Con garant¨ªas

El coronavirus ignora cualquier protocolo electoral y los rebrotes en Galicia y el Pa¨ªs Vasco pueden suponer un riesgo para los ciudadanos que est¨¢n llamados a las urnas este domingo. Garantizar el derecho al voto es una de las m¨¢s elementales exigencias que tiene que atender un Gobierno. Est¨¢ obligado, por otro lado, a proteger la salud de los habitantes de los territorios que est¨¢n bajo su jurisdicci¨®n. Es ah¨ª donde entra la pandemia de la covid-19, que ha trastocado las condiciones de vida de las sociedades democr¨¢ticas y ha revelado que no estaban preparadas, ni econ¨®mica, ni pol¨ªtica ni jur¨ªdicamente, para afrontar una situaci¨®n tan excepcional.

A pocas horas de la apertura de las urnas, el Gobierno vasco ha tomado la dudosa decisi¨®n de prohibir votar a los enfermos de coronavirus. En Galicia siguen vivos los temores de que salgan a las urnas los obligados a mantener cuarentenas tras el confinamiento en la comarca de A Mari?a. Eran previsibles los rebrotes, lo eran tambi¨¦n las respuestas ya ensayadas, como el confinamiento. Y, sin embargo, no parece que los responsables de la Administraci¨®n tuvieran estudiadas las maneras de hacerse cargo de estas eventualidades cuando surgieran. Las decisiones que se est¨¢n tomando tienen, as¨ª, la marca de la precipitaci¨®n y la urgencia, cuando los Gobiernos del Pa¨ªs Vasco y Galicia tendr¨ªan que hacer cuanto est¨¦ en sus manos para evitar que se genere cualquier sospecha o irregularidad, aunque sea esta administrativa, sobre las votaciones de este domingo.

Las elecciones iban a celebrarse el 5 de abril, pero la crisis sanitaria oblig¨® a suspender la cita en las dos comunidades aut¨®nomas. Fue una decisi¨®n acertada y no ha sido excepcional en medio de la pandemia: otros pa¨ªses que ten¨ªan tambi¨¦n previstos comicios tuvieron que articular respuestas parecidas. La emergencia sanitaria mostr¨® los vac¨ªos que exist¨ªan en las legislaciones ordinarias ante una situaci¨®n totalmente in¨¦dita; de hecho, la Ley Org¨¢nica del R¨¦gimen Electoral no establece qu¨¦ caminos pueden tomarse ante estas nuevas eventualidades. Tuvo sentido, pues, suspender la cita del 5 de abril y tambi¨¦n fue l¨®gica la decisi¨®n de los presidentes auton¨®micos Urkullu y Feij¨®o de fijar la convocatoria cuanto antes, una vez se hubiera levantado el estado de alarma y pudieran garantizarse las condiciones sanitarias para poder votar. Posponer las elecciones para una fecha que se alejara del final del verano obligaba a prolongar la inactividad de los Parlamentos ya disueltos. Y, en una ¨¦poca como esta, el respaldo de las urnas es necesario para afrontar los retos que se vislumbran tras los graves golpes que ha dado el coronavirus.

La naturaleza de esta pandemia, de la que no parece que vaya a salirse r¨¢pidamente, recomendaba cuando se convocaron estas elecciones arbitrar los mecanismos que fueran necesarios para propiciar la m¨¢xima seguridad sanitaria el d¨ªa de la votaci¨®n. La hip¨®tesis de nuevos contagios ¡ªy la posibilidad de nuevos confinamientos¡ª estuvo ah¨ª desde el primer momento. Parece que no se tuvo en cuenta. Y as¨ª, horas antes de la apertura de las urnas, la improvisaci¨®n marca el rumbo de las decisiones que est¨¢n tomando los responsables pol¨ªticos. En estas condiciones, tendr¨¢n que hilar muy fino: no puede quedar resquicio alguno a la duda de que estas elecciones se realizan con todas las garant¨ªas democr¨¢ticas.