M¨¦xico, letal para periodistas
El narcotr¨¢fico silencia con la violencia la informaci¨®n

M¨¦xico vuelve a ser el pa¨ªs m¨¢s peligroso del mundo para ejercer el periodismo. 2020 es, adem¨¢s, el a?o m¨¢s letal para la prensa mexicana de la ¨²ltima d¨¦cada, una suma de r¨¦cords negativos que ponen de manifiesto la necesidad urgente de adoptar medidas para proteger a quienes se dedican a informar, as¨ª como de frenar los constantes ataques que reciben de las autoridades.
La Federaci¨®n Internacional de Periodistas ha registrado 13 asesinatos de informadores en lo que va de a?o, lo que sit¨²a a M¨¦xico a la cabeza de esta lista negra por cuarta vez en cinco a?os. Los datos del propio Gobierno mexicano, que no registran solo los asesinatos que est¨¢n relacionados directamente con su labor de comunicadores, resultan a¨²n m¨¢s preocupantes. Hasta principios de diciembre hab¨ªan muerto 19 periodistas, a lo que hay que sumar el asesinato la pasada semana de un fotoperiodista. Adem¨¢s, se ha batido la cifra de agresiones a los profesionales de la informaci¨®n, con 224, casi el doble que hace cinco a?os, cuando hubo 124.
La creciente violencia contra la prensa no se puede separar en muchos casos del clima de inseguridad generado por el narcotr¨¢fico y la guerra contra esta lacra, que en 15 a?os ha dejado cientos de miles de muertos. Los periodistas, lejos de ser una v¨ªctima colateral, son un objetivo primario de la violencia: en los cr¨ªmenes anida una clara intenci¨®n de poner fin al trabajo de quienes informan, como ha mostrado la investigaci¨®n de EL PA?S junto a una veintena de medios internacionales a ra¨ªz del asesinato de Regina Mart¨ªnez, en Veracruz, que abri¨® el camino, en cierta manera, para lograr silenciar a esta profesi¨®n en M¨¦xico.
El caso de Mart¨ªnez es ilustrativo y muestra la conexi¨®n entre el crimen organizado y ciertos actores pol¨ªticos a los que el trabajo de los periodistas incomoda. Tambi¨¦n vuelve a poner en evidencia que la impunidad en M¨¦xico, donde m¨¢s del 90% de los cr¨ªmenes no se castigan, es un incentivo para los asesinos. Las investigaciones de casos como los de los asesinatos de Miroslava Breach o Javier Valdez han tenido avances, aunque los autores intelectuales siguen libres, mientras periodistas como Lydia Cacho se vieron obligadas a irse del pa¨ªs despu¨¦s de haber denunciado agresiones y torturas.
El Gobierno de M¨¦xico ha reconocido que en los ¨²ltimos a?os se ha registrado un repunte significativo de la violencia. Aunque es importante que se reconozca y diagnostique el problema, solo con lamentar y condenar esos asesinatos y agresiones no es suficiente. Y menos cuando desde el poder se ataca diariamente a los medios no afines. Una democracia que se precie no puede consentir los niveles de violencia contra los periodistas que hay en M¨¦xico.
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