Sindemia: las fragilidades de la actual civilizaci¨®n neomoderna
La crisis producida por el coronavirus no puede entenderse sin considerar el golpeado entorno social
M¨¢s de dos millones y medio de personas fallecidas por covid-19, y m¨¢s de un a?o de expansi¨®n del virus a lo largo y ancho del planeta, nos apremian a reflexionar sobre aquellos elementos de nuestras globalizadas sociedades neomodernas que puedan haber favorecido la intensidad del da?o. Para ello necesitamos un nuevo marco conceptual como el sind¨¦mico que fue propuesto por Merril Singer en los noventa y que evidencia las interacciones biol¨®gicas y sociales de las enfermedades para mejorar el diagn¨®sti...
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M¨¢s de dos millones y medio de personas fallecidas por covid-19, y m¨¢s de un a?o de expansi¨®n del virus a lo largo y ancho del planeta, nos apremian a reflexionar sobre aquellos elementos de nuestras globalizadas sociedades neomodernas que puedan haber favorecido la intensidad del da?o. Para ello necesitamos un nuevo marco conceptual como el sind¨¦mico que fue propuesto por Merril Singer en los noventa y que evidencia las interacciones biol¨®gicas y sociales de las enfermedades para mejorar el diagn¨®stico, tratamiento y dise?o de las pol¨ªticas sociosanitarias. El enfoque sind¨¦mico en la presente pandemia significa repensar, al lado de los factores propiamente biosanitarios, las insuficiencias de nuestra organizaci¨®n social, de nuestra cultura ciudadana, y especialmente los puntos d¨¦biles de nuestra relaci¨®n con los sistemas de gobernanza que nos hemos dado en los pa¨ªses democr¨¢ticos.
La crisis producida por la covid-19 es un ejemplo de sindemia, pues no puede entenderse sin considerar el golpeado entorno social. Con el prop¨®sito de entenderla, abordaremos los cuatro grandes condicionantes sind¨¦micos de este caso: cognitivos y culturales, sociales, econ¨®micos y pol¨ªticos que han favorecido el desarrollo de la sindemia.
1. La falsa sensaci¨®n de seguridad (por parte tanto de los poderes p¨²blicos como de la ciudadan¨ªa) de nuestras sociedades neomodernas. Las sociedades occidentales posteriores a la Segunda Guerra Mundial nos hemos acomodado a unos buenos niveles de seguridad (f¨ªsica, econ¨®mica, social, y tambi¨¦n sanitaria) individuales y colectivos. Esta red multidimensional de seguridades, asumidas como obvias y alimentadas por varios sesgos cognitivos, incluyendo la ilusi¨®n de control, se ha visto desafiada por la presente sindemia, aunque ya lo fue por la gran recesi¨®n de 2008.
2. Un desastre que no pudimos (?quisimos?) prever. Desde hace d¨¦cadas, la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) ven¨ªa advirtiendo sobre el riesgo de una pandemia global. El informe anual de la OMS de septiembre de 2019 advirti¨® del riesgo de una pandemia global por una enfermedad infecciosa. Estas advertencias no movieron a los gobiernos para prevenir tal riesgo de pandemia, por diversos motivos: Por la falta de priorizaci¨®n de medidas de prevenci¨®n en las agendas pol¨ªticas frente a una atenci¨®n a lo urgente y a la mitigaci¨®n de problemas existentes: la reacci¨®n prima sobre la pro-acci¨®n; y por las dificultades en la comunicaci¨®n a la ciudadan¨ªa de riesgos hipot¨¦ticos y las consecuencias potenciales en el sentimiento colectivo.
3. El impacto de los humanos en el ecosistema global. En nuestro desarrollo como especie hemos generado un ecosistema humano cada vez m¨¢s complejo, cada vez con un mayor n¨²mero de elementos conectados de manera m¨¢s y m¨¢s compleja y cuasi-instant¨¢nea. Esa interconexi¨®n se desarrolla en tres niveles principales.
