Urgente y vital
Es la hora de poner sobre la mesa el plan presupuestario del Gobierno
La negociaci¨®n de los Presupuestos Generales del Estado para 2021 ha entrado en una fase de confusi¨®n pol¨ªtica que hace temer lo peor sobre las posibilidades de que finalmente lleguen a aprobarse, al tiempo que crece el temor sobre una nueva pr¨®rroga de los presupuestos de Montoro, que ya parecen eternos. Hay una tensi¨®n pol¨ªtica subyacente, pero muy notoria, en el Gobierno sobre si las cuentas p¨²blicas deben aprobarse con la llamada mayor¨ªa de la investidura o si, por el contrario, es posible incorporar nuevos actores pol¨ªticos a la negociaci¨®n, con el fin de ampliar el apoyo a un proyecto comprometido, en tanto que llega en un momento especialmente cr¨ªtico para la econom¨ªa golpeada por la Covid-19. Este debate est¨¢ retrasando la atenci¨®n sobre el problema principal: la econom¨ªa espa?ola necesita un Presupuesto para el a?o que viene que recoja las graves exigencias de la recuperaci¨®n, la formalizaci¨®n de ingresos y la cuantificaci¨®n de los gastos incurridos y el encauzamiento de los fondos europeos, que no es un tema menor. No se puede afrontar la reactivaci¨®n econ¨®mica sin las cuentas p¨²blicas adecuadas. La acci¨®n pol¨ªtica deber¨ªa orientarse en funci¨®n de una realidad incontrovertible: sin Presupuestos, la recuperaci¨®n ser¨¢ mucho m¨¢s lenta y penosa que con ellos.
Sin embargo, cuando el tiempo apremia y restan apenas cuatro meses para el comienzo del ejercicio, el hecho es que no se han dado siquiera los primeros pasos de definir las partidas de ingresos y gastos que deben contribuir desde el sector p¨²blico a mitigar los efectos de la crisis y estimular el crecimiento el a?o que viene. No se ha fijado el techo de gasto, ni se conoce un avance de cuadro macroecon¨®mico que enmarque las previsiones de ingresos o las probabilidades de control del d¨¦ficit o una definici¨®n de en qu¨¦ medida el gasto p¨²blico debe orientarse hacia la protecci¨®n social o hacia la inversi¨®n. Estas definiciones deber¨ªan estar claras ya, pero, que se sepa, solo existe constancia de que el ministerio de Hacienda est¨¢ trabajando en ello. Tampoco resulta tranquilizador que la vicepresidenta Calvo, aluda, como de pasada, a una posible demora en la entrada en vigor del nuevo Presupuesto, quiz¨¢ ¡°unos d¨ªas¡± de retraso. Estas no son las mejores formas para dar seguridad a los agentes econ¨®micos y revelan una cierta inconsistencia (por no decir inconsciencia) en la elaboraci¨®n del instrumento econ¨®mico m¨¢s importante del pa¨ªs.
Dada la gravedad de lo que se juega la sociedad espa?ola, nada menos que la confianza en las posibilidades de recuperaci¨®n de la econom¨ªa a partir de 2021, ha llegado el momento de que el Gobierno ponga las cartas sobre la mesa, explique los par¨¢metros b¨¢sicos de su propuesta econ¨®mica (como los citados techo de gasto, cuadro macroecon¨®mico, orientaci¨®n fiscal y de gasto) e inicie un debate ¡ªeste s¨ª es sustancial¡ª sobre cu¨¢les son los l¨ªmites que la negociaci¨®n pol¨ªtica no debe traspasar. La primera prioridad es acabar con la interinidad presupuestaria, es decir, acabar con las pr¨®rrogas que, en el fondo, son la consecuencia de la debilidad parlamentaria y limitan la capacidad del Gobierno para afrontar la crisis; la segunda, mantener los apoyos necesarios para la supervivencia de las empresas viables afectadas por la pandemia y a los trabajadores afectados por la par¨¢lisis de la actividad; y la tercera, servir de rampa de lanzamiento un programa de recuperaci¨®n y de estabilizaci¨®n financiera durante al menos los pr¨®ximos tres a?os.
Ser¨ªa una irresponsabilidad frustrar o retrasar cualquiera de estas prioridades; no solo son necesarias sino que van camino de convertirse en perentorias. Constituyen la base de la confianza empresarial y laboral de la econom¨ªa poscrisis; y porque son la contrapartida razonable al esfuerzo de los fondos europeos, largamente reclamados. Quiz¨¢ en los pr¨®ximos tres a?os los gobiernos no est¨¦n acuciados por el d¨¦ficit, pero s¨ª estar¨¢n exigidos con una intensidad igual o superior por la necesidad de conseguir tasas razonables de crecimiento y no rezagarse respecto al resto de las econom¨ªas europeas.
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