El legado de una concejala asesinada inspira el voto en Brasil

Las elecciones municipales del 15 de noviembre son para Brasil lo que las elecciones presidenciales de Estados Unidos fueron para el mundo. Mostrar¨¢n hacia d¨®nde se dirige el pa¨ªs desde que el Gobierno lo ocup¨® y pervirti¨® un mentiroso con intenciones genocidas. Claro que el 2022 ser¨¢ el momento decisivo, por la posibilidad de sacar del centro del poder no solo a Jair Bolsonaro, sino tambi¨¦n todo lo que representa. La resistencia, sin embargo, se expresa en la peque?ez de los d¨ªas y se ejerce en el suelo de las ciudades: en cada comunidad, en cada favela, en cada r¨ªo. La pol¨ªtica, m¨¢s all¨¢ de ...

Las elecciones municipales del 15 de noviembre son para Brasil lo que las elecciones presidenciales de Estados Unidos fueron para el mundo. Mostrar¨¢n hacia d¨®nde se dirige el pa¨ªs desde que el Gobierno lo ocup¨® y pervirti¨® un mentiroso con intenciones genocidas. Claro que el 2022 ser¨¢ el momento decisivo, por la posibilidad de sacar del centro del poder no solo a Jair Bolsonaro, sino tambi¨¦n todo lo que representa. La resistencia, sin embargo, se expresa en la peque?ez de los d¨ªas y se ejerce en el suelo de las ciudades: en cada comunidad, en cada favela, en cada r¨ªo. La pol¨ªtica, m¨¢s all¨¢ de los partidos, se entreteje en la vida cotidiana. Las elecciones del pr¨®ximo domingo mostrar¨¢n cu¨¢l es la temperatura del movimiento de brasile?os an¨®nimos en la suma de estas peque?as acciones y reacciones. Expondr¨¢n cu¨¢nto podr¨¢ una parte de la poblaci¨®n enfrentarse al autoritarismo de Bolsonaro tambi¨¦n en el campo de la pol¨ªtica institucional y mantener la lucha incluso en el luto. Se?alar¨¢n, sobre todo, cu¨¢nto vive y resiste y avanza el legado de Marielle Franco.

Bolsonaro y el bolsonarismo, la criatura m¨¢s importante y posiblemente m¨¢s longeva que el creador que le presta el nombre, son fen¨®menos complejos. Adem¨¢s de todo lo que representan y revelan sobre Brasil, son tambi¨¦n la respuesta violenta de, por un lado, una parte asustada de la poblaci¨®n y, por el otro, una ¨¦lite temerosa de perder sus privilegios de clase y raza. En com¨²n, los votantes de Bolsonaro parecen temer todo lo que la figura de Marielle Franco representa en su gesto de ocupar el centro pol¨ªtico: la presi¨®n de las mujeres, los negros y las personas LGBTQIA+ por participar en el poder y por que se reconozca su centralidad. Esta lucha tambi¨¦n estar¨¢ presente en las elecciones con la mayor participaci¨®n de candidatos negros jam¨¢s registrada: el 49,9% de los candidatos, superando el 48,1% que se han declarado blancos.

Las elecciones tendr¨¢n lugar en un momento de fuerte simbolismo: la proximidad de los mil d¨ªas de la ejecuci¨®n de la concejala del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) en R¨ªo de Janeiro sin que Brasil conozca qui¨¦n ¡ªo qui¨¦nes¡ª orden¨® su muerte ni por qu¨¦. Hasta que no se se?ale su identidad, sus motivos y sus contactos, cada d¨ªa que pasa sin que se haya resuelto el crimen denuncia el momento l¨ªmite que vive Brasil. Y acusa el enorme d¨¦ficit de justicia que tiene el pa¨ªs. Cada d¨ªa que pasa sin que se haya resuelto el crimen tambi¨¦n aumenta la densidad de las sombras sobre Bolsonaro y su familia por la existencia de indicios de su relaci¨®n con las mafias paramilitares, llamadas milicias, acusadas de estar involucradas en la muerte de Marielle.

