Represi¨®n Saud¨ª
La detenci¨®n de la joven Loujain al Hathloul desmiente las promesas de modernizaci¨®n del r¨¦gimen
La condena de la joven saud¨ª Loujain al Hathloul a casi seis a?os de c¨¢rcel ha suscitado numerosas cr¨ªticas internacionales. Se cuestiona que su activismo por el derecho de las mujeres a conducir y el fin del sistema de tutela masculina constituya ¡°una amenaza a la seguridad nacional¡±. Dentro de Arabia Saud¨ª es imposible estimar el efecto porque la propia ley antiterrorista que se le ha aplicado impide la menor cr¨ªtica al r¨¦gimen so riesgo de tener el mismo destino.
El caso de Al Hathloul es solo la punta del iceberg. El d¨ªa que se conoci¨® su sentencia, el Tribunal Penal Especializado tambi¨¦n conden¨® a la misma pena a Maya al Zahrani. Al menos otra decena de activistas por los derechos de la mujer se encuentran a la espera de juicio; muchos m¨¢s, como Mohamed al Qahtani, est¨¢n entre rejas por promover de forma pac¨ªfica cambios pol¨ªticos. A diferencia de Al Hathloul, no cuentan con el apoyo de tres hermanos que viven en el exterior para difundir su situaci¨®n. Por eso, la joven se ha convertido en un s¨ªmbolo.
La represi¨®n de la disidencia no es nueva en el Reino del Desierto. Se ha agravado, sin embargo, desde que, tras la llegada al trono del rey Salm¨¢n hace seis a?os, tomara las riendas su hijo y heredero, el pr¨ªncipe Mohamed Bin Salm¨¢n. La presunta apuesta por la modernizaci¨®n que pregon¨® encandil¨® inicialmente a embajadas y empresarios extranjeros. Pero el brutal asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saud¨ª de Estambul evidenci¨® los l¨ªmites de su reforma.
Detr¨¢s de ambas tendencias est¨¢ el petr¨®leo. Durante d¨¦cadas, la dependencia del oro negro contribuy¨® a silenciar las cr¨ªticas occidentales a las pr¨¢cticas de la monarqu¨ªa saud¨ª. Ahora, la ca¨ªda de su precio (ante el avance de las renovables y otros factores coyunturales) ha dictado los cambios introducidos mucho m¨¢s que ninguna visi¨®n del heredero.
Algunos analistas apuntan que el pr¨ªncipe se inspira en el ¡°modelo chino¡±: desarrollo econ¨®mico y control pol¨ªtico. Es posible. Pero, al margen de diferencias culturales de calado, ning¨²n proyecto justifica que se aplasten los deseos de los propios ciudadanos, m¨¢s a¨²n cuando se necesita su apoyo para sacarlos adelante.
Dos tercios de los saud¨ªes tienen menos de 30 a?os y en general han recibido con entusiasmo la apertura al exterior y la relajaci¨®n de las constricciones sociales que ha impulsado el heredero. Sin embargo, hace falta algo m¨¢s que un chute de nacionalismo y la promesa de mejoras materiales para legitimar su pr¨®ximo reinado. A pesar de su declarada apuesta por las mujeres y los j¨®venes, los l¨ªmites a la libertad de expresi¨®n y a la cr¨ªtica amenazan con convertir Arabia Saud¨ª en una distop¨ªa tecnol¨®gica. Antes de su encarcelamiento, Al Hathloul pidi¨® al pr¨ªncipe Mohamed que escuchara a los saud¨ªes.
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