En el nivel geof¨ªsico, con la crisis clim¨¢tica, causada por la quema de combustibles f¨®siles y que modifica la composici¨®n de la atm¨®sfera terrestre y los equilibrios que sostienen la vida sobre la Tierra. En el nivel biol¨®gico, nuestro desarrollo ha conllevado una reducci¨®n de la biodiversidad del planeta y un aumento del n¨²mero de humanos y su mayor movilidad. Es el escenario so?ado por cualquier agente biol¨®gico oportunista ¡ªde creaci¨®n natural o artificial¡ª con el potencial de extenderse con inmensa rapidez. En el nivel comunicacional, los mensajes y con ellos las nuevas ideas, conceptos y modas, buenas o malas, se transmiten y comparten viralmente ¡ªgracias a los medios digitales de comunicaci¨®n e interacci¨®n social¡ª. Esos medios nos permiten e invitan a tratarnos (tanto en modo ¡°modo biol¨®gico¡± como en ¡°modo digital¡±) en contextos m¨¢s diversos y con m¨¢s gente de la que nos era accesible antes. Este es terreno abonado para la emergencia de innovaciones biol¨®gicas tan s¨²bitas y da?inas como las pandemias; y de innovaciones potencialmente desestabilizadoras de tal complejidad y densidad que son imposibles de abarcar por cualquier mente humana, individual o colectiva. Nuestra propia capacidad de interacci¨®n y comunicaci¨®n, en esta neomoderna era global, nos desborda. Escapa a nuestro control.
4. Los nuevos problemas de agencia: La externalizaci¨®n de la responsabilidad, la alienaci¨®n de la gente y el extra?amiento de una parte de la ciudadan¨ªa. Nuestra neomodernidad conlleva un auge del individualismo y la reclamaci¨®n de una libertad individual casi ilimitada. La vemos en la reivindicaci¨®n de fiestas clandestinas o en el negacionismo del virus. Parad¨®jicamente, este af¨¢n ilimitado de libertad y de afirmaci¨®n de la voluntad individual como medida de todas las cosas, se da a la vez que depositamos la responsabilidad de las consecuencias da?inas de nuestras acciones en las autoridades. Podr¨ªa decirse que somos sociedades doblemente infantilizadas. En el ¨¢mbito personal, no aceptamos aquello que nos frustra, culpamos a las autoridades de nuestra falta de responsabilidad y, aun teniendo el nivel educativo m¨¢s elevado de la historia, creemos en bulos y noticias pseudocient¨ªficas que sintonizan con nuestros deseos o refuerzan nuestros temores. Desde el ¨¢mbito pol¨ªtico, con frecuencia, se corteja esa infantilizaci¨®n y se emiten mensajes demag¨®gicos, simplistas y categ¨®ricos que parecer¨ªan indecorosos a la clase pol¨ªtica de hace solo unas d¨¦cadas.
La falta de agencia, la impotencia y el desenga?o, producen tambi¨¦n un extra?amiento cognitivo. Esto es, personas que no se sienten referidas o representadas por lo que se dice desde el poder o desde los medios y que manifiestan un malestar social que ya es duradero. El desenga?o lleva a la p¨¦rdida de confianza en quienes nos gobiernan. As¨ª, seg¨²n ourwoldindata.org, la p¨¦rdida de confianza en los gobiernos lleva d¨¦cadas produci¨¦ndose. En Espa?a s¨®lo un 32% de la poblaci¨®n tiene confianza en nuestro Gobierno, pero el 97% conf¨ªa en el personal de medicina y enfermer¨ªa.
En los ¨²ltimos 50 a?os hemos crecido vertiginosamente e incrementando nuestra calidad de vida. Pero no hemos sido capaces de adaptar nuestro modelo de gobernanza a los riesgos, demandas y retos planteados por el desarrollo de nuestra civilizaci¨®n, cosa evidenciada por la sindemia del SARS-CoV-2. No olvidemos que todo reto es una oportunidad. Aprovechemos esta terrible pandemia para evolucionar nuestro sistema de interacci¨®n social y de gobernanza hacia un modelo que combine lo urgente con lo importante, el corto con el medio y largo plazo, que sea m¨¢s participativo, m¨¢s basado en la evidencia, m¨¢s justo y sostenible.
Este es el octavo de una serie de art¨ªculos sobre las consecuencias de la pandemia desde ¨®pticas multidisciplinares elaborados por: Mar¨ªa ?ngeles Sall¨¦, doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Valencia; Capitolina D¨ªaz, catedr¨¢tica de Sociolog¨ªa en la Universidad de Valencia; Cecilia Casta?o, catedr¨¢tica en Econom¨ªa Aplicada en la Complutense de Madrid, y Nuria Oliver, doctora en Inteligencia Artificial por el MIT, cofundadora y vicepresidenta de ellis.eu.