El Mediterr¨¢neo 25 a?os despu¨¦s
La Declaraci¨®n de Barcelona marca un hito en un proyecto de paz y prosperidad para toda la regi¨®n
El 28 de noviembre de 1995 quedar¨¢ marcado como uno de los hitos de mayor trascendencia de la diplomacia espa?ola y europea. Se firmaba en esa fecha la Declaraci¨®n de Barcelona.
Fue una iniciativa revolucionaria por la forma y el contenido, logrando que, pa¨ªses del norte, del sur, del este y oeste del Mare Nostrum pudieran encontrar un compromiso hist¨®rico para avanzar en la creaci¨®n de un espacio de paz y prosperidad.
En aquel entonces, los responsables diplom¨¢ticos encargados de impulsar tal proyecto, calificamos el resultado como un proceso, el Proceso de Barcelona. Dise?amos una nueva manera de abordar los problemas que afectaban a la inestabilidad en esta regi¨®n. Llegamos a la conclusi¨®n, en aquel entonces totalmente innovadora, de que solo si avanz¨¢bamos interactivamente en los aspectos pol¨ªticos y de seguridad, econ¨®mico-financieros y culturales, podr¨ªamos consolidar un espacio de convivencia aceptable para todos.
La Declaraci¨®n de Barcelona goz¨® de un momento geopol¨ªtico favorable. Viv¨ªamos bajo la esperanza de que una paz definitiva en Oriente Pr¨®ximo ser¨ªa posible. Asist¨ªamos al posMadrid de 1991, bajo la influencia de los hist¨®ricos acuerdos de Oslo. Exist¨ªa voluntad por todas las partes y, a pesar de la dureza de los planteamientos y las intransigencias en trasladar a los textos posiciones casi irreconciliables, al final ¡°el saber diplom¨¢tico¡± pudo redactar el documento final y recibir el apoyo un¨¢nime de todas las delegaciones.
Veinticinco a?os m¨¢s tarde, luces y sombras han acompa?ado este proceso. Las sociedades del norte y del sur empezaron a conocerse mejor. Se avanz¨® durante los primeros a?os en el campo comercial y econ¨®mico. Se adoptaron pol¨ªticas euromediterr¨¢neas renovadas, pero el estancamiento del proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo y la falta de reformas pol¨ªticas y sociales en los pa¨ªses del Sur, llevaron a ralentizar el ritmo de cambio y desarrollo en toda la regi¨®n mediterr¨¢nea.
Llegados a ese punto, se trat¨® de dar un salto al vac¨ªo con una apuesta mayor, estableciendo una ¡°uni¨®n¡± todav¨ªa m¨¢s exigente en sus compromisos pol¨ªticos. Se cre¨® la Uni¨®n por el Mediterr¨¢neo (UpM) en julio de 2008. Por ¨²ltimo, se consigui¨® crear un Secretariado General de la UpM en Barcelona, para garantizar el seguimiento de los trabajos.
Es verdad que el Secretariado General de la UpM ha tenido que lidiar con momentos existenciales. Parad¨®jicamente, cuanto m¨¢s se necesitaba una movilizaci¨®n pol¨ªtica, esta se estanc¨® tras los falsos cantos de sirena de la primavera ¨¢rabe. Los conflictos y crisis se multiplicaron y la cooperaci¨®n fue incapaz de fijar un plan serio de ejecuci¨®n de proyectos conjuntos.
Hoy nos corresponde hacer balance y revisar el futuro, sobre todo con los desaf¨ªos y las necesidades de cooperaci¨®n que nos plantea el contexto actual, de recuperaci¨®n tras la pandemia. La covid-19 hace hoy m¨¢s que nunca necesaria una intensa cooperaci¨®n euromediterr¨¢nea. Pero, adem¨¢s, la situaci¨®n actual nos obliga a actuar con urgencia: crisis al borde del enfrentamiento militar en el Mediterr¨¢neo oriental, conflictos abiertos en Libia, Siria, etc¨¦tera.
Al extraer lecciones de esta situaci¨®n, la primera que surge es la m¨¢s sencilla y a su vez m¨¢s necesaria: voluntad pol¨ªtica. ?Existe hoy la suficiente voluntad pol¨ªtica de configurar un futuro com¨²n? Yo estoy convencido de que s¨ª, pero entre todos debemos manifestarlo de alguna manera espec¨ªfica.
En segundo lugar, los actores principales de 1995 y 2008, Europa y los pa¨ªses ¨¢rabes, parecen estar ausentes a la hora de definir su propio destino. Ni unos ni otros parecen influir en la toma de decisiones para abordar un futuro com¨²n.
Hace falta un debate pol¨ªtico por parte de los ministros de Asuntos Exteriores de la UpM. Deben definir el nuevo mandato sin olvidar la crisis, pero con la voluntad de superarla. Los proyectos econ¨®micos y financieros siguen siendo necesarios, pero para que funcionen, deben recibir un claro apoyo pol¨ªtico. Adem¨¢s, las cuestiones sociales, culturales y religiosas deber¨ªan de ser incluidas con mayor relevancia en la futura agenda. El distanciamiento entre el norte y el sur por cuestiones civilizacionales o culturales es cada d¨ªa mayor. Debemos de construir un demos mediterr¨¢neo. Todos nosotros podr¨ªamos recuperar la pens¨¦e du Midi de Albert Camus, que nos llevar¨ªa a ser m¨¢s voluntaristas para abandonar el absurdo de la realidad que parece imponerse entre las dos riberas.
Espa?a no deber¨ªa dejar pasar por alto esta nueva cita hist¨®rica. Es cierto que los retos y desaf¨ªos en esta segunda d¨¦cada del siglo XXI son mayores, pero esto no ha de ser excusa. Las nuevas generaciones est¨¢n esperando una respuesta solidaria y compartida a todos estos problemas. Los pol¨ªticos solo tenemos que facilitarles las soluciones. Si no lo hacemos, habremos fracasado en nuestra misi¨®n. El Mediterr¨¢neo bien vale este esfuerzo colectivo.
Miguel ?ngel Moratinos es alto representante de Naciones Unidas para la Alianza de Civilizaciones.
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