Hablemos de lo nuestro
Habr¨¢ que estudiar alg¨²n d¨ªa qui¨¦n engorda a qui¨¦n: si el pol¨ªtico vendiendo sus politiqueos al analista o el analista comprando raudo el mensajito politiqueril
Entiendo de qu¨¦ se habla cuando se asegura que todo es pol¨ªtica, pero no puedo evitar que me produzca una terrible pereza. Porque suele imponerse el sentido pervertido del t¨¦rmino, confundi¨¦ndose pol¨ªtica con sectarismo, con partidismo, con la defensa acr¨ªtica de los nuestros y el revanchismo ciego hacia los contrarios. Todo es pol¨ªtica se basa hoy en un politiqueo que altera el juicio no solo de quien lo practica, sino de quien escucha. C¨®mo no vamos a andar todos politiqueando. Politiqueo es, por ejemplo, asumir que ...
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Entiendo de qu¨¦ se habla cuando se asegura que todo es pol¨ªtica, pero no puedo evitar que me produzca una terrible pereza. Porque suele imponerse el sentido pervertido del t¨¦rmino, confundi¨¦ndose pol¨ªtica con sectarismo, con partidismo, con la defensa acr¨ªtica de los nuestros y el revanchismo ciego hacia los contrarios. Todo es pol¨ªtica se basa hoy en un politiqueo que altera el juicio no solo de quien lo practica, sino de quien escucha. C¨®mo no vamos a andar todos politiqueando. Politiqueo es, por ejemplo, asumir que las elecciones en Madrid son un ensayo de las generales. Es el mantra de Ayuso, su rayo paralizador ante cualquier cr¨ªtica concreta, que han aceptado sin rechistar tantos comentaristas. Si los Globos de Oro son la antesala de los Oscar, como se repite cansinamente cada a?o, las elecciones de Madrid se nos anuncian como la antesala de las generales. Habr¨¢ que estudiar alg¨²n d¨ªa qui¨¦n engorda a qui¨¦n en este conchabeo: si el pol¨ªtico vendiendo sus politiqueos al analista o el analista comprando raudo el mensajito politiqueril. Politiqueo es decir que estas elecciones van de Espa?a. Politiqueo es afirmar que el partido se juega entre S¨¢nchez y Ayuso, politiqueo es pensar que el nacionalismo son los otros y al mismo tiempo propagar esa imagen id¨ªlica de Madrid como hogar de almas extraviadas que acuden en busca de la libertad. Ya no es cierto. No es posible sostener el mismo discurso de quienes llegamos aqu¨ª en los setenta. Madrid es en el presente una ciudad dura, dur¨ªsima para muchos habitantes a los que no les llega el sueldo para la vivienda, que han visto mermada la capacidad de los servicios p¨²blicos para atenderles. Madrid son muchas ciudades, cuyas fronteras invisibles, pero implacables son la consecuencia de diferencias socioecon¨®micas cada vez m¨¢s notables. Madrid es una de las ciudades m¨¢s desiguales de Europa. Mantener la loa po¨¦tica sobre la calidez de Madrid y blablabl¨¢ es obviar sus deficiencias, es no amarla en la pobreza y en la enfermedad, como as¨ª se supone que son los grandes amores. Vender el dinamismo econ¨®mico de Madrid en contraste con Catalu?a es tratar de infundir a la ciudadan¨ªa un orgullo idiota y est¨¦ril, porque hay mucha gente que no cata nada de esa prosperidad. Convertir estas elecciones en un combate en el que solo suben al ring S¨¢nchez y Ayuso es ignorar a l¨ªderes que han prestado su voz a los ciudadanos durante la pandemia. M¨®nica Garc¨ªa, por ejemplo, no es una desconocida para quienes han seguido sus r¨¦plicas en la Asamblea. Muchos desear¨ªamos que se debatiera sobre sanidad, no solo en gesti¨®n pand¨¦mica, tambi¨¦n sobre educaci¨®n, medio ambiente, dependencia, sobre deterioro de los servicios externalizados, sobre algo que salta a la vista, el aumento exponencial de la agresividad del tr¨¢fico en el ¨²ltimo a?o, algo que cualquier peat¨®n aprecia y que se ha traducido en m¨¢s accidentes y m¨¢s retiradas de carn¨¦s. Madrid, la ciudad, compensaba antes su aspereza, sus contratiempos de ciudad cara, con esa vida social rica que siempre la ha caracterizado, pero la pandemia ha hecho palpable su cotidianidad descuidada. Ignorar ese descuido clamoroso envolviendo las carencias en banderas de Espa?a, comunismos, fascismos, defensas histri¨®nicas de la libertad o adoptando una actitud defensiva y victimista frente a un supuesto antimadrile?ismo de quienes nos envidian por nuestra prosperidad es insultante.
Morder el anzuelo de Madrid como eterno paradigma del politiqueo espa?ol es, una vez m¨¢s, olvidarse de su poblaci¨®n. Es el momento de reflexionar y fomentar debates sobre el futuro. Lo est¨¢n haciendo en ?msterdam, lo han hecho en Venecia, que ya era dif¨ªcil, se lo plantean grandes ciudades europeas que fagocitan a los pueblos de su entorno. Exijamos que se eleve el debate, obviemos lo bajuno, no entremos al trapo de declaraciones estramb¨®ticas que solo sirven para desviar el foco de lo importante. Si quieren ganar unas elecciones generales, que se lo curren cuando toque. Por respeto y amor a esta comunidad, hablemos de lo nuestro.