Firmeza
La defensa del presidente del modelo constitucional robustece las instituciones
El presidente Pedro S¨¢nchez subray¨® en su comparecencia del martes el inquebrantable compromiso de su Gobierno con el orden constitucional. En el Consejo de Ministros de ese mismo d¨ªa, adem¨¢s, aglutin¨® al Gabinete de la coalici¨®n que preside en torno una idea central: frente a los desaf¨ªos pr¨®ximos, es momento de garantizar la estabilidad y de fortalecer las instituciones. La situaci¨®n es particularmente delicada por la salida de Espa?a de Juan Carlos I. La Casa del Rey estim¨® oportuno tomar esa decisi¨®n para que la jefatura del Estado, encarnada por su hijo Felipe VI, estuviera al margen de las investigaciones judiciales que han puesto en marcha la Fiscal¨ªa suiza y la del Tribunal Supremo sobre las cuentas del exmonarca en el extranjero.
Diversas fuerzas han aprovechado los poco edificantes comportamientos del rey em¨¦rito para erosionar la Monarqu¨ªa parlamentaria, la forma pol¨ªtica que desde 1978 adopt¨® el Estado espa?ol, y que ha propiciado unas pr¨¢cticas democr¨¢ticas que nada tienen que envidiar a las de los pa¨ªses de nuestro entorno. El argumento utilizado ha sido el de calificar la iniciativa del exmonarca como una huida para sortear la acci¨®n de la Justicia, aun cuando su abogado se apresur¨® a afirmar que estar¨¢ a disposici¨®n del Ministerio Fiscal para cuanto sea menester. S¨¢nchez reforz¨® ayer su defensa de la Monarqu¨ªa en una carta que remiti¨® a los militantes del PSOE: la Constituci¨®n no se puede trocear a capricho.
Pese al prestigio que adquiri¨® Juan Carlos I por su papel durante la Transici¨®n y por su intervenci¨®n frente al golpe del 23-F, en 1981, resulta comprensible que, en medio de las turbulencias que ha producido la crisis del coronavirus, el conocimiento de los detalles relacionados con las cuentas ocultas en bancos suizos, aunque no haya sido imputado en ninguna causa, haya generado desapego en muchos ciudadanos. Ha habido fuerzas pol¨ªticas que se han encaramado a este comprensible sentimiento para arremeter contra el actual modelo constitucional, obviando la distancia que media entre las conductas individuales y el edificio institucional que sostiene la vida democr¨¢tica. El presidente de la Generalitat catalana, Quim Torra, siempre pendiente de obtener el m¨¢ximo provecho de cualquier problema, lo ha hecho convocando una enf¨¢tica y desmesurada sesi¨®n parlamentaria para engrasar su discurso contra el Estado espa?ol. ERC se ha ajustado al guion que practica desde hace a?os, el de convertir sus credenciales republicanas en un motor con que alimentar a sus bases electorales. Tampoco han faltado, aunque desde un ¨¢ngulo distinto, las posiciones de algunos destacados miembros de Unidas Podemos que, formando parte de un Gobierno de coalici¨®n, han puesto en duda una pieza esencial del marco que lo posibilita.
En este paisaje, no es balad¨ª el intento del presidente del Gobierno de marcar los l¨ªmites del juego y llevar a su socio al sosiego institucional. La firmeza con que Pedro S¨¢nchez defiende el orden constitucional frente a quienes buscan su simple erosi¨®n requiere de los m¨¢ximos apoyos y del entendimiento de que, como dijo ¨¦l mismo, en este momento ¡°no se juzga instituciones, sino a personas¡±.
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