Mujeres en pandemia: m¨¢s contribuci¨®n, menos igualdad
Es momento de incorporar m¨¢s voces femeninas expertas a la elaboraci¨®n de pol¨ªticas, exigir un equilibrio de g¨¦nero en la toma de decisiones
Conseguir que la vida cotidiana funcione pese a los riesgos sanitarios de las sucesivas olas de la pandemia es un reto colectivo. Es esencial que cada ma?ana las ni?as y ni?os vayan al colegio; que el comercio, las farmacias, los mercados, est¨¦n abiertos, con estanter¨ªas llenas; que no solo la sanidad, sino tambi¨¦n el resto de servicios p¨²blicos funcionen. En este contexto, destaca la centralidad de los cuidados. Sin cuidados no resolvemos la salud y el bienestar, y sin salud no recuperaremos la actividad econ¨®mica; sin atender las emergencias sociales, la recuperaci¨®n es aparente pero parcial...
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Conseguir que la vida cotidiana funcione pese a los riesgos sanitarios de las sucesivas olas de la pandemia es un reto colectivo. Es esencial que cada ma?ana las ni?as y ni?os vayan al colegio; que el comercio, las farmacias, los mercados, est¨¦n abiertos, con estanter¨ªas llenas; que no solo la sanidad, sino tambi¨¦n el resto de servicios p¨²blicos funcionen. En este contexto, destaca la centralidad de los cuidados. Sin cuidados no resolvemos la salud y el bienestar, y sin salud no recuperaremos la actividad econ¨®mica; sin atender las emergencias sociales, la recuperaci¨®n es aparente pero parcial, solo para unos pocos. Esta situaci¨®n hace m¨¢s evidentes las enormes carencias de los servicios p¨²blicos de salud, educaci¨®n y atenci¨®n a la dependencia, tras diez a?os de pol¨ªticas de austeridad y recortes que hicieron recaer esta carga sobre los hogares, es decir, sobre las mujeres. Cada vez que se elimina una beca de comedor, hay una mujer que tiene que dejar de trabajar, o pasar a jornada parcial, para hacerse cargo de preparar la comida de sus hijos.
Los impactos de g¨¦nero de la crisis del coronavirus, al igual que ocurri¨® en anteriores situaciones cr¨ªticas, suelen ser ignorados en la respuesta a la misma, porque se tiende a equiparar las situaciones de crisis con las guerras y, entre met¨¢foras militares, parece que las guerras son cosas de hombres. La Gran Recesi¨®n de 2008 (Mancession) inicialmente afect¨® m¨¢s a los hombres, en la construcci¨®n, la industria y el transporte. El sector servicios, feminizado, experiment¨® con crudeza, a partir de 2011, las pol¨ªticas de austeridad expansiva basadas en recortes del Estado de bienestar (salud, educaci¨®n, dependencia) que hoy lamentamos. La SheAusterity afect¨® gravemente al empleo de las mujeres, mayoritarias en estas actividades, a sus condiciones de trabajo ¡ªmenor jornada y peores salarios¡ª y tambi¨¦n a sus condiciones de vida, obligadas a ofrecer en sus hogares aquellos servicios que el sector p¨²blico recortaba, combinando con empleos a jornada parcial.
Algunos datos de la ¨²ltima Encuesta de Poblaci¨®n Activa (3T 2020) nos ayudan a comprender el papel crucial de las mujeres en la primera l¨ªnea de protecci¨®n de la ciudadan¨ªa, all¨ª donde la exposici¨®n al virus es mayor, y la necesidad de tener en cuenta su experiencia y necesidades. Hay medio mill¨®n largo de mujeres en las ocupaciones de profesionales de la salud (70,5% del total, duplicando el n¨²mero de hombres); un mill¨®n m¨¢s de mujeres (que representan el 80% del total) en residencias de mayores, atenci¨®n a enfermos y dependientes en el hogar; empleadas dom¨¦sticas, trabajadoras de la limpieza, etc¨¦tera. Estas dos categor¨ªas de ocupaciones representan conjuntamente el 17% del empleo femenino, por solo el 5% del masculino. En comercio y hosteler¨ªa, un mill¨®n y medio de mujeres, casi el 60% del total, nos atienden en estos trabajos imprescindibles, aunque poco considerados, mal pagados y particularmente impactados por la crisis.
