Respirar
La haza?a espiritual consiste en ser capaz de recuperar con este ejercicio algunos de los perdidos aromas que a lo largo de la vida se han constituido en una estructura de tu memoria
Aprender a respirar es toda una haza?a espiritual. En este caso no se trata solo de inhalar por la nariz lenta y profundamente el ox¨ªgeno del aire para llenarte de energ¨ªa nueva, llevarlo hasta el fondo de los pulmones, retenerlo lo m¨¢s posible y exhalar por la boca para liberar la energ¨ªa vieja convertida en anh¨ªdrido carb¨®nico. La haza?a espiritual consiste en ser capaz de recuperar con este ejercicio de respiraci¨®n algunos de los perdidos aromas que a lo largo de la vida se han constituido en una estructura de tu memoria. Para la gente de mi generaci¨®n es el olor a linotipia de aquellos cro...
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Aprender a respirar es toda una haza?a espiritual. En este caso no se trata solo de inhalar por la nariz lenta y profundamente el ox¨ªgeno del aire para llenarte de energ¨ªa nueva, llevarlo hasta el fondo de los pulmones, retenerlo lo m¨¢s posible y exhalar por la boca para liberar la energ¨ªa vieja convertida en anh¨ªdrido carb¨®nico. La haza?a espiritual consiste en ser capaz de recuperar con este ejercicio de respiraci¨®n algunos de los perdidos aromas que a lo largo de la vida se han constituido en una estructura de tu memoria. Para la gente de mi generaci¨®n es el olor a linotipia de aquellos cromos de futbolistas y tebeos, el de los l¨¢pices Alpino y el de las gomas de borrar con sabor a coco, el del confesionario donde el pecado de la carne se confund¨ªa con el aliento a tabaco de picadura que fumaba el confesor, el de la brea de las barcas varadas en la playa, el del jab¨®n Heno de Pravia que se usaba en casa, el del pegamento de los parches en el neum¨¢tico de la bicicleta, el de las tahonas y confiter¨ªas que en los antiguos S¨¢bados de Gloria horneaban las monas de Pascua, el de los salazones en la alacena, el de alcanfor del armario ropero, el del serr¨ªn h¨²medo con que se barr¨ªa el bar y el cine del pueblo, el de las jaras que te ara?aban las pantorrillas en las excursiones por el monte en primavera, el de los pinos mojados despu¨¦s de una tormenta de verano, el del humus de las hojas fermentadas de oto?o. Despu¨¦s de tantos a?os esos aromas est¨¢n todav¨ªa en el cerebro. Se trata de respirarlos con el pensamiento y a la hora de exhalarlos liberar tambi¨¦n como el anh¨ªdrido carb¨®nico, que los acompa?aba, la miseria de postguerra, la represi¨®n y el silencio de cuantos fueron obligados a callar. Inspirar, exhalar, es como escalar la propia monta?a. De subida todo claro, de bajada todo oscuro, as¨ª una y otra vez hasta aprender que tu vida est¨¢ en el aire.