El asesinato de Marielle Franco y Anderson Gomes, el conductor que muri¨® pero que no era el objetivo, no es otro crimen m¨¢s en un pa¨ªs atravesado por la violencia. La investigaci¨®n, que se extiende m¨¢s all¨¢ del m¨¢s flexible concepto de razonable, ya expone la creciente infiltraci¨®n de las milicias en el Estado brasile?o. Tambi¨¦n expone la cotidianidad de un pa¨ªs en el que tanto la democracia como el sistema jur¨ªdico son una piel cada vez m¨¢s fina que envuelve entra?as cada vez m¨¢s podridas, con gusanos que ya no se contentan con permanecer en el interior. Cuando a los criminales les empieza a gustar ser el centro de atenci¨®n es porque creen que ya no necesitan esconderse. Lo que los habitantes de la Amazonia de los grileiros (ladrones de tierras p¨²blicas) y de los sicarios presencian desde hace mucho tiempo, y que en la selva se est¨¢ haciendo cada vez m¨¢s expl¨ªcito, se ha propagado por todo Brasil desde que Bolsonaro asumi¨® el cargo y pervirti¨® el poder.

La ejecuci¨®n de la concejala del PSOL debe resolverse por todos los motivos y tambi¨¦n para que la poblaci¨®n brasile?a pueda saber si Bolsonaro y sus hijos solo tienen a amigos al frente de las milicias que aterrorizan R¨ªo de Janeiro, algunos de ellos asesinos profesionales, o si tambi¨¦n est¨¢n involucrados en la muerte de Marielle. Hasta ahora, son vastas las pruebas de la intimidad y las relaciones sospechosas del clan Bolsonaro con los milicianos asesinos, pero no ha aparecido ninguna prueba concreta de la participaci¨®n de la familia presidencial en el crimen. Al menos todav¨ªa no se ha divulgado.

Al denunciar al senador Fl¨¢vio Bolsonaro, el hijo mayor del presidente, por el sistema de desv¨ªo de dinero p¨²blico en la Asamblea Legislativa de R¨ªo de Janeiro, la Fiscal¨ªa ha demostrado que el hijo zero¨²no habr¨ªa recibido al menos 400.000 reales (unos 75.000 d¨®lares) del ex polic¨ªa militar Adriano da N¨®brega. Acusado de liderar un grupo de exterminio, Da N¨®brega muri¨® en febrero en una controvertida operaci¨®n policial en Bah¨ªa. Su madre y su esposa eran empleadas del gabinete de Fl¨¢vio Bolsonaro cuando era diputado del Estado de R¨ªo y solo fueron despedidas poco antes de que salieran a la luz las primeras denuncias. Seg¨²n la investigaci¨®n de la Fiscal¨ªa de R¨ªo, Da N¨®brega le pasaba el dinero referente al sueldo de su madre y su esposa a Fabr¨ªcio Queiroz, entonces mano derecha de Fl¨¢vio Bolsonaro y operador del sistema.

Bolsonaro y su familia deber¨ªan ser los brasile?os m¨¢s interesados en que se resuelva la ejecuci¨®n de Marielle Franco. No lo son. Hasta el momento, solo han sido detenidos los acusados de ser los autores materiales del crimen: el polic¨ªa militar retirado Ronnie Lessa, vecino de Bolsonaro en la urbanizaci¨®n Vivendas da Barra, en R¨ªo de Janeiro, y el ex polic¨ªa militar ?lcio Queiroz. Todav¨ªa no se sabe qui¨¦nes lo ordenaron.

La necesidad de hacer preguntas dif¨ªciles con relaci¨®n al que ocupa el cargo m¨¢s alto del pa¨ªs demuestra el momento tan peligroso que atraviesa Brasil. La ¡°nueva normalidad¡± de la que tanto hablan ¡ªy que m¨¢s parece una nueva anormalidad¡ª es asimilar que pueda ser normal que el presidente se relacione con milicianos y asesinos. En este sentido, el d¨ªa de las elecciones tambi¨¦n provoca expectaci¨®n.

