Lo que va en el saludo
El gesto con el codo que ha impuesto la pandemia no va a servir para reemplazar al apret¨®n de manos
A veces nos gustar¨ªa saber qu¨¦ hubiera pensado alg¨²n gran intelectual del pasado sobre lo que nos ocurre. Es no solo un esfuerzo in¨²til, sino que, en este caso, va contra los cimientos mismos de la manera de pensar de Jos¨¦ Ortega y Gasset, con su raz¨®n vital y raz¨®n hist¨®rica, y la idea de que ¡°yo, soy yo y mi circunstancia¡±. Probablemente le hubiera apasionado, para disertar sobre ella, la era digital y de la comunicaci¨®n, algunos de cuyos elementos lleg¨® a discernir en sus finales.
Ahora, cuando, finalmente, se va a publicar la versi¨®n digital de sus Obras completas ¡ªlo que permitir¨¢ un nuevo tipo de difusi¨®n de un autor que a su manera fue un precursor del blog con su El espectador¡ª, puede ser el momento de recuperar algunas de sus reflexiones, como, por ejemplo, sobre algo que ha cambiado profundamente en nuestro pa¨ªs desde el inicio de la pandemia, a saber, el saludo. Su ¡°meditaci¨®n del saludo¡±, contenida en el curso El hombre y la gente (1949-1950, tomo X de las Obras completas), podr¨ªa indicarnos por d¨®nde vamos a ir.
Mi propio vaticinio es que el saludo con el codo que parece imponerse entre nosotros lo ha hecho de forma temporal y limitada, y no va a servir para reemplazar el apret¨®n de manos, que, a su vez, en etimolog¨ªa hist¨®rica que tanto apreciaba el pensador, hab¨ªa quedado obsoleto.
Los espa?oles somos dados a intensos saludos. Hace unos a?os, los amigos de mi padre me daban una paliza f¨ªsica con cari?o a guisa de saludo cada vez que los ve¨ªa. Ese estilo se ha abandonado a favor del mero saludo de manos que, ahora, la covid-19 nos est¨¢ obligando a cambiar. Algo para bien de la nueva situaci¨®n es que las mujeres han podido escapar a los pesados e injustificados besos que se esperaba de ellas en sus saludos.
El apret¨®n de manos favorec¨ªa, sin embargo, la convivencia, la vida con el otro, aunque solo se daba entre, de alg¨²n modo, gente que tuviera una cierta relaci¨®n. Ortega y Gasset dec¨ªa que ¡°ni siquiera lo entiendo. Yo no s¨¦, en efecto, por qu¨¦ lo primero que tengo que hacer al encontrar otros hombres algo conocidos es precisamente esta extra?a operaci¨®n de sacudirles la mano¡± y lo ve¨ªa en ¡°decrepitud¡±.
Sobre sus or¨ªgenes se ha discutido mucho, desde la medici¨®n de fuerzas, mostrar las manos sin armas, acto de sumisi¨®n, aceptaci¨®n de unas reglas de conducta, etc¨¦tera. El saludo permit¨ªa entrever algunos rasgos. Siempre he sospechado, por ejemplo, de las personas que dan la mano fl¨¢cida. Trump tira con fuerza de la mano de su interlocutor para impresionar y marcar una cierta superioridad, truco que Macron comprendi¨® pronto y frente al cual replic¨® con la misma medicina.
En su meditaci¨®n, Ortega y Gasset lleg¨® a considerar que tal uso se abandonar¨ªa porque, por ejemplo, se considerara ¡°antihigi¨¦nico¡±. Probablemente acu?aremos otros usos sociales. El codo viene a llenar ese vac¨ªo. Saludarse toc¨¢ndose el codo puede reflejar un acto de simpat¨ªa, no de pleites¨ªa. Pero al toparnos los codos, solemos sonre¨ªr, como reflejando lo rid¨ªculo del acto. Y reducimos la distancia de seguridad. No es, justamente, higi¨¦nico.
Hay alternativas. Una es el saludo imperante en Asia Oriental, y especialmente entre los japoneses, de inclinar la cabeza. Es elegante. Tiene mucho de respeto y algo de sumisi¨®n. Detr¨¢s de ¨¦l, y de opciones parecidas, hay siglos de historia y de usos sociales, que no se corresponden con nuestra cultura. Y cuando he visto hacerlo entre espa?oles, he comprendido que no es para nosotros, que no sabemos. Somos muy rudos para eso.
Pero las posibilidades del saludo son muy numerosas. Ortega y Gasset atisbaba que los ingleses siempre son ¡°precursores¡± ¡ªaunque a veces esos horizontes no nos plazcan como est¨¢ ocurriendo con el Brexit¡ª, y ve¨ªa en el saludo brit¨¢nico, sin tocarse, el futuro de este uso entre nosotros. How are you?, se pregunta. A lo que se responde, sin inter¨¦s alguno por esperar una respuesta, How are you? Pero ?no ocurre lo mismo con nuestro qu¨¦ tal?
El saludo, dec¨ªa Ortega, es una ¡°se?al de la tribu¡±. Dentro de un tiempo, m¨¢s bien antes que despu¨¦s, sobre todo si esto del distanciamiento social ¡ªbien dicho, pues no es solo f¨ªsico sino de relaciones sociales¡ª sigue, quiz¨¢s nos saludemos desde una app de nuestros m¨®viles, o el artilugio que aumente y sustituya a estos. Y de paso podremos recibir toda la informaci¨®n disponible sobre el individuo al que saludemos. ?No transmit¨ªa el saludo tradicional una cierta informaci¨®n? Incluso podremos enviar, cuando los derechos est¨¦n libres, alguna obra o pasaje digitalizado ¡ªo le¨ªdo en audio, paso que falta¡ª de Ortega y Gasset. Por otra parte, habr¨¢ que retomar otro tema muy orteguiano que gana a¨²n m¨¢s importancia con las mascarillas: el de la mirada.
Andr¨¦s Ortega es investigador s¨¦nior asociado en el Real Instituto Elcano y presidente de la Comunidad de Herederos de Jos¨¦ Ortega y Gasset.
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