Ayuno informativo
La ansiedad que genera la sobreinformaci¨®n de la pandemia requiere un periodismo responsable
Hace un tiempo que he comenzado lo que denomino ayuno informativo, esto es, un consumo deliberadamente reducido de noticias, en concreto, sobre la pandemia. No soy la ¨²nica, a juzgar por lo que escucho en mi entorno y he podido leer en la prensa mientras preparaba este texto. Me estaba volviendo paranoica, titulaba el semanario fra...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
Hace un tiempo que he comenzado lo que denomino ayuno informativo, esto es, un consumo deliberadamente reducido de noticias, en concreto, sobre la pandemia. No soy la ¨²nica, a juzgar por lo que escucho en mi entorno y he podido leer en la prensa mientras preparaba este texto. Me estaba volviendo paranoica, titulaba el semanario franc¨¦s Le Nouvel Observateur un art¨ªculo que, a principios de enero, recog¨ªa varios testimonios de personas, normalmente asiduas a la prensa y los noticieros, que han dejado de informarse sobre el coronavirus ¡°para preservar su salud mental¡±. El psic¨®logo y escritor Saverio Tomasella, citado en el art¨ªculo, constata que, ¡°desde un punto de vista cl¨ªnico, la salud de algunas personas ha empeorado a causa del estr¨¦s producido por la sobreinformaci¨®n¡± durante la pandemia. En un reciente sondeo realizado en Francia, llamados a elegir hasta tres calificativos para evaluar la cobertura medi¨¢tica de la crisis sanitaria, un 50% de los encuestados respondi¨® que era ¡°ansi¨®gena¡±, un 45% que era ¡°excesiva¡± y un 28%, ¡°catastrofista¡±.
Un estudio realizado en Estados Unidos concluye que existe una asociaci¨®n en los adultos estadounidenses entre angustia mental y ¡°un mayor tiempo dedicado a las redes sociales y a la consulta de un mayor n¨²mero de medios tradicionales para informarse sobre la covid¡±. Ya en 2017, otro sondeo del Reuters Institute indicaba que la raz¨®n principal de los encuestados para no consultar las noticias era que afectaba su estado de ¨¢nimo negativamente.
En una democracia es esencial que los ciudadanos puedan informarse adecuadamente de todas las cuestiones que les ata?en para participar activamente del debate p¨²blico. Que un n¨²mero creciente de ciudadanos recurra al ayuno informativo para preservar su salud mental no es una buena noticia. Aunque los t¨¦rminos infodemia, infoxicaci¨®n, infobesidad, y otros que sirven para describir un contexto de sobreinformaci¨®n, no son nuevos; parecen alcanzar una nueva dimensi¨®n con la pandemia cuando, tanto el exceso como la toxicidad de la informaci¨®n, llegan a producir malestar f¨ªsico. Se suele enfatizar la capacidad de las redes sociales para contaminar a la sociedad con noticias falsas, teor¨ªas del complot, recomendaciones sanitarias contraproducentes, etc¨¦tera, pero se habla mucho menos del papel de los medios tradicionales en el mantenimiento de un clima social ansi¨®geno que, eventualmente, repercute en el comportamiento y la salud mental de los individuos y la sociedad en su conjunto.
La propensi¨®n del periodismo a enfatizar los aspectos negativos de la realidad tampoco es nueva y obedece, seg¨²n los expertos, a que se asume que las malas noticias interesan m¨¢s al lector ¡ªy, por ende, venden m¨¢s¡ª, lo cual, parece, tiene cierta base neurocient¨ªfica: somos m¨¢s sensibles y, espont¨¢neamente, tendemos a reaccionar m¨¢s a los est¨ªmulos negativos. Al mismo tiempo, observamos c¨®mo ¨²ltimamente algunos medios han creado secciones y boletines de buenas noticias. Se trata de una tendencia interesante, que pone de manifiesto que algunos de ellos son conscientes de que los ciudadanos demandan mayores dosis de optimismo en la informaci¨®n que consumen en un momento de dificultad e incertidumbre como el actual. Sin embargo, no est¨¢ claro que ofrecer/consumir exclusivamente buenas noticias sea la soluci¨®n al problema en el largo plazo. Pues no se trata tanto de rehuir los contenidos dif¨ªciles como de informar sobre ellos de un modo m¨¢s completo y propositivo que no suma al lector en la desaz¨®n o la apat¨ªa.
En este sentido, son interesantes iniciativas como las que plantean el periodismo constructivo y el periodismo de soluciones que, desde hace unos a?os, tratan de difundir algunos profesionales a trav¨¦s de institutos, talleres y redes de trabajo. Danielle Batist, fundadora de Constructive Journalism Project, sostiene que ¡°un art¨ªculo no deber¨ªa concluir en el porqu¨¦ y dejar a los lectores sinti¨¦ndose impotentes acerca de qu¨¦ hacer con esa informaci¨®n¡±. Explica que a las cinco preguntas b¨¢sicas del periodismo ¡ªqui¨¦n, qu¨¦, d¨®nde, cu¨¢ndo y por qu¨¦¡ª hay que a?adir una sexta: ?y ahora qu¨¦? Desde la latinoamericana Fundaci¨®n Gabo se promueve un periodismo de soluciones ¡°que busca investigar y narrar historias que aborden las respuestas que dan o podr¨ªan dar los ciudadanos e instituciones a problemas sociales en la regi¨®n¡±. En ambos casos se entiende que el papel de los medios no debe limitarse a denunciar los problemas, sino a contribuir activa y prioritariamente a difundir las distintas soluciones que, desde todos los ¨¢mbitos de la sociedad, y no s¨®lo desde los Gobiernos, se est¨¢n emprendiendo para solucionarlos. Si esto puede sonar ambicioso, quiz¨¢, para empezar, bastar¨ªa con que los medios trataran de ponerse en la piel del lector que consulta las noticias al comienzo de su jornada ¡ªo, al final, tras un largo d¨ªa de trabajo¡ª para que, entre un titular dram¨¢tico y otro m¨¢s equilibrado y sosegado, escojan este ¨²ltimo.
Olivia Mu?oz-Rojas es doctora en Sociolog¨ªa por la London School of Economics e investigadora independiente. oliviamunozrojasblog.com