La corrosi¨®n de la democracia brasile?a es cada vez m¨¢s tr¨¢gica, pero todav¨ªa hay un peque?o espacio para recuperar lo que se destruy¨® velozmente. La elecci¨®n de los concejales y alcaldes que se encargar¨¢n de la pol¨ªtica de los municipios, en general la que m¨¢s interesa a los ciudadanos en su d¨ªa a d¨ªa, mostrar¨¢ si son cada vez m¨¢s los brasile?os que son conscientes del abismo que, como cantaba el sambista Cartola, cavan con los pies. Las elecciones del 15 de noviembre no pueden redimir, pero pueden se?alar si el avance de las periferias que reivindican su leg¨ªtimo lugar de centro persiste a pesar de todos los ataques y, sobre todo, si han sido capaces de aumentar su resonancia en la poblaci¨®n a lo largo de estos a?os de autoritarismo del odio que ha instaurado el bolsonarismo.

El primer ministerio del expresidente Michel Temer ¡ªcompletamente blanco y masculino, patriarcal y heterosexual en todos sus signos¡ª despu¨¦s de cuatro a?os sigue siendo el mejor retrato de c¨®mo la maniobra de las fuerzas de derecha reflejaba un profundo malestar con el avance de los que son tratados como subalternos, una maniobra que en 2018 result¨® en la elecci¨®n de un hombre como Jair Bolsonaro. El hecho de que Temer sea el vicepresidente que traicion¨® a Dilma Rousseff, la primera mujer que lleg¨® a la presidencia en la historia de Brasil, socavando su poder desde dentro y apoyando su destituci¨®n, no es un detalle. Tampoco es un detalle que, de las dos ¨²nicas ministras de Bolsonaro, una es abiertamente antifeminista, Damares Alves, y la otra, Tereza Cristina, se dedica a autorizar pesticidas y a ¡°desbloquear¡± la agenda de la agroindustria que destruye la Amazonia, el Cerrado y otros biomas, envenenando los alimentos y la tierra y condenando a las nuevas generaciones.

La ejecuci¨®n de Marielle Franco, el 14 de marzo de 2018 ¡ªnegra, bisexual, casada p¨²blicamente con otra mujer, nacida y criada en las favelas de Mar¨¦, que ocup¨® el centro al convertirse en concejala de R¨ªo de Janeiro y al introducir en la pol¨ªtica institucional la lucha contra la violencia policial en las favelas, la lucha contra el robo de tierras p¨²blicas en las periferias, en parte controladas por las milicias, y los derechos de las personas LGBTQIA+¡ª, simboliza la radicalidad del gesto de impedir este movimiento a balazos porque empezaba a amenazar intereses y hegemon¨ªas. As¨ª es como interpreta, correctamente, el simbolismo del crimen la parte progresista de la sociedad, que mantiene presente y persistente tanto el recuerdo de Marielle como la presi¨®n para que se resuelva su asesinato.

Ic¨®nicamente, Marielle Franco est¨¢ m¨¢s viva que nunca y es la mayor antagonista del actual presidente. Por esta raz¨®n, el recuerdo de Marielle resiste y produce Marielles. En estas elecciones, un n¨²mero sin precedentes: en S?o Paulo, las candidatas negras son casi el doble que en los anteriores comicios. Seg¨²n un estudio de la Coordinaci¨®n Nacional de la Articulaci¨®n de las Comunidades Negras Rurales Quilombolas (Conaq), hay por lo menos 300 quilombolas (descendientes de esclavos rebeldes) que se presentan para ocupar un esca?o en las asambleas legislativas de todo el pa¨ªs. Entre ellos, la activista Socorro de Burajuba, l¨ªder de la lucha contra la destrucci¨®n socioambiental producida por la empresa minera noruega Hydro Alunorte, que contamina los r¨ªos de la regi¨®n de Barcarena, en la Amazonia. La participaci¨®n pol¨ªtica de los negros nunca se hab¨ªa discutido tanto, pero m¨¢s que los negros, lo que se est¨¢ fortaleciendo en 2020 es la potencia creciente de las mujeres negras.

