarlo por Von der Leyen, en el sobreentendido de que el Eurogrupo continuar¨ªa en manos socialdem¨®cratas si el portugu¨¦s M¨¢rio Centeno no conclu¨ªa su mandato. Solo los populares griegos ¡ªpor complicidad mediterr¨¢nea¡ª y espa?oles ¡ªdesde la distancia¡ª apoyaron abiertamente a Calvi?o. Esas conductas enrarecer¨¢n el clima institucional. Aunque es tradici¨®n de la UE encontrar contrapesos y arbitrar compensaciones id¨®neas a medio o largo plazo. Pero no hay que llevarse a enga?o: la contrariedad es tanto m¨¢s remarcable cuanto que el perfil y la experiencia de la candidata espa?ola nunca fueron contestados como los mejores.