V¨ªctimas del postureo
La convocatoria de esta moci¨®n de censura es un lujo para un pa¨ªs al que le falta tiempo y le sobran retos
Las mociones de censura en Espa?a han funcionado m¨¢s para alimentar el postureo presidenciable de los partidos que la presentan ¡ªsu capacidad de liderar la oposici¨®n parlamentaria y defender un programa alternativo de gobierno¡ª que para sustituir al Gobierno de turno. Hasta ahora, solo una de las cuatro mociones presentadas en el Parlamento ha tenido ¨¦xito, la de Pedro S¨¢nchez en mayo de 2018, mientras que en las comunidades aut¨®nomas lo hicieron cinco de un total de veintiuno. Esto es as¨ª porque para tumbar al Gobierno en el sistema espa?ol no basta con retirarle el apoyo: se necesita un candidato alternativo que consiga ser investido por una mayor¨ªa en la C¨¢mara.
En la actualidad no existe una mayor¨ªa alternativa en el Parlamento que pueda tumbar al Gobierno de S¨¢nchez. Esto elimina una posible fuente de inestabilidad de un tipo de gobierno ¡ªen coalici¨®n y en minor¨ªa¡ª que, de entrada, cuenta con la tasa m¨¢s baja de supervivencia en t¨¦rminos comparados. Sin embargo, aunque la moci¨®n de censura no sirva esta vez para cumplir el principal cometido de quien la presenta ¡ªhacer caer al Gobierno¡ª, s¨ª sirve para actualizar el mapa de alianzas y divisiones en el Parlamento. A diferencia de otros sistemas, la moci¨®n en Espa?a obliga a todos a responder ante la alternativa de gobierno. Obliga a retratarse. Y, a d¨ªa de hoy, lo que se dibuja en ese retrato es la crisis de la derecha.
El ascenso de Vox en el Parlamento responde a un movimiento de indignados de derecha que cree que sus intereses ya no est¨¢n bien representados por el PP, que est¨¢n insatisfechos con la democracia, valoran mal la situaci¨®n pol¨ªtica, se informan mucho y creen que el problema m¨¢s importante es la clase pol¨ªtica. Vox se a¨²pa en esta insatisfacci¨®n y convoca la moci¨®n en un mal momento para Casado. ?ste cuenta con un bajo nivel de apoyo entre sus electores ¡ªen el ¨²ltimo bar¨®metro del CIS, menos de la mitad de sus votantes prefer¨ªa verle en la presidencia del Gobierno en las circunstancias actuales¡ª y hasta ahora el partido ha navegado las aguas de Vox de manera vacilante. El PP no ha sabido bien qu¨¦ hacer ante el surgimiento de Vox y su discurso ha oscilado entre la radicalidad y pocos amagos de partido de Estado. La moci¨®n de censura ha amplificado esa indecisi¨®n, lo cual beneficia a Abascal y alimenta la cr¨ªtica del Gobierno. Esta vez Casado no puede escudarse en la cr¨ªtica al Gobierno para postergar su decisi¨®n estrat¨¦gica sobre qu¨¦ quiere hacer con Vox.
El l¨ªder del PP se encuentra ante los dilemas a los que se han enfrentado otros partidos conservadores en Europa ante la emergencia de los partidos de derecha radical. Algunos acabaron acept¨¢ndolos, bien como apoyos externos de gobiernos de coalici¨®n en minor¨ªa, como en Dinamarca o Noruega a principios de este siglo y, m¨¢s tarde, directamente como socios en gobiernos de coalici¨®n en Austria, Finlandia, Pa¨ªses Bajos o Italia. La experiencia de esos partidos apoyando a gobiernos desde fuera y desde dentro ha contribuido a normalizarlos y tambi¨¦n a que se profesionalicen y ganen competencia para estar en el Gobierno.
M¨¢s all¨¢ de la moci¨®n de censura, la situaci¨®n del PP es complicada. Por un lado, si decide ignorar a Vox, la presi¨®n no desaparecer¨¢. Como muestran los estudios de Sara de Lange y otros, los partidos de derecha radical son muy exitosos en moldear la agenda pol¨ªtica est¨¦n o no en el Gobierno. De hecho, estar en el poder no les interesa especialmente porque desde la oposici¨®n pueden conseguir que los partidos tradicionales conservadores (e incluso alguno socialdem¨®crata, como en Dinamarca) acaben haci¨¦ndose eco de sus demandas. Por otro lado, si Casado decide acercarse a Vox es probable que eso no les resulte beneficioso electoralmente, como muestran algunos trabajos sobre los efectos electorales de la alianza con la derecha radical. Finalmente, el PP podr¨ªa encomendarse a una moderaci¨®n gradual de Vox a medida que afianza su presencia institucional que lo convirtiera en un socio menos controvertido. Sin embargo, como analizan los polit¨®logos Bobba y McDonnell para el caso italiano e ilustra muy bien Donald Trump, estar en el poder y convertirse en establishment no elimina los rasgos populistas ni la radicalidad del discurso.
La convocatoria de la moci¨®n de censura es un nuevo efecto colateral del interminable pulso electoral de los partidos en Espa?a, que domin¨® primero el ¨¢mbito de la izquierda y ahora se traslada a la derecha. Las v¨ªctimas anteriores de ese pulso fueron la repetici¨®n electoral, el retraso en la formaci¨®n de Gobierno, la falta de actividad legislativa y la prolongaci¨®n de los Presupuestos. En las circunstancias actuales, la convocatoria de una moci¨®n de censura se convierte en una ceremonia leg¨ªtima y constitucional, pero un lujo para un pa¨ªs al que le falta tiempo y le sobran retos y postureo pol¨ªtico.
Sandra Le¨®n es investigadora Talento S¨¦nior en la Universidad Carlos III y analista en EsadeEc-Pol.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.