Las m¨¢s subyugadas entre los subyugados hist¨®ricamente, fueron relegadas durante d¨¦cadas a la periferia tambi¨¦n del feminismo dominado por mujeres blancas y de los partidos de izquierda, liderados en su mayor¨ªa por hombres y blancos que siempre han hecho hincapi¨¦ en la lucha de clases en sus diagn¨®sticos y propuestas, en detrimento del racismo estructural como recorte central del an¨¢lisis. Como afirma la soci¨®loga negra Vilma Reis, ¡°son las mujeres negras las que empujan la izquierda hacia la izquierda¡±.

Incluso dentro del PSOL ¡ªel partido con mayor resonancia en la izquierda, al menos para quienes que, como yo, consideran al Partido de los Trabajadores (PT) un partido de centro¡ª, Marielle tambi¨¦n se enfrentaba a la hegemon¨ªa blanca y a un tufo machista cuidadosamente disimulado. Despu¨¦s de que Marielle se convirtiera en el mayor icono de las mujeres negras (y tambi¨¦n de parte de las blancas), algunos intentan reducirla a un ¡°producto¡± del diputado federal Marcelo Freixo (PSOL). Es justo reconocer la influencia del principal nombre del PSOL de R¨ªo de Janeiro en la trayectoria pol¨ªtica de Marielle Franco, pero Marielle es mucho m¨¢s grande que eso y estuvo fuertemente marcada por las mujeres negras que tambi¨¦n encontr¨® en su camino.

La fuerza creciente que representa, la que el bolsonarismo no ha podido detener a pesar de toda la violencia contra los cuerpos de las mujeres, los negros y las personas LGBTQIA+, puede ser decisiva en 2022. Est¨¢ claro que Brasil tiene enormes diferencias con relaci¨®n a Estados Unidos, como tambi¨¦n est¨¢ claro que Jair Bolsonaro es a¨²n peor que Donald Trump. Pero las afinidades tambi¨¦n existen y son grandes, y ambos forman parte del mismo fen¨®meno global. Tanto Trump como Bolsonaro supieron encarnar el temor de una parte significativa de los blancos asustados, que perdieron su poder adquisitivo por los efectos de la crisis mundial del capitalismo de 2008 y se sent¨ªan perdidos por la amenaza que sufr¨ªa el lugar de identidad en el que todav¨ªa se sent¨ªan superiores: el de raza, g¨¦nero y orientaci¨®n sexual.

Quiz¨¢s la mejor manera de explicar este mecanismo, en el caso de los blancos pobres y de clase media que han perdido capacidad adquisitiva en los ¨²ltimos a?os, es con el concepto de ¡°salario p¨²blico y psicol¨®gico¡± del intelectual afroamericano W.E.B. Du Bois (1868-1963). Sugiero leer directamente la fuente, para alcanzar la profundidad de la proposici¨®n, pero en resumen ser¨ªa m¨¢s o menos esto: el blanco puteado se consuela con el salario psicol¨®gico de saber que hay otro, el negro puteado, que est¨¢ m¨¢s puteado que ¨¦l. Para mantener este privilegio psicol¨®gico, de que hay alguien m¨¢s puteado que ¨¦l, que lo hace superior por lo menos a alguien, llega a votar incluso a perversos como Bolsonaro, que lo putean cada d¨ªa m¨¢s. En mi opini¨®n, este salario psicol¨®gico tambi¨¦n ayuda a explicar la resistencia feroz al protagonismo de las mujeres, el ¨²nico punto de privilegio de algunos hombres, ya sean blancos o negros.

