Lo pecaminoso
Se le ha prestado atenci¨®n al pecado, y no para condenarlo
Se le ha prestado atenci¨®n al pecado, y no para condenarlo. En Londres la National Gallery con una exposici¨®n, Sin (Pecado), en la que solo hemos podido entrar virtualmente, y en el IVAM de Valencia, hasta el 21 de marzo, la muy amplia Des/orden moral en la Europa de entreguerras, con excelente cat¨¢logo. Como si, por azar o poder ps¨ªquico, los comisarios de ambas hubieran previsto que en un tiempo de extremada profilaxis las lujurias del arte nos desahogar¨ªan. Coincide sin embargo esa evocaci¨®n del desenfreno con una reincidencia en inculpar poco menos que de delincuente a Jaime Gil de Biedma, un hombre que pec¨®; sus desobediencias al sexto mandamiento las hizo ¨¦l mismo p¨²blicas en Retrato del artista en 1956, una de las (no muy numerosas) obras maestras de la literatura memorial en espa?ol. De su vida sin milagros se sab¨ªa por biograf¨ªas y cartas, pero nadie mejor que ¨¦l para contar sus andanzas prostibularias, al margen de las sentimentales (no todas masculinas), que tambi¨¦n las hubo. Hay que ser cuidadosos en las acusaciones hechas al tunt¨²n en el dominio er¨®tico. Casi la mitad de lo expuesto en el IVAM podr¨ªa haber sido secuestrado en una redada policial de un tiempo no lejano, puesto que all¨ª se muestra el desarreglo sexual, el cuerpo revertido, el desnudo sin edad, el deseo y su procacidad. Pecados ¨ªntimos permitidos ya desde que el avance social hizo caduca la ley que los persegu¨ªa. El c¨®digo penal, claro, sigue vigente para los muchos cr¨ªmenes a¨²n cometidos en nombre del sexo: el estupro, la pederastia familiar o religiosa, la violencia. A Gil de Biedma se le acusa en falso de abuso y vejaci¨®n, sacando conclusiones ternuristas que dan sonrojo, ya que de ning¨²n modo queda patente que el poeta calenturiento maltratase o humillase a quienes, por voluntad propia, y sin coacci¨®n, se iban con ¨¦l, de ligue, no de v¨ªctima. Pecados de la carne, sin cuerpo del delito ni asesino
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