La verdad
La guerra silencia los hechos y tiene m¨¢scaras a trav¨¦s de las cuales apenas estamos asom¨¢ndonos
La guerra silencia la verdad. S¨ª, pero especialmente porque de impunidad se alimenta la guerra y cuando la verdad aparece, entonces dudamos de ella y entramos en el peor de los mundos posibles. Me refiero a una verdad que nos han planteado las FARC y que nos obliga a revaluar lo que hab¨ªamos cre¨ªdo en un caso que involucra parte de la historia de los ¨²ltimos 25 a?os de Colombia, una historia de mafia, de corrupci¨®n presidencial, de militares y ahora guerrilleros arrepentidos.
La primera aproximaci¨®n es entender el ahora de la revelaci¨®n de los exguerrilleros del ya partido pol¨ªtico de l...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
La guerra silencia la verdad. S¨ª, pero especialmente porque de impunidad se alimenta la guerra y cuando la verdad aparece, entonces dudamos de ella y entramos en el peor de los mundos posibles. Me refiero a una verdad que nos han planteado las FARC y que nos obliga a revaluar lo que hab¨ªamos cre¨ªdo en un caso que involucra parte de la historia de los ¨²ltimos 25 a?os de Colombia, una historia de mafia, de corrupci¨®n presidencial, de militares y ahora guerrilleros arrepentidos.
La primera aproximaci¨®n es entender el ahora de la revelaci¨®n de los exguerrilleros del ya partido pol¨ªtico de las FARC anunciando que asumen la responsabilidad del asesinato del quiz¨¢ m¨¢s grande l¨ªder conservador de todos los tiempos, del constituyente, del hijo de Laureano G¨®mez, del pensador del acuerdo sobre lo fundamental, del hombre que rechazaba el r¨¦gimen del Gobierno de Ernesto Samper elegido con los dineros de la mafia: ?lvaro G¨®mez Hurtado, el 2 de noviembre de 1995, sobre las 10 de la ma?ana, en Bogot¨¢, acribillado por sicarios.
Lo segundo y quiz¨¢ m¨¢s importante, es mirar por qu¨¦ la justicia en 25 a?os no ha logrado comprobar ninguna hip¨®tesis sobre el magnicidio que hoy sirva para confrontar la verdad de unos y las creencias de otros.
Y lo tercero, es el desaf¨ªo para toda la institucionalidad y para nosotros como sociedad en busca de reconciliaci¨®n.
Por ahora dejar¨¦ de lado, otros temas como si el anuncio fue minuciosamente pensado por un cercano del expresidente Ernesto Samper, el exministro Juan Fernando Cristo o por o con la ex senadora Piedad C¨®rdoba, debido a presuntos intereses y temores de que Alex Saab le muestre la cara de la c¨¢rcel por los infames negocios que habr¨ªan cuadrado en Venezuela y porque necesite ser recibida en la Justicia Especial Para la Paz.
La respuesta por dem¨¢s es s¨ª. Pero lo explicar¨¦ m¨¢s adelante. Lo que importa es la verdad y el desaf¨ªo que tiene la Justicia Especial para la Paz (JEP), el tribunal transicional, creado para juzgar de acuerdo con la confesi¨®n de la verdad y el compromiso de no repetici¨®n de los victimarios, guerrilleros, agentes del Estado, terceros, ante semejante confesi¨®n que no solo involucra el magnicidio de ?lvaro G¨®mez Hurtado sino el de un acad¨¦mico y hombre ejemplar como Chucho Bejarano, de un exmilitar y de un excongresista.
En el caso de G¨®mez Hurtado, las FARC deber¨¢n presentar las pruebas pertinentes. Por ahora est¨¢ claro que fueron Carlos Antonio Lozada, Pablo Catatumbo y Pastor Alape quienes se atrevieron a adjudicarse el magnicidio a nombre de la entonces guerrilla. ?Por qu¨¦? Aqu¨ª viene el primer punto. Por qu¨¦ contar ahora que Manuel Marulanda le orden¨® a alias Mono Jojoy que a trav¨¦s de los comandas urbanos mataran a G¨®mez. Y. ?tuvo que ver Lozada, quien a decir manejaba las milicias de Bogot¨¢ con el homicidio? Y si es as¨ª, ?debe suspenderse su curul hasta que sea juzgado por la JEP? ?Por qu¨¦ un golpe de esa magnitud se calla tantos a?os?