Como sabemos, Bolsonaro ¡°liber¨®¡± a estos machos blancos asustados al expresar p¨²blicamente todo su racismo, homofobia y misoginia (odio a las mujeres), sin que el sistema judicial les pidiera cuentas, y enalteci¨® en su discurso de investidura ¡°poder liberarse¡± de lo pol¨ªticamente correcto. Represent¨® tambi¨¦n la angustia de una clase media que ve¨ªa como perd¨ªa privilegios que consideraba derechos a la vez que, por primera vez en la historia, se ve¨ªa obligada a tratar con empleadas del hogar, en su mayor¨ªa negras, que hab¨ªan conseguido (casi) equiparar sus derechos a los de los dem¨¢s trabajadores.

Que las empleadas del hogar conquistaran derechos laborales b¨¢sicos, aunque escandalosamente tarde, es, como he escrito varias veces, esencial en el an¨¢lisis de la ¨²ltima d¨¦cada. En Brasil, la emancipaci¨®n de la mujer no se produjo gracias a pol¨ªticas p¨²blicas como la creaci¨®n de guarder¨ªas y la implantaci¨®n de jornadas escolares a tiempo completo, ni tampoco gracias al reparto real de las tareas del hogar. Al contrario. Las mujeres blancas solo han logrado emanciparse y construir carreras profesionales subyugando a las mujeres negras, en su mayor¨ªa, y tambi¨¦n a las mujeres blancas pobres. Estas mujeres dejaban sus propias casas y sus hijos para realizar tareas dom¨¦sticas y cuidar a los hijos de las mujeres blancas a cambio de salarios irrisorios, jornadas de trabajo extenuantes, condiciones laborales precarias y derechos escasos. Una propuesta de enmienda constitucional, la llamada ¡°PEC de las Dom¨¦sticas¡±, (casi) equipar¨® los derechos de las empleadas del hogar con los de los dem¨¢s trabajadores, en una conquista hist¨®rica, haciendo balancear la herencia m¨¢s persistente de la esclavitud y amplificando el temor de una clase media a perder ingresos y privilegios.

Las mujeres negras que hoy avanzan sobre los espacios formales de la pol¨ªtica institucional son, muchas de ellas, hijas de estas mujeres que son cabeza de familia y han capeado el temporal durante d¨¦cadas. Muchas han podido llegar a la universidad gracias a las medidas para ampliar el acceso a la educaci¨®n superior de los m¨¢s pobres y gracias a las cuotas raciales, una pol¨ªtica de inclusi¨®n implementada durante el gobierno del Partido de los Trabajadores que lleg¨® m¨¢s de un siglo tarde y provoc¨® una violenta reacci¨®n de los blancos. Aunque las candidatas negras no resulten elegidas, solo el hecho de que se presenten indica que, a pesar de toda la violencia, el bolsonarismo no ha sido capaz de detener esta fuerza. Las cuatro balas que le reventaron la cabeza a Marielle Franco la arrancaron de su vida, de sus luchas, de sus amigos y sus amores, pero la hicieron inmortal en la cotidianidad de millones de mujeres negras que encuentran en ella la inspiraci¨®n para seguir adelante sin retroceder.

Formalmente, el Instituto Marielle Franco ha creado en estas elecciones la Agenda Marielle Franco, una iniciativa suprapartidista que ha reunido a 745 candidatos de 270 ciudades brasile?as comprometidos a dar continuidad al legado de la concejala ejecutada: justicia racial y defensa de la vida; g¨¦nero y sexualidad; derecho a la favela; justicia econ¨®mica; salud p¨²blica gratuita y de calidad; educaci¨®n p¨²blica gratuita y transformadora; cultura, ocio y deporte. El esfuerzo busca garantizar que estas candidaturas tengan sentido, en la medida en que el aumento de la presencia negra en el poder legislativo es un gran paso, pero solo puede asegurar que se avanza en la lucha por la igualdad racial si los elegidos defienden proyectos comprometidos con esta agenda y representan a sus comunidades y no solo a s¨ª mismos.

