El abuelo tiene un plan
Igual que el virus precisa de organismos predispuestos a infectarse, la econom¨ªa mundial necesita a los ciudadanos en modo comprador
El presidente Joe Biden ha lanzado un plan de est¨ªmulo econ¨®mico para salvar a Estados Unidos del desastre de la pandemia. Los detalles a¨²n est¨¢n por estudiar, pero en la visi¨®n de conjunto se atisba un modelo de resistencia que propone aguantar los meses m¨¢s duros de bloqueo con ayudas personales y familiares. Tendr¨¢n que reescribirse muchos libros de econom¨ªa para contarnos lo que est¨¢ pasando, a¨²n es pronto. Conoceremos los ...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
El presidente Joe Biden ha lanzado un plan de est¨ªmulo econ¨®mico para salvar a Estados Unidos del desastre de la pandemia. Los detalles a¨²n est¨¢n por estudiar, pero en la visi¨®n de conjunto se atisba un modelo de resistencia que propone aguantar los meses m¨¢s duros de bloqueo con ayudas personales y familiares. Tendr¨¢n que reescribirse muchos libros de econom¨ªa para contarnos lo que est¨¢ pasando, a¨²n es pronto. Conoceremos los efectos en ese margen de futuro inmediato que nos permite un presentismo exacerbado, en el que ma?ana es lo m¨¢s tarde que alcanzamos a ver. Lo que est¨¢ claro es que el mercado acaba de confesar que no es omnipotente, pues necesita de las personas para existir. En resumidas cuentas, la biolog¨ªa se apunta un triunfo inesperado. Los que cre¨ªan que estaba superada la amenaza vital, los que aguardaban un pl¨¢cido fin de la historia tendr¨¢n que esperar. El g¨¦nero humano ha venido para quedarse, con sus contradicciones, sus chapuzas y su maravillosa debilidad. El mosquito, la cucaracha y el chinche nos recuerdan que el mamut y el dinosaurio pueden parecer enormes y poderosos, pero su longevidad no responde al tama?o.
Es algo tan brutal como contarle a un cineasta espa?ol de hace 30 a?os que ver¨ªa una gala de los Goya en la que Robert De Niro, Dustin Hoffman y Glenn Close se solidarizar¨ªan con nuestra industria. Dedicarse al cine espa?ol ha significado siempre asumir una rareza, una especie de fantas¨ªa de resistencia aprendida en los c¨®mics de Ast¨¦rix. Y ahora resulta que estamos todos en el mismo barco, despu¨¦s de a?os de colonizaci¨®n, marginaci¨®n y abuso de posici¨®n dominante. Como predec¨ªamos, de seguir la econom¨ªa depredadora por su camino, asistir¨ªamos al derrumbe de todo, con El Corte Ingl¨¦s en cabeza, frente al dominio monopol¨ªstico de gigantes como Amazon o Google. Lo que logr¨® el s¨¢bado noche la agenda de Antonio Banderas no lo hab¨ªan logrado ni los gobiernos mejor intencionados, porque significa el derecho a existir. En la nueva econom¨ªa que deja detr¨¢s la pandemia del coronavirus vamos a asistir a un acontecimiento parecido. Los todopoderosos han de ver que su supervivencia depende de un cierto equilibrio ecol¨®gico.
Todos los intentos por regular el mercado han obtenido siempre un mismo resultado. Si proteges los alquileres, los rentistas se retraen. Si penalizas a las el¨¦ctricas, el recibo se infla de tasas y a?adidos. Si conminas a los bancos a limitar sus beneficios, extraen de sus pr¨¦stamos una mayor cucharada. Y si aplicas un gravamen a Amazon o Google vemos lo que ha pasado, que el primero aplica a los productores una tasa en compensaci¨®n y el segundo fija un porcentaje mayor a sus anunciantes. Lo que necesit¨¢bamos era una declaraci¨®n de amor del perro a la pulga. Y esta ha llegado. Nadie pervive sin su clientela, ning¨²n negocio es m¨¢s fuerte que sus consumidores. Solo nos faltaba que lo dijeran en voz alta. Igual que el virus precisa de organismos predispuestos a infectarse, la econom¨ªa mundial necesita a los ciudadanos en modo comprador. Ha llegado la hora en que los fuertes les dicen a los d¨¦biles que sin ellos no son nada. Y quiz¨¢ es el momento en que el dinero, dios contempor¨¢neo, reconoce que no es nada sin las manos y los bolsillos de esos seres diminutos que lo transportan e intercambian.