Seg¨²n la cuarta ronda del Estudio de Seroprevalencia ENE-Covid, con datos de las ¨²ltimas semanas de noviembre pasado, entre los trabajadores en activo el segundo grupo m¨¢s afectado ¡ªdespu¨¦s del personal sanitario en su conjunto con un ¨ªndice de prevalencia global del 16,9%¡ª son las mujeres que cuidan dependientes en el domicilio (16,3%), las mujeres ocupadas en tareas de limpieza (13,9%) y las trabajadoras del sector socio sanitario (13,1%).
Esta presencia abrumadora de las mujeres en la primera l¨ªnea de la pandemia, no se refleja en la participaci¨®n femenina en los centros de decisi¨®n para luchar contra la misma, lo que conlleva otra secuela grave: la ausencia de la voz de las mujeres y de una perspectiva de g¨¦nero en las medidas adoptadas, sanitarias, econ¨®micas y sociales. Un estudio reciente de la Fundaci¨®n Bill y Melinda Gates llama la atenci¨®n sobre ello: las mujeres son apenas el 19% de los expertos y el 13% de los pol¨ªticos consultados en las noticias e informaci¨®n sobre la covid-19.
Si bien quedarse en casa forma parte integral de la estrategia contra la pandemia, la estrategia paralela de apoyo a los hogares es a¨²n muy d¨¦bil. Hemos destinado dinero a gastos importantes y urgentes, sanitarios y de empleo. Se han desplegado medidas de apoyo a variadas actividades econ¨®micas (cambios de horarios, de tipos y espacios de servicio, etc¨¦tera). Los hogares ¡ªahora convertidos en centros escolares de teleestudio, restaurantes para toda la familia, ludotecas, centros de cuidados sanitarios de baja intensidad, centros de teletrabajo y varias cosas m¨¢s¡ª son los grandes olvidados. Se da por supuesto que los hogares son sitios seguros para todos sus miembros (cosa que los datos de violencia de g¨¦nero desmienten), que toda la ciudadan¨ªa tiene un hogar en el que puede aislarse en condiciones aceptables (aunque, seg¨²n la encuesta ciudadana covid19impactsurvey, un 53% de los participantes menores de 60 a?os reporta no poderse aislar por compartici¨®n de hogar) y que las mujeres, que con mucho o con poco han sabido sacar la casa adelante, tambi¨¦n la sacar¨¢n de la pandemia. Pero la situaci¨®n de muchas mujeres y familias, como hemos descrito en los datos anteriores, es insostenible.
Para las mujeres, la combinaci¨®n de teletrabajo, apoyo al trabajo escolar de los hijos, tareas dom¨¦sticas y de cuidados, conlleva un alargamiento de las 27 horas que ya ven¨ªan dedicando semanalmente al ¨¢mbito privado (13 horas m¨¢s que los hombres, seg¨²n la Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo de 2015). Esto las coloca ante una triple o cu¨¢druple jornada: durante el d¨ªa cocinan, limpian y ayudan a sus hijas e hijos con las tareas, aprovechando para teletrabajar por la noche, cuando estos descansan. Tal situaci¨®n, claramente inmanejable, puede forzarlas a renunciar a su empleo y se refleja en la prevalencia de la jornada parcial entre las mujeres (22,3% del total del empleo femenino, frente al 6,8% del masculino). La renuncia al empleo es un riesgo particularmente grave en los hogares monoparentales encabezados por una mujer (1.538.200 hogares seg¨²n la Encuesta Continua de Hogares, 2018). Muchas de estas madres solas no tienen la posibilidad de teletrabajar, o simplemente no pueden trabajar en absoluto en esta situaci¨®n.