Tambi¨¦n concuerdan con honrar las pr¨¢cticas de Marielle: diversificar, no uniformizar; ampliar, no limitar; honrar, no borrar; colectivizar, no individualizar; tirar, no soltar; abrir, no encerrarse; cuidar, no abandonar. Guilherme Boulos (PSOL), candidato a la alcald¨ªa de S?o Paulo con posibilidades de llegar a la segunda vuelta, es uno de los candidatos en la lista de los comprometidos a honrar y multiplicar el legado de Marielle Franco.

En 2005, cuando ejecutaron a la misionera Dorothy Stang con seis disparos, los grileiros de la regi¨®n de Anapu, en la Amazonia, aprendieron una lecci¨®n: algunas personas viven m¨¢s intensamente una vez muertas. En los diez a?os siguientes, la atenci¨®n internacional provocada por el crimen y la presencia de instituciones que antes no aparec¨ªan por all¨ª dificultaron mucho la labor de los destructores de la Amazonia. Dorothy Stang tambi¨¦n se convirti¨® en una m¨¢rtir que ha inspirado movimientos de campesinos, especialmente aquellos vinculados a la Comisi¨®n Pastoral de la Tierra, de la Iglesia Cat¨®lica. El asesinato de Marielle Franco, independientemente de la intenci¨®n expl¨ªcita del autor o autores del crimen, produce una fuerza de resistencia infinitamente mayor y m¨¢s significativa para Brasil. Que los avances se logren destruyendo los cuerpos de los m¨¢s pobres y de los que se resisten a la opresi¨®n es el resultado de la democracia selectiva y deformada, nunca terminada, del Brasil posterior a la dictadura c¨ªvico-militar.

Tanto Trump como Bolsonaro fueron elegidos vendiendo pasados que nunca existieron, pasados tan falsos como todo lo que les sale de la boca. Predican el regreso a una ¨¦poca en que aquellos que hist¨®ricamente fueron tratados como subalternos ¡ªmujeres, negros, ind¨ªgenas¡ª aceptaban pasiva y pac¨ªficamente su lugar. Como se sabe, ese pasado nunca existi¨®. Lo que existi¨® y persiste es el silenciamiento de los que se rebelan, constantemente acallados por el exterminio. Como Trump y Bolsonaro no tienen un futuro que ofrecer, difunden mentiras e intentan reescribir la historia con ellas. No son solo negacionistas, sino que son mentirosos con m¨¦todo e intenci¨®n.

Inspirados por el ejemplo de las elecciones estadounidenses, la centroderecha y la derecha brasile?as, que ya no quieren compartir el escenario con Bolsonaro ¡ªel hombre que, como defini¨® su propio canciller, ha convertido a Brasil en un ¡°paria¡± internacional¡ª, ya han empezado a organizarse de cara a 2022. Y es que, m¨¢s importante que la victoria de Joe Biden, un hombre blanco del sistema, es c¨®mo y por qu¨¦ Biden venci¨® a Trump. Las mujeres y los negros fueron fundamentales para sacar al d¨¦spota del tup¨¦ naranja del poder. Como s¨ªmbolo de este movimiento destaca una activista negra llamada Stacey Abrams, cuya labor est¨¢ directamente relacionada con los 800.000 nuevos votantes de Georgia, la mitad de los cuales son afroamericanos de entre 30 y 45 a?os. En Georgia, un estado sure?o con ra¨ªces esclavistas, no hab¨ªa ganado ning¨²n dem¨®crata desde Bill Clinton. Es crucial no olvidarlo: Biden tambi¨¦n gan¨® porque ten¨ªa a Kamala Harris a su lado. La primera mujer que asume la vicepresidencia de Estados Unidos es una mujer negra de ascendencia india. Biden es mainstream, pero quien venci¨® a Trump no era mainstream.

