Biden impacienta a Cuba
El presidente se lo piensa sin prisas para que la Isla, que s¨ª las tiene, se retrate. Podr¨¢ hacerlo en el pr¨®ximo Congreso del partido
Durante su viaje a Cuba, Barack Obama no concedi¨® entrevistas a la prensa oficial y prefiri¨® acudir al programa humor¨ªstico Vivir del cuento, el m¨¢s popular de la televisi¨®n, para humanizar el imperialismo yanqui y cortejar a los espectadores con una partida de domin¨®. Su abarcador discurso en el Teatro de la Habana fue aplaudido por unos, cuando rechaz¨® el embargo, y por otros, cuando reclam¨® derechos humanos. Corri¨® el gui?o de que hubiera ganado un esca?o en la Asamblea Nacional por una circ...
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Durante su viaje a Cuba, Barack Obama no concedi¨® entrevistas a la prensa oficial y prefiri¨® acudir al programa humor¨ªstico Vivir del cuento, el m¨¢s popular de la televisi¨®n, para humanizar el imperialismo yanqui y cortejar a los espectadores con una partida de domin¨®. Su abarcador discurso en el Teatro de la Habana fue aplaudido por unos, cuando rechaz¨® el embargo, y por otros, cuando reclam¨® derechos humanos. Corri¨® el gui?o de que hubiera ganado un esca?o en la Asamblea Nacional por una circunscripci¨®n de barrio. Resulta dif¨ªcil imaginarse a Joe Biden cachonde¨¢ndose en mangas de camisa, y tan convencido como Obama de que la zanahoria sea mejor que el palo para conseguir el cambio con may¨²sculas en la isla. Se lo piensa sin prisas para que Cuba, que s¨ª las tiene, se retrate. Podr¨¢ hacerlo en el pr¨®ximo congreso del partido.
La prensa del r¨¦gimen tampoco parece convencida de su rumbo e influencia; la burocracia, sabedora de que la comunicaci¨®n es una herramienta estrat¨¦gica, practica el ocultismo y la abstenci¨®n con m¨¢s miedo que alma. Desarbolada por la globalizaci¨®n, y sin la portentosa oratoria de Fidel Castro, la comunicaci¨®n de la revoluci¨®n cubana naufraga. La defensa de los principios fundacionales constituye el principal desaf¨ªo de su prensa e instituciones, asediados por internet, los cambios generacionales, el desgaste de las consignas, los digitales antigubernamentales y las campa?as de EE UU dirigidas a los j¨®venes. Pero el cerco m¨¢s acuciante no procede del exterior ni de las invisibles movilizaciones por la democracia, sino de una econom¨ªa inoperante, generadora de emigraci¨®n, desabastecimiento y colas. Apenas triunfos que publicar, apenas resultados para esperanzar.
La notificaci¨®n de que la actividad privada autorizada alcanzar¨¢ las 2.000 ocupaciones no ha sido tan poderosa medi¨¢ticamente como se pretend¨ªa ni ha impresionado al nuevo Ejecutivo estadounidense, m¨¢s interesado en la respuesta del r¨¦gimen a la subversi¨®n ideol¨®gica del Movimiento de San Isidro y la canci¨®n Patria y vida; tambi¨¦n, a la rentabilidad electoral en Florida del activismo disidente. Antes de la distensi¨®n, la Casa Blanca ponderar¨¢ el alcance de la tolerancia, la represi¨®n y los negocios: quiere se?ales de que la eventual atenuaci¨®n de las leyes Torricelli y el T¨ªtulo III de la Helms Burton ser¨¢ correspondida con medidas ambiciosas.
Ser¨ªa alentador que el conclave partidista de abril acompa?ara la designaci¨®n del nuevo secretario, en sustituci¨®n de Ra¨²l Castro, con una nomenclatura comprometida con reformas liberalizadoras, sin aplazamientos ad calendas graecas. El r¨¦gimen demostr¨® que puede resistir el embargo sobre las espaldas de una poblaci¨®n acreedora de libertades y bienestar, igual que los periodistas revolucionarios, de verdad o fingiendo serlo, aherrojados por la propaganda cuando les desaf¨ªan realidades m¨¢s perentorias que la anacr¨®nica Radio Mart¨ª.