Nevenka, tal como ¨¦ramos
Solo asumiendo los errores como parte de nuestra naturaleza podremos entender la hondura del acoso que sufri¨® esa joven a la que el tiempo ha dado de tal manera la raz¨®n que todo un pueblo debiera pedirle disculpas
Si alguna duda cabe sobre lo que es consentir una relaci¨®n sexual o no consentirla, el documental sobre el caso Nevenka nos la despeja desde la perspectiva que nos conceden 20 a?os de distancia. Conviene verlo para observar un pa¨ªs sin duda distinto, pero tambi¨¦n exige un compromiso al espectador. El caso Nevenka nos obliga a una mirada activa y reflexiva, sobre todo a los que tenemos edad para recordar qu¨¦ es lo que pens¨¢bamos de aquella joven que denu...
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Si alguna duda cabe sobre lo que es consentir una relaci¨®n sexual o no consentirla, el documental sobre el caso Nevenka nos la despeja desde la perspectiva que nos conceden 20 a?os de distancia. Conviene verlo para observar un pa¨ªs sin duda distinto, pero tambi¨¦n exige un compromiso al espectador. El caso Nevenka nos obliga a una mirada activa y reflexiva, sobre todo a los que tenemos edad para recordar qu¨¦ es lo que pens¨¢bamos de aquella joven que denunci¨® por acoso sexual al alcalde que la hab¨ªa nombrado concejala de Hacienda, despu¨¦s de haber cedido a sus deseos en varias ocasiones. Conviene verlo as¨ª, con los ojos de aquel a?o 2000 y no con nuestros ojos de ahora, para saber que hemos cambiado, y que este cambio, este poner en duda el trato de la justicia y del juicio social hacia las mujeres, se ha debido a un activismo machac¨®n que ha se?alado que la voluntad de las mujeres no puede doblegarse ni porque se est¨¦ borracha ni porque se elija el atajo m¨¢s oscuro para regresar a casa ni porque se est¨¦ casada ni porque se haya cedido una vez. Las im¨¢genes que ilustran la historia de Nevenka nos muestran a la Espa?a del pelotazo, de la burbuja inmobiliaria, aquel pa¨ªs en el que un alcalde pod¨ªa manejar un municipio como un se?or feudal. Si adem¨¢s se trataba, como es el caso, de un empresario del ocio nocturno que repart¨ªa trabajos por doquier a los vecinos, el tipo se convert¨ªa en un dictadorcillo incontestable. La capacidad de hacer prosperar a una ciudad a base de ladrillos concedi¨® un poder extraordinario a los gobernantes. Dentro de esa noci¨®n abusiva del poder se sit¨²a el brutal acoso al que Ismael ?lvarez someti¨® a la concejala. El fiscal que fue retirado del juicio por interrogar a la testigo como si fuera una acusada, con aquel c¨¦lebre ¡°usted no es la empleada del Hipercor que le tocan el trasero y tiene que aguantarse porque es el pan de sus hijos¡±, ejemplific¨® mejor que nadie cu¨¢l ha sido tradicionalmente la concepci¨®n popular y procesal (en muchos casos) del consentimiento: si no defiendes tu virtud con u?as y dientes es porque, chica, te est¨¢s dejando.
Conviene celebrar en v¨ªsperas de este 8 de marzo de restricciones pand¨¦micas (algunos celebran las restricciones, s¨ª) los pasos adelante que se han dado, para que no se olviden. Quiero pensar que Nevenka, hoy, recibir¨ªa apoyos tanto de su partido como de sus adversarios, y que un acto en defensa de un acosador y en contra de una v¨ªctima no congregar¨ªa a 3.000 ciudadanos en la plaza del pueblo. Aunque todav¨ªa est¨¢ muy arraigada esa idea de que la mujer ha de ser buena y parecerlo, es en nuestra mentalidad colectiva donde el pa¨ªs ha experimentado un avance considerable. Es posible que las Nevenkas de hoy que acceden a una concejal¨ªa tengan un mayor conocimiento de ese vocabulario que pone nombre a lo inaceptable: abuso, acoso sexual. De cualquier manera, para que no se confunda lo fundamental con lo leve, es urgente distinguir entre los actos punibles (como as¨ª eran los del alcalde de Ponferrada) y aquellos que pudieran ser solo reprochables. Convertir cualquier comportamiento de mal gusto en delito solo consigue provocar desconfianza hacia la causa feminista y da una idea de fragilidad de este sexo al que durante siglos estigmatizaron como el d¨¦bil. Los encuentros sexuales son tan gustosos e imperfectos como los mismos humanos somos; rozan lo sublime, pero tambi¨¦n intervienen en ellos torpezas, concesiones y malentendidos que la mayor¨ªa de las veces son negociados sin cobrarse v¨ªctimas entre los implicados. No todo se regula, no todo se ha de penalizar, porque solo asumiendo los errores como parte de nuestra naturaleza podremos entender la hondura del acoso que sufri¨® esa joven llamada Nevenka, a la que el tiempo ha dado de tal manera la raz¨®n que todo un pueblo debiera pedirle disculpas.