Una semana despu¨¦s
El discurso gubernamental se alej¨® de la autocr¨ªtica, como ya se ha vuelto costumbre
Empez¨® la noche del martes. Boca abajo sometido por dos agentes de la polic¨ªa con descargas de pistolas taser una tras otra acabaron con la vida de Javier Ord¨®?ez. La chispa se encendi¨®. La vulneraci¨®n de los derechos de un hombre se volvi¨® en los de la ciudadan¨ªa que convirti¨® r¨¢pidamente la indignaci¨®n en expresiones de violencia y destrucci¨®n.
El discurso gubernamental se alej¨® de la autocr¨ªtica, como ya se ha vuelto costumbre, y opt¨® por la justificaci¨®n con la misma frase ¡°de vamos a investigar¡± como hicieron con Dilan Cruz, 17 a?os, o como cuando golpearon a muerte a Anderson Arboleda, de 19 a?os, en el Cauca.
Las tesis de que est¨¢n provocando una desinstitucionalizaci¨®n qued¨® a la orden del d¨ªa. A la noche siguiente, ya eran diez los muertos por las balas disparadas de ambos lados, pero muchas por matones con uniforme, a los que el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, llama manzanas podridas porque se niega a reconocer que la caja se le est¨¢ pudriendo.
La alcaldesa de Bogot¨¢, Claudia L¨®pez, aparece entonces haci¨¦ndole ver al Gobierno central sus culpas sin asumir las propias. Siendo la jefa de la polic¨ªa de Bogot¨¢, asume un discurso activista y no de gobernante. Pero su narrativa es emp¨¢tica con la ciudadan¨ªa. Comprende el dolor y se solidariza con las v¨ªctimas. Pero luego termina proponiendo un acto de reconciliaci¨®n y perd¨®n, y no desaprovecha la ausencia del primer mandatario para convertir el escenario del perd¨®n en un acto pol¨ªtico visibilizando la silla vac¨ªa dejada por Iv¨¢n Duque.
Y al final de cuentas, la protesta ciudadana de noviembre volvi¨® a las calles como si la pandemia que la oblig¨® a guardarse no estuviera amenazante detr¨¢s de cada tapabocas. Las autoridades sacan del bolsillo la misma carta de siempre: que los v¨¢ndalos obedecen a la guerrilla del ELN y las disidencias de las FARC. Como lo dijeron en noviembre, sin que hayan capturado a los dirigentes de la destrucci¨®n de estaciones de polic¨ªa y de los servicios de transporte p¨²blico.
Los l¨ªderes de la izquierda extrema como Gustavo Petro h¨¢bilmente aprovechan la anarqu¨ªa para llamarla movimiento popular. Y los de la extrema derecha como Mar¨ªa Fernanda Cabal acusan al expresidente Juan Manuel Santos de los desmanes. Plato servido para el ministro de Defensa quien culpa a las redes de la provocaci¨®n y el desprestigio de la instituci¨®n. ?l y el comandante de la polic¨ªa termina pidiendo perd¨®n al verse acorralados por los hechos. Javier Ord¨®?ez fue golpeado hasta matarlo. Tard¨ªa responsabilidad asumida. Ya la ciudad hab¨ªa sido incendiada.
Bien lo describe un art¨ªculo de este diario: La pandemia ha empoderado a las fuerzas armadas en Am¨¦rica Latina. Los uniformados est¨¢n ahora dedicados a solucionar ri?as callejeras y a calmar borrachos, y no precisamente sin el uso de armas letales.
Una semana despu¨¦s, responsables todos, la alcaldesa y el Gobierno en cabeza del presidente y su ministro. Ambos enfrascados en sus posiciones opuestas alimentando sus propios discursos mientras la ciudad se les sale de control y las instituciones se deterioran sin respuestas a la ciudadan¨ªa. Y las protestas se degradan, como ha ocurrido en Par¨ªs, en Estados Unidos y en tantas partes donde los gritos no llegan a los o¨ªdos de los gobernantes y cuando las reacciones de los l¨ªderes politizan los problemas sin soluci¨®n para los mismos.
Y mientras todo eso ocurre los entonces guerrilleros, ahora senadores, dan por fin un paso y empiezan a reconocer lo innegable. Lo hicieron con el secuestro por el cual han pedido perd¨®n y el propio Timochenko asegura hoy que acab¨® descubriendo unas FARC que lleg¨® a ¡°odiar¡±. Ocurri¨® despu¨¦s de que Ingrid Betancourt les dijera desde su testimonio en la Comisi¨®n de la Verdad c¨®mo ser v¨ªctima de la mentira, de la deformaci¨®n de los hechos, fue devastador para ella y su familia, al tiempo que le record¨® al Estado no olvidar el hero¨ªsmo de los soldados que la salvaron.
Por su parte, el Gobierno no hace lo necesario para traer a Colombia a los paramilitares extraditados en 2008, para que vengan a pagar por sus delitos y a decir la verdad, porque esa verdad les rompe el status quo, que les dio vida.
Lo que les interesa es que nada cambie porque si cambia, se les derrumba la lupa con la que ahora se atreven a decir que volvimos a la guerra por culpa de la paz, como hizo recientemente el alto comisionado de esa otra paz, Miguel Ceballos.
Estamos ante una estampida de l¨ªderes muy peque?os los que nos gobiernan cuando son incapaces de darnos lo ¨²nico para lo cual son elegidos, algo de tranquilidad, de seguridad, de honor.
Hablan ahora de reformar a la polic¨ªa, sin saber qu¨¦ reformar. Sin entender que el verdadero poder de la polic¨ªa no est¨¢ en las armas para el control social. Que los derechos humanos no est¨¢n rigiendo su conducta, y que visibilizarlo no es un insulto a la instituci¨®n sino una defensa de la misma.
Sirve la inspecci¨®n, sirven los protocolos de control de los uniformados, ?c¨®mo se hacen las pruebas de formaci¨®n, si no obedecen al Gobierno local ni al nacional, a qui¨¦n obedecen? Habr¨ªa que empezar por responder esas preguntas, si queremos hablar de reformas y no ofender los polic¨ªas decentes y sobre todo humildes que cuidan de los ciudadanos en tantos territorios de Colombia.
Por lo menos ser¨¢ la justicia ordinaria y no la penal la que juzgar¨¢ a los polic¨ªas responsables del asesinato de Javier Ord¨®?ez. Mensaje claro a ver si entienden que matar no es un delito derivado de su oficio. Es salvar vidas lo ¨²nico que se deriva de portar el uniforme.
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