Lo que se llama periferia, tanto en pa¨ªses como Estados Unidos como en Brasil, han sido centros de creaci¨®n de pensamiento, cultura e innovaci¨®n. Frente a fen¨®menos de ultraderecha como Trump y Bolsonaro, son tambi¨¦n productores de resistencia que avanzan hacia el centro de la pol¨ªtica institucional. En Brasil, movimientos mayoritariamente blancos y de clase media publicaron a mediados de 2020 manifiestos en defensa de la democracia en los principales peri¨®dicos del pa¨ªs. No mencionaron el racismo estructural en sus textos. Inmediatamente, la Coalici¨®n Negra por Derechos, que re¨²ne a m¨¢s de un centenar de organizaciones y colectivos, public¨® en los mismos espacios el manifiesto Mientras Haya Racismo No Habr¨¢ Democracia. All¨ª se?alaba que, esta vez, ning¨²n reordenamiento de las fuerzas pol¨ªticas, de derecha a izquierda, tendr¨ªa legitimidad si no enfrentaba el racismo estructural del pa¨ªs. El manifiesto antirracista puede haber sido el acto pol¨ªtico m¨¢s importante de los ¨²ltimos a?os.

El necesario desplazamiento de lo que es el centro y lo que es la periferia es fundamental para determinar el destino de Brasil. Los que son tratados como perif¨¦ricos, como la selva y la favela, tienen en el horizonte una alianza por tejer, fundamental para crear futuros capaces de dar respuestas de posibilidad al momento l¨ªmite de emergencia clim¨¢tica. En este sentido, en los Estados Unidos, la izquierda del Partido Dem¨®crata, donde estas nuevas fuerzas se alojan estrat¨¦gicamente, est¨¢ m¨¢s adelantada al darse cuenta y enfatizar p¨²blicamente que, hoy, enfrentar el racismo es enfrentar la emergencia clim¨¢tica. La existencia de una lucha sin la otra ya no es posible.

El tenebroso apartheid que ya se anuncia y que se profundiza a un ritmo acelerado es lo que la propia ONU llama ¡°apartheid clim¨¢tico¡±. Y, una vez m¨¢s, afecta principalmente a las mujeres, los negros y los ind¨ªgenas. En Brasil, la alianza entre los activistas de las favelas y los activistas de la selva debe avanzar con m¨¢s rapidez, dada la emergencia del momento. Los activistas de la selva son principalmente ind¨ªgenas, pero tambi¨¦n quilombolas y beiradeiros (ribere?os). Y tambi¨¦n mujeres negras de las periferias de las ciudades amaz¨®nicas. En Altamira, el epicentro de la destrucci¨®n de la selva, j¨®venes activistas como Daniela Silva han levantado la voz para recordarnos que las mujeres negras de las periferias urbanas tambi¨¦n forman parte de la Amazonia.

La lucha solo est¨¢ empezando. Hombres como Trump y Bolsonaro, el brasile?o que a¨²n tiene posibilidades de reelegirse en 2022, son solo un cap¨ªtulo y no necesariamente el m¨¢s dif¨ªcil. Como afirm¨® la estrella de la nueva izquierda del Partido Dem¨®crata, la estadounidense de origen latino Alexandria Ocasio-Cortez, al comentar la derrota de Trump: ¡°Ya no estamos en ca¨ªda libre al infierno. Pero si vamos a levantarnos o no es la pregunta que queda. Hemos detenido este descenso precipitado. Y la pregunta es si y c¨®mo nos vamos a levantar de nuevo¡±.

A pesar del atolladero en el que vive Brasil bajo el gobierno de odio de Bolsonaro, el pa¨ªs tiene, quiz¨¢s como ning¨²n otro, una gran ventaja para volver a crear futuro en el presente: la enorme fuerza vital de los negros y los ind¨ªgenas que han resistido a todas las formas de muerte durante cuatro siglos, en el caso de los descendientes de africanos esclavizados, o durante cinco siglos, en el caso de los ind¨ªgenas. La mayor¨ªa de las fuerzas progresistas del planeta ya han comprendido que la batalla por la Amazonia es la gran batalla de este momento, y no solo en el sentido de los l¨ªmites geogr¨¢ficos de la selva que regula el clima, sino tambi¨¦n en el sentido de amazonizar el pensamiento crear una sociedad humana capaz de vivir sin destruir ni la casa en la que vive ni las especies con las que comparte la casa.

