Cuando #MeToo se dec¨ªa ¡°yo tampoco¡±
Nevenka Fern¨¢ndez gan¨® un juicio, pero no tuvo alrededor un pa¨ªs que le dijera ¡°me too¡±. Todos dijeron ¡°yo tampoco¡±. El ¨²nico que le tendi¨® la mano fue un escritor
La soledad de Nevenka Fern¨¢ndez se expresa muy bien en la puesta en escena de su testimonio en el documental de Netflix producido por Newtral. Contra un fondo oscuro, sentada, en plano medio, en el centro y mirando a c¨¢mara. Un jersey rojo y el pelo recogido. Solo al final del tercer episodio, con unos planos filmados a trav¨¦s de una ventana, comprobamos que no est¨¢ sola, que ha pasado estos a?os con Lucas, su pareja, y dos hijos que han crecido en el extranjero, lejos y seguramente ajenos a Ponferrada.
El plano recuerda al de la rueda de prensa en la que dimiti¨® y acus¨® de acoso sexual a su jefe, el alcalde. Hoy, como entonces, Nevenka est¨¢ sola, valiente a su pesar, clara en sus palabras, con la misma firmeza fr¨¢gil que derrib¨® a un hombre poderoso a quien nadie tos¨ªa. La soledad de entonces fue impuesta. La de hoy es elegida. Ha aprendido a no esperar nada de Espa?a. Los espectadores lavamos la conciencia con esos planos de felicidad dom¨¦stica. Est¨¢ bien, nos decimos con alivio, porque sabemos que no hicimos nada por su bienestar.
Juan Jos¨¦ Mill¨¢s intuy¨® que tras Nevenka hab¨ªa muchas Nevenkas, y escribi¨® un libro para invocarlas y limpiar la mugre de los despachos y las oficinas de Espa?a. Las hay, pero no salieron. Tras Nevenka solo hubo silencio. Su acosador, que no ha querido hablar, volvi¨® a presentarse a unas elecciones y sac¨® cinco concejales. Hoy vive tan pancho en la Ponferrada que Nevenka no pisa. Ella gan¨® un juicio, pero no tuvo alrededor un pa¨ªs que le dijera ¡°me too¡±. Todos dijeron ¡°yo tampoco¡±. El ¨²nico que le tendi¨® la mano fue un escritor. Su caso no es precedente ni pionero, tan solo es un motivo de verg¨¹enza para una sociedad que no supo aguantar su mirada directa y limpia.
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