?Manda S¨¢nchez o manda Iglesias?
No se entiende del todo bien por qu¨¦ el vicepresidente se arroga la libertad de ser el forjador de pactos, como el reciente con Bildu
Se dir¨¢ que la duda ofende, ?manda S¨¢nchez! Es el presidente del Gobierno. Lo que no se entiende del todo bien, entonces, es por qu¨¦ el vicepresidente se arroga la libertad de ser el forjador de pactos, como el reciente con Bildu. O por qu¨¦ tiene la suficiente autonom¨ªa como para perge?ar colaboraciones con el populismo latinoamericano desde su condici¨®n de miembro del Gobierno (otra cosa ser¨ªa si su sorprendente activismo en Bolivia lo hubiera hecho como partido). La impresi¨®n que queda, lamento decirlo, es que ya no sabemos bien qui¨¦n manda en esta coalici¨®n. Hay dos interpretaciones posibles. Una, que todo responde a una divisi¨®n del trabajo dentro del Gobierno ¡ªt¨², Pablo, te entiendes con los que te est¨¢n m¨¢s pr¨®ximos, yo me ocupo de los dem¨¢s¡ª. Otra, que a punto de acariciar el acuerdo de Presupuestos no conviene sacar a la luz disensiones internas, toca aguantar.
Yo me inclino por la segunda; o, m¨¢s bien, preferir¨ªa que ese fuera el caso. Porque el hiperactivismo de Iglesias tiene un fin claro, impedir cualquier aproximaci¨®n de Ciudadanos al actual Gobierno. Este debe de estar firmemente anclado en el grupo de la moci¨®n de censura; en particular, con el sector de los m¨¢s extremos. El objetivo es evitar que la pol¨ªtica espa?ola se temple, mantener la polarizaci¨®n lo m¨¢s viva posible. Cuanto m¨¢s lo sea, tanto mayor ser¨¢ tambi¨¦n el protagonismo de Iglesias. Tanto hacia afuera como hacia dentro del Gobierno. De hecho, para cualquier observador externo, a lo largo de estas semanas ha habido un cierto eclipse p¨²blico del presidente, mientras que Iglesias no ha dejado de prodigarse, tanto o m¨¢s que la propia ministra de Hacienda.
A un a?o de las ¨²ltimas elecciones generales, y a la luz de todos los movimientos habidos en la pol¨ªtica espa?ola desde esa cesura que signific¨® la crisis econ¨®mica, se puede afirmar que hemos entrado en un nuevo paradigma pol¨ªtico, en el posbipartidismo, marcado por el bibloquismo y la polarizaci¨®n. Ese periodo que nace con el 15-M ha mutado al sistema hasta el punto de incorporar a algunos de los protagonistas de dicho movimiento al Gobierno de la naci¨®n. Y no van a desaprovechar la oportunidad que les brinda la falta de entendimiento de los dos grandes actores del modelo anterior para socavar desde dentro sus mismos cimientos. Lo que no entraba en sus c¨¢lculos es el giro de Ciudadanos y, en cierto modo, tampoco el nuevo distanciamiento de Casado respecto de Vox. No hay bibloquismo si uno de los bloques no quiere. Ese es el temor de Iglesias y lo que explica sus provocaciones para que retorne, cohesionado, el bloque de derechas.
Aqu¨ª hay, pues, algo m¨¢s que una disputa por el protagonismo entre S¨¢nchez e Iglesias. Lo que se dirime es el modelo que haya de asumir la pol¨ªtica espa?ola: polarizaci¨®n/cooperaci¨®n, extremismo/centrismo, Transici¨®n/nuevo r¨¦gimen. La pelota est¨¢ en el tejado del PSOE, pero tambi¨¦n en el del PP. Si este vuelve a radicalizarse, habr¨¢ ganado Iglesias. Tengo para m¨ª que S¨¢nchez resucitar¨¢ despu¨¦s de los Presupuestos. Lo que ignoro es en qu¨¦ direcci¨®n.
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