La crisis clim¨¢tica y la sexta extinci¨®n masiva de especies, ambas demostradamente provocadas por la acci¨®n de la minor¨ªa dominante de humanos, han convertido este momento en el m¨¢s desafiante de nuestra trayectoria en el planeta. Trump y Bolsonaro son solo s¨ªntomas. Con todos los l¨ªmites evidentes de unas elecciones en una democracia que nunca ha llegado para todos, al igual que los l¨ªmites de la propia democracia como sistema, la votaci¨®n del 15 de noviembre es mucho m¨¢s importante de lo que parece a simple vista. Los pa¨ªses vecinos como Bolivia y Chile ya han dado ejemplo y han demostrado que es posible enfrentar el autoritarismo de la derecha y la extrema derecha y avanzar. Chile vot¨® a favor de crear la primera Constituci¨®n de forma igualitaria entre hombres y mujeres y, en Bolivia, las mujeres obtuvieron 20 de los 36 esca?os del Senado (56%) y 62 de los 130 de la C¨¢mara de los Diputados (48%) en las elecciones de octubre, con una fuerte presencia de los pueblos originarios. Brasil, que suele considerarse la vanguardia pol¨ªtica y creativa, se est¨¢ quedando rezagado en la lucha contra el autoritarismo de derecha en Latinoam¨¦rica.

La polarizaci¨®n pol¨ªtica se ha vendido como un problema y una distorsi¨®n en los ¨²ltimos a?os. Yo no lo veo as¨ª. No es posible ni deseable superar la polarizaci¨®n en un pa¨ªs estructurado sobre el racismo y con una desigualdad abismal. El problema es la distorsi¨®n de la polarizaci¨®n, situada a prop¨®sito en los falsos polos. Adem¨¢s, la centroderecha y la derecha, que hoy se anuncian como no bolsonaristas para presentarse como una alternativa de ¡°pacificaci¨®n del pa¨ªs¡± en 2022, utilizar¨¢n cada vez m¨¢s el discurso contra la polarizaci¨®n. Michel Temer ya lo utiliz¨®, y ahora se insin¨²a en las negociaciones entre el gobernador de S?o Paulo, Jo?o Doria Jr., el exministro de Bolsonaro Sergio Moro y el presentador de la emisora Globo Luciano Huck para las pr¨®ximas elecciones presidenciales. La paz de la centroderecha y la derecha apunta a un reordenamiento cosm¨¦tico, con algunas concesiones aqu¨ª y all¨¢, para que la desigualdad racial y social de Brasil permanezca inalterada en esencia. Prefiero quedarme con la frase antol¨®gica de la actriz y escritora negra Roberta Estrela D¡¯Alva: ¡°si la paz no es para todos, no ser¨¢ para nadie¡±.

Las elecciones del 15 de noviembre no son una anticipaci¨®n de las de 2022. Son mucho m¨¢s que eso. Son la reubicaci¨®n de los polos que han sido desplazados. Son la se?al de que la polarizaci¨®n ya no se da entre Bolsonaro y Lula, sino entre Bolsonaro y Marielle Franco. Esta ha sido siempre la polarizaci¨®n real de los Brasiles, a veces representada por el PT del pasado, aunque desde hace muchos a?os ya no. Casi mil d¨ªas despu¨¦s de su ejecuci¨®n, el grito se fortalece y avanza: Marielle, presente.

Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de Brasil, construtor de ru¨ªnas: um olhar sobre o pa¨ªs, de Lula a Bolsonaro.

Web: elianebrum.com. E-mail: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter, Instagram y Facebook: @brumelianebrum.

Traducci¨®n de Meritxell Almarza