Machado es de todos
Que Puigdemont y Torra expresen sus respetos ante la tumba del poeta no es un intento indebido de apropiaci¨®n, sino un reconocimiento debido su figura
No hay que ponerse nerviosos. Que Carles Puigdemont y Joaquim Torra expresen sus respetos ante la tumba de Antonio Machado no es un intento indebido de apropiaci¨®n, sino un reconocimiento debido a un poeta enorme que escrib¨ªa en una de las lenguas que son oficiales en Catalu?a, seg¨²n el Estatut vigente, que es el que nos vale, porque en torno a ¨¦l se desarrolla toda la legalidad catalana.
Antonio Machado es de todos, porque ten¨ªa una patria, la infancia, a la que adorn¨® con su ¨²ltimo recuerdo, escrito en un papel miserable: ¡°Estos d¨ªas azules y este sol de la infancia¡±. En un bolsillo del abrigo que hab¨ªa malcubierto sus magras carnes hasta unos d¨ªas antes de morir, cuando lleg¨® a Collioure huyendo del ej¨¦rcito franquista que ocupaba ya los ¨²ltimos objetivos catalanes de su victoriosa agenda.
El 22 de febrero de 1939, Antonio Machado muri¨® en el pueblo franc¨¦s de Collioure, fronterizo con Espa?a, al menos seg¨²n ¨¦l, aunque Puigdemont y Torra prefieren decir que es frontera con Catalu?a. Buena gente estos dos pol¨ªticos catalanes, que no han hablado de echar de all¨ª, de ese lugar que es una parte de Catalu?a norte, los restos del poeta. Los dos hombres, que han ocupado el sill¨®n presidencial de la Generalitat, solo quieren que de ese solar se vayan expulsados quienes, adem¨¢s de ser espa?oles, se obstinen en hablar castellano.
Es muy probable, casi seguro, que estos dos nacionalistas que rindieron un homenaje a Machado no recordaran el campo de concentraci¨®n de Gurs, cerca de Pau, donde el poeta no habr¨ªa sido admitido porque su destino l¨®gico era el de las playas de Argel¨¨s, junto a muchos otros miles de republicanos. All¨ª tendr¨ªa que pudrirse, y no en una cama en Collioure.
Los nacionalistas catalanes, como Puigdemont y Torra, igual que los nacionalistas vascos, no deseaban entonces que Machado y otros como ¨¦l, entraran all¨ª, cuando el campo comenzara a cumplir su tarea disgregadora.
?Qu¨¦ diablos hac¨ªan Torra y Puigdemont ante los restos de un hombre que trabajaba en castellano los azules cielos de su infancia sevillana, de su infancia universal? Quiz¨¢s vieron, por un momento, como tantos poetas lo hab¨ªan visto antes, que su verdadera patria era la infancia, que no tiene bandera, y si la tiene es una que represente la libertad, la igualdad y la fraternidad. Sin m¨¢s, pero tambi¨¦n sin menos.
La espa?ola republicana.
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