Para muchos y seg¨²n algunas informaciones que se han conocido, para dejar profundizar las contradicciones propias de la opini¨®n, de los medios, del llamado establecimiento, que en el escenario de un conflicto sirve obviamente a las guerrillas. Como quien dice m¨¢s coloquialmente, para dejar que por all¨¢ se maten y se traicionen entre ellos. Y para visibilizar, tambi¨¦n en su favor, la posibilidad de un crimen de Estado, como de los que ha habido tantos, tambi¨¦n en la impunidad. Y porque adem¨¢s est¨¢ demostrado que se matan entre los de su misma clase y porque la guerrilla siempre consider¨® que quienes est¨¢bamos en las ciudades ten¨ªamos las almas m¨¢s podridas que ellos. Y ahora vemos que cuando se trata de podrirse no hay que estar muerto. Solo estar en la guerra.
Segundo, la impunidad. En casi 25 a?os, medios, opini¨®n, investigadores repetimos las mismas hip¨®tesis sobre el crimen de ?lvaro G¨®mez: una, que la alianza entre los mafiosos del cartel del norte del valle, y miembros del Gobierno de entonces, ordenaron el asesinato. Es la hip¨®tesis que ha luchado por demostrar la familia, su hijo Mauricio G¨®mez, un periodista integro; su hija Mar¨ªa Mercedes, su sobrino Enrique, G¨®mez, quienes equivocados o no, no lo han hecho por dinero como infamemente los acus¨® Ernesto Samper, que, de infamias y cinismo, s¨ª que sabe ¨¦l. Y otra, la investigada y planteada por el exembajador Myles Frechette, de que habr¨ªa sido un plan orquestado por militares en retiro y activos ante la negativa de G¨®mez Hurtado de aceptar dar un golpe de Estado a Ernesto Samper.
Y tercero y no menos fundamental. Mientras los opinadores nos arrebatamos la palabra y los trinos crecen de tono, el tema de fondo est¨¢ en lo que las herramientas de la institucionalidad hagan con esta nueva verdad para que cumpla con su prop¨®sito mayor. ?C¨®mo la justicia transicional lo har¨¢? Con un macro caso donde confronte con la justicia ordinaria la informaci¨®n sin entrar en un choque de competencias indeseado. ?Pero con qu¨¦ informaci¨®n la va a contrastar si en los tribunales ordinarios no se investig¨®? Ojal¨¢ traigan las pruebas las FARC porque la verdad no resiste en Colombia un manto de duda m¨¢s.
Y si no demuestran y no tienen pruebas de lo dicho, que los manden a la c¨¢rcel. Porque entonces ah¨ª m¨¢s importante que la verdad es el instrumento para conseguirla y poder creer que un proceso de paz como el que vivimos es la v¨ªa para darle a las v¨ªctimas la justicia que merecen.
?En caso de que las FARC est¨¦n diciendo la verdad, pedir¨¢ Samper resarcimiento como v¨ªctima acusada injustamente? No. Espero que lo evite la Comisi¨®n de la Verdad o la JEP y entre a hacerle justicia a quien, lejos de ser una v¨ªctima, no ha hecho otra cosa que deshonrar el ejercicio de la pol¨ªtica, cobijado por los de su clase con enorme cinismo.
Por Cristo, Piedad. Que el exministro Juan Fernando Cristo estuvo involucrado en que las FARC confesar¨¢n. ?Que lo cuadraron en su casa en una famosa reuni¨®n con el expresidente Juan Manuel Santos, autor del proceso de paz con las FARC, y Rodrigo Londo?o, Timochenko? pues si lo que organizaron fue para que las FARC empezaran a decir la verdad, en buena hora.
En el caso de Piedad C¨®rdoba, creo que as¨ª de grande y fuerte su representaci¨®n de la libertad y la diversidad hecha mujer, como los fondos fangosos donde camin¨® por rutas equivocadas que ojal¨¢ no la lleven de Venezuela, a Cabo Verde y a la justicia ordinaria. A menos que s¨ª sea Teodora Bol¨ªvar y deba estar en la JEP. Es que la guerra silencia la verdad y tiene m¨¢scaras a trav¨¦s de las cuales apenas estamos asom¨¢ndonos.