Las sociedades autoritarias no soportan a quienes disienten. Los acallan o expulsan mediante el amedrentamiento, la c¨¢rcel y, en las versiones m¨¢s extremas y totalitarias, hasta con la liquidaci¨®n f¨ªsica. En las sociedades democr¨¢ticas, aunque con medios diferentes, tambi¨¦n hay quienes persiguen el objetivo de desalentar el disenso, acallar voces alternativas y cr¨ªticas. Suelen ser grupos de activistas, a veces terminales de los partidos e incluso de los gobiernos, y en ocasiones servicios de potencias extranjeras. Este tipo de actuaciones tan inquietantes no son excepcionales en Occidente y h...
Las sociedades autoritarias no soportan a quienes disienten. Los acallan o expulsan mediante el amedrentamiento, la c¨¢rcel y, en las versiones m¨¢s extremas y totalitarias, hasta con la liquidaci¨®n f¨ªsica. En las sociedades democr¨¢ticas, aunque con medios diferentes, tambi¨¦n hay quienes persiguen el objetivo de desalentar el disenso, acallar voces alternativas y cr¨ªticas. Suelen ser grupos de activistas, a veces terminales de los partidos e incluso de los gobiernos, y en ocasiones servicios de potencias extranjeras. Este tipo de actuaciones tan inquietantes no son excepcionales en Occidente y han sido especialmente relevantes, nocivas y divisivas en el proceso independentista catal¨¢n. Primero se fabrica el bulo o la provocaci¨®n, normalmente a partir de la manipulaci¨®n de un rumor, un documento audiovisual debidamente editado o una falsa noticia (tarea en la que suelen tener gran habilidad precisamente las agencias secretas de superpotencias como Rusia). A continuaci¨®n, destacados l¨ªderes de opini¨®n, pol¨ªticos e incluso intelectuales, lo amplifican en las redes y en los medios tradicionales hasta convertirlo en parte de la realidad paralela.
Eso es lo que ha sucedido en una campa?a contra el escritor Javier Cercas, acosado por una parte del universo independentista, incluyendo varios diputados de Junts per Catalunya y personalidades del mundo de la cultura, a partir de la atribuci¨®n al autor de una falsa apolog¨ªa de una intervenci¨®n militar en Catalu?a para frenar el proceso secesionista. La base de la insidia es un v¨ªdeo descontextualizado y manipulado, difundido al tiempo que Cercas era entrevistado en un programa de m¨¢xima audiencia de TV-3 donde explic¨® dos obviedades como que Espa?a es una democracia y que fue el rey Juan Carlos quien par¨® el golpe de Estado del 23-F.
Esta operaci¨®n de intimidaci¨®n pretende que la televisi¨®n p¨²blica catalana, la m¨¢s seguida en ese territorio, no se abra a opiniones disidentes respecto al dogma oficial independentista, adem¨¢s de acallar y expulsar de la catalanidad e incluso de Catalu?a a quienes no siguen el guion de la realidad paralela secesionista, habitada por una Espa?a dictatorial, una monarqu¨ªa golpista, presos pol¨ªticos, exiliados e inasibles consejos de la rep¨²blica. Ha hecho muy bien Cercas dando respuesta inmediata y contundente al bulo de estos guardias de la porra digitales, como hizo muy bien TV-3 entrevist¨¢ndole, en uno de los primeros y singulares pasos de distensi¨®n que realiza la televisi¨®n p¨²blica catalana en una sociedad tan dividida.
La vigorosa respuesta del escritor tiene el m¨¦rito de defender una idea de Catalu?a como sociedad plural, abierta y de acogida, que es la mejor baza con la que han contado los catalanes a lo largo de su historia. Los dem¨®cratas est¨¢n con Javier Cercas.