Tolerancia cero
Los valores no se negocian, la UE debe doblegar el pulso de Hungr¨ªa y Polonia
Polonia y Hungr¨ªa han lanzado un ¨®rdago a la Uni¨®n Europea, vetando el paquete presupuestario y, con ¨¦l, el fondo de recuperaci¨®n contra la pandemia. Los mecanismos de protecci¨®n del Estado de derecho activados por Bruselas y vinculados a esos planes financieros han despertado la ira de los gobiernos de Varsovia, Budapest ¡ªy del esloveno, que se ha sumado al pulso¡ª, que los juzgan como un ataque a su soberan¨ªa y amenazan con el bloqueo de unas cuentas que incluyen el fondo de 750.000 millones de euros para paliar los efectos de la crisis. Lo que est¨¢ en juego no es solo la identidad de la Uni¨®n, el mayor espacio transnacional definido por el respeto escrupuloso al Estado de derecho, sino la posibilidad de reconfigurar el orden global de las pr¨®ximas d¨¦cadas a trav¨¦s del refuerzo de los valores liberales y la cooperaci¨®n multilateral. Si el objetivo es que el modelo democr¨¢tico mantenga su capacidad de atracci¨®n, dif¨ªcilmente podr¨¢ la UE acometer tan ambiciosa tarea sin afirmar hacia dentro su potestad normativa.
El ¨®rdago de Orb¨¢n y Morawiecki no ha servido para que el Parlamento Europeo y el Consejo var¨ªen su posici¨®n respecto al novedoso mecanismo de protecci¨®n del Estado de derecho. La lectura de Bruselas es clara: el mundo post-Trump es una oportunidad de fortalecimiento de las democracias y de sus debilitadas estructuras de cooperaci¨®n mutua. La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca constituye un aldabonazo a ese refuerzo, abriendo la posibilidad de volver a definir Occidente desde sus valores ilustrados universales, como declar¨® Barack Obama en la entrevista que concedi¨® a EL PA?S. Europa est¨¢ en esa l¨ªnea, activando un marco de vigilancia de los est¨¢ndares democr¨¢ticos que es ya una nueva frontera de integraci¨®n. La Comisi¨®n Europea ya ha dado un paso con la evaluaci¨®n peri¨®dica de la situaci¨®n del Estado de derecho en los pa¨ªses miembros, en el que se observan por primera vez asuntos otrora internos como el sistema judicial, la lucha contra la corrupci¨®n o el pluralismo de los medios. La UE quiere ahora elevar el list¨®n al permitir que el nuevo mecanismo de control permita suspender los fondos en caso de que un incumplimiento grave de los valores fundamentales ponga en peligro los intereses financieros de la Uni¨®n. Y as¨ª debe ser.
Si la UE se define por algo, no es tanto por ser una comunidad econ¨®mica como de derecho, con efecto directo y primac¨ªa de sus normas sobre las legislaciones nacionales. As¨ª lo recordaba esta semana Emmanuel Macron al se?alar que el hecho pol¨ªtico que define a la Uni¨®n no es ser un mercado, sino un espacio coherente de valores e intereses. La tolerancia cero hacia quienes pretenden minar los valores comunitarios debe ser la esencia misma de una Europa entendida como comunidad pol¨ªtica basada en el derecho. La UE es ante todo una potencia normativa, no militar o geoestrat¨¦gica, ni siquiera diplom¨¢tica; su poder radica en la defensa activa de unos valores con capacidad de influir hacia fuera, y Bruselas acierta al plantear un nuevo marco de vigilancia al que deben responder todos y cada uno de sus miembros. La r¨¢pida entrega de los fondos anticrisis es un asunto de enorme importancia. Se comprende el intento de superar el bloqueo a trav¨¦s de una negociaci¨®n. Esta, sin embargo, no puede contemplar ninguna cesi¨®n sustancial en la defensa de los valores. Antes que eso, es preferible activar alternativas aunque supongan perder tiempo.
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