La conciliaci¨®n no puede resolverse solo con reducciones de jornada, permisos retribuidos y otras medidas que, si bien ofrecen tiempo a las mujeres, chocan con el exceso de responsabilidades que asumen y se convierten en una trampa, para mantener el empleo y las posibilidades de promoci¨®n. La soluci¨®n es la corresponsabilidad, no solo entre madres y padres, sino con la colaboraci¨®n de los empleadores y un aumento considerable de los servicios p¨²blicos de cuidado ¡ªguarder¨ªas, centros de d¨ªa, atenci¨®n post escolar, etc¨¦tera¡ª.
Las pol¨ªticas fiscales para hacer frente a la crisis deber¨ªan tener por tanto como objetivo espec¨ªfico a las mujeres, particularmente a las que est¨¢n en el l¨ªmite entre el sector formal e informal de la econom¨ªa, que deber¨ªan ser beneficiarias prioritarias del Ingreso M¨ªnimo Vital, combinando esta renta con empleo remunerado para que no abandonen el mercado de trabajo.
Finalmente, no podemos olvidar que la crisis derivada de la covid-19 se desenvuelve en un contexto profundamente disruptivo marcado por la cuarta Revoluci¨®n Industrial. En ese sentido, el Foro Econ¨®mico Mundial ¡ªen su reciente informe sobre el futuro de los empleos 2020¡ª advierte de que, en ausencia de esfuerzos proactivos, las desigualdades de g¨¦nero se ver¨¢n agravadas por el doble impacto de la transformaci¨®n tecnol¨®gica y la recesi¨®n pand¨¦mica. De esta manera, la actual brecha laboral y social puede verse dram¨¢ticamente reforzada por la consistente ¡ªy creciente¡ª brecha digital de g¨¦nero en los estudios, empleos, emprendimientos y espacios de innovaci¨®n tecnol¨®gica que marcar¨¢n nuestro futuro inmediato.
Es momento, pues, para dise?ar soluciones ambiciosas que partan de que el primer espacio en el que vivimos es el hogar. Es momento para incorporar m¨¢s voces femeninas expertas a la elaboraci¨®n de pol¨ªticas, exigir un equilibrio de g¨¦nero en la toma de decisiones, as¨ª como para incluir la ignorada perspectiva de g¨¦nero para garantizar que las experiencias diferentes y a menudo contrapuestas de mujeres y hombres sean reconocidas y abordadas en todos los espacios.
El Plan de recuperaci¨®n, transformaci¨®n y resiliencia de la econom¨ªa espa?ola del Gobierno reconoce el riesgo de agrandamiento de las desigualdades de g¨¦nero y apuesta por incorporar esta perspectiva como uno de sus cuatro ejes transversales. Igualmente, incluye entre sus diez pol¨ªticas palanca un plan de choque para la econom¨ªa de los cuidados centrado en las personas dependientes y mayores. Es sin duda un gran paso, pero conviene lanzar tres ideas clave para su desarrollo, que son resultado de evidencias sistem¨¢ticas en la evaluaci¨®n de estas pol¨ªticas: 1) la igualdad de g¨¦nero ha de incorporarse en la agenda con un enfoque integral y multidimensional; 2) los cuidados ata?en tambi¨¦n, de un modo muy relevante, a la infancia y no solo a la dependencia; y 3) la transversalidad de g¨¦nero requiere de un liderazgo permanente, mecanismos claros de aplicaci¨®n y evaluaci¨®n, aprendizajes, participaci¨®n, redes y comunicaci¨®n para no diluirse en el universo de las buenas intenciones y fracasar.
Equilibrar la contribuci¨®n aumentando la igualdad es hoy nuestro principal desaf¨ªo y nos va, literalmente, la vida en ello.
Este es el cuarto de una serie de art¨ªculos sobre las consecuencias de la pandemia desde ¨®pticas multidisciplinares elaborados por: Cecilia Casta?o, catedr¨¢tica en Econom¨ªa Aplicada en la Complutense de Madrid; Mar¨ªa ?ngeles Sall¨¦, doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Valencia; Capitolina D¨ªaz, catedr¨¢tica de Sociolog¨ªa en la Universidad de Valencia y Nuria Oliver, doctora en Inteligencia Artificial por el MIT cofundadora y vicepresidenta de ellis.eu.