A la caza del juez: desmantelamiento de una insidia
El CGPJ es incapaz de defender en Jos¨¦ Ricardo de Prada una independencia que el propio Consejo no tiene
La trama G¨¹rtel, que ha implicado de lleno al Partido Popular, tiene de todo, incluida una indecente ofensiva contra uno de los jueces que enjuici¨® el primer episodio de esa oscura saga: Jos¨¦ Ricardo de Prada.
Lo sucedido responde al guion de la estrategia de ruptura. Una forma de operar, no en el proceso, sino contra ¨¦l, propia de los imputados antisistema y hoy parad¨®jicamente asumida por sujetos p¨²blicos en el banquillo y sus entornos pol¨ªticos y medi¨¢ticos. El objetivo es desestabilizar las causas, deslegitimar a los jueces inc¨®modos y, en general, a la jurisdicci¨®n misma. Nuestro pa¨ªs, desde que un segmento nada marginal de la pol¨ªtica se precipit¨® en la ilegalidad, para acabar, en ocasiones (pocas), en el juzgado y en la c¨¢rcel, ha conocido bastantes intervenciones de esa ¨ªndole. Pero ninguna tan odiosa como la campa?a que motiva este escrito.
De Prada ha sufrido grav¨ªsimas imputaciones calumniosas de altos exponentes de aquella formaci¨®n, con su ¨¢pice en el Congreso, donde fue groseramente insultado por el diputado Carlos Rojas, con patente abuso de su posici¨®n en el acto. A ello se suma el ensa?amiento de algunos medios supuestamente informativos.
El culmen de esta ofensiva ha tenido como percha un error de la oficina de informaci¨®n del Tribunal Supremo que atribu¨ªa a la Sala Segunda una afirmaci¨®n ¡ªinexistente en su sentencia¡ª que descalificaba la de la Audiencia Nacional, convertida en punto de apoyo para la renovaci¨®n de la acometida. Incluso para Mariano Rajoy fue el clavo ardiendo usado para tratar de autoeximirse de una responsabilidad pol¨ªtica, como tal, ni imputada ni objeto de la causa. Pero necesariamente suscitada por ella como asunto, dada su posici¨®n en el partido y la naturaleza y extrema gravedad de las conductas acreditadas. Pues, por lo que supone para una organizaci¨®n la financiaci¨®n ilegal de parte de sus actividades: ?c¨®mo no preguntarse por el momento organizativo de la toma de conocimiento y de las decisiones imprescindibles al respecto?
La frase indebidamente incorporada a la nota de prensa dec¨ªa que el Tribunal Supremo ¡°considera excesivas las menciones a la caja b del PP de la sentencia recurrida porque no puede haber responsabilidad penal sin acusaci¨®n o defensa¡±. Y ocasion¨® descalificaciones como: ¡°El juez De Prada fue la mano que meci¨® la cuna de un cambio de Gobierno¡±. ¡°La maniobra pol¨ªtico-judicial ejecutada por el magistrado progresista Jos¨¦ Ricardo de Prada¡±. ¡°La morcilla que introdujo al dictado del PSOE un magistrado progresista en la sentencia de la G¨¹rtel para afirmar que exist¨ªa una caja B del PP¡±. ¡°Un juez progresista hizo de mamporrero del PSOE¡±.
A la nota y su eco sigui¨® una elocuente rectificaci¨®n. Obvia porque, a¨²n sin acusaci¨®n en este punto, la Audiencia Nacional debi¨® operar discursivamente con el dato acreditado de que B¨¢rcenas se hab¨ªa apropiado de fondos del partido no incluidos en la caja A; y tal fue la raz¨®n de una de sus condenas. Por eso, la doble afirmaci¨®n del Supremo: ¡°[La Audiencia Nacional] cont¨® con una prueba de cargo v¨¢lida y suficiente para concluir tanto la existencia de una caja B del PP [¡] como los distintos actos de apoderamiento¡±. Y tal ¡°es el nexo com¨²n que sirve de amalgama al conjunto de episodios y actuaciones recogidos en la declaraci¨®n de hechos probados¡±.
En consecuencia: inobjetable rigor en la valoraci¨®n y el manejo de los datos, y una actuaci¨®n jurisdiccional irreprochable. Algo sin el menor eco en los medios y por los autores puestos al servicio del vilipendio.
De Prada pidi¨® amparo al Consejo General del Poder Judicial por la insidiosa campa?a. Con sobrados motivos, en cuanto que no estaba solo dirigida contra ¨¦l, sino tambi¨¦n contra la propia jurisdicci¨®n y creaba confusi¨®n en la ciudadan¨ªa sobre las concretas actuaciones judiciales y acerca de los l¨ªmites ¨¦tica y constitucionalmente impuestos a cualquier cr¨ªtica. Por eso resulta incomprensible la pasividad del Consejo ante acciones que afectan de modo tan directo y tan negativamente a los valores centrales de la jurisdicci¨®n. Precisamente, en su calidad de instituci¨®n no ¡°de Gobierno¡± ¡ªporque en la jurisdicci¨®n no hay nada que gobernar¡ª sino de garant¨ªa. La respuesta, claro, ha sido negativa del amparo: es razonable que el Consejo sea incapaz de defender en los jueces una independencia que ¨¦l no tiene.
De Jos¨¦ Ricardo de Prada puede muy bien decirse lo escrito por Piero Calamandrei, en Elogio de los jueces, escrito por un abogado, sobre uno de aquellos: ¡°Alguno, en los primeros tiempos del fascismo, lo llamaba ¡®el juez rojo¡¯; y no era en realidad ni rojo ni gris. [¡] Era sencillamente un juez justo, y por eso lo tachaban de ¡®rojo¡¯. Porque siempre, y este es uno de los muchos sinsabores que sufre el juez justo: cuando no est¨¢ dispuesto a servir a una facci¨®n, se le acusa de estar al servicio de la contraria¡±.
Perfecto Andr¨¦s Ib¨¢?ez y Ramiro Garc¨ªa de Dios han sido magistrados. Rafael Fluiters Casado es magistrado en un juzgado civil de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.