La envidia
Yo miro al mes de febrero de 2020 con los ojos entornados de retroenvidia por su normalidad sin pandemia
Recuerdo bien a ese alumno que tuve hace una d¨¦cada; me cont¨® que hab¨ªa sido un directivo de agenda colapsada, pero que la vida lo paraliz¨® con un ictus como infausto regalo a los cuarenta. Al a?o siguiente de la tragedia, tartamudo y verbalmente desarmado, estaba d¨¢ndose una nueva oportunidad en un aula de la Facultad de Filolog¨ªa, estudiando entre compa?eros de mesa que no sobrepasaban la gozosa juventud de los veinte a?os. Al terminar la ¨¦poca de los ex¨¢menes y viendo llorar a una compa?era por una nota, me dijo: ¡°Cuando los veo llorar por un examen, siento envidia de sus l¨¢grimas¡±.
El pecado de la envidia est¨¢ muy mal visto y hay consenso teol¨®gico y social en que perjudica a quien lo padece. No obstante, es m¨¢s absoluto en su definici¨®n te¨®rica que en su plasmaci¨®n real. La Edad Media alternaba envidia con invidia, una palabra que se acercaba bastante al aspecto del ¨¦timo (in-videre: mirar con malos ojos); los hablantes fueron paulatinamente poniendo la palabra a jugar con todo tipo de matices, refinaron las formas de mala mirada que acarrea la envidia. Idearon la forma de nombrar a la envidia sin bilis, esa que llamamos ¡°envidia sana¡± y que nuestros antepasados, m¨¢s p¨ªos, denominaban ¡°envidia santa¡± buscando como nosotros un modo de blanquear la oscuridad del sentimiento. La envidia entr¨® en expresiones hechas como comerse o estar verde de envidia y gener¨® numerosos refranes; de hecho, hoy, cuando ya hemos olvidado qu¨¦ era la ti?a, sabemos que esta enfermedad existi¨® precisamente porque la hemos ligado a la envidia. Incluso se ha adoptado la palabra alemana Schadenfreude para designar con sentido t¨¦cnico el malicioso placer que podemos sentir ante el mal ajeno.
S¨ª, pocos pecados han sido ling¨¹¨ªsticamente tan productivos como este. Sin embargo, tanta variedad l¨¦xica no me ofrece una etiqueta que colgar a la envidia que siento ahora, que podr¨ªa llamar ¡°retroenvidia¡±, porque se proyecta sobre m¨ª misma en mi tiempo pasado m¨¢s inmediato y lo codicia, como el nublado al celeste del que proviene. Yo miro al mes de febrero de 2020 con los ojos entornados de retroenvidia por su normalidad sin pandemia: no puedo pensar en ese tiempo tan cercano sin que sea iluminado por el oscuro rayo de este pecado. Y esa es una penitencia a?adida a mi nueva normalidad. @Nosolodeyod
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