Catalu?a: frentismo est¨¦ril
Las discrepancias entre Junts y Esquerra impiden formar un nuevo Govern
El nuevo portazo de Junts per Catalunya a Pere Aragon¨¨s en la segunda votaci¨®n para su investidura como presidente de la Generalitat puso de relieve ayer que la distancia entre los dos partidos independentistas que aspiran a seguir gobernando la Generalitat no solo no va a menos, sino que se ampl¨ªa hasta dimensiones inasumibles. Incluso para formaciones que han hecho de la contradicci¨®n permanente su principal se?a de identidad durante la ¨²ltima d¨¦cada. Los posconvergentes de Junts contin¨²an resisti¨¦ndose a admitir que el pasado 14 de febrero los ciudadanos los situaron en tercera posici¨®n del tablero electoral y que ello los obliga a ceder en sus pretensiones de continuar tratando la Generalitat como si de un coto privado se tratase.
En las ¨²ltimas semanas los negociadores han intentado proyectar a la opini¨®n p¨²blica que el acuerdo entre ambas formaciones era no solo posible, sino tambi¨¦n inminente, puesto que los desacuerdos eran abordables y centrados en aspectos como el papel que debe tener el expresidente huido Carles Puigdemont o si ambos partidos deben o no compartir estrategia de acuerdos con el Gobierno en el Congreso. La realidad que se va abriendo paso es que el nivel de discrepancia alcanza a pr¨¢cticamente todos los ¨¢mbitos de actuaci¨®n. No tienen una hoja de ruta com¨²n sobre fiscalidad, ni sobre las energ¨ªas renovables. Tampoco comparten estrategia en materia de concertaci¨®n educativa o sanitaria ni en c¨®mo la Generalitat debe prepararse para sacar partido de los fondos europeos de recuperaci¨®n. Nada une a los dos partidos m¨¢s all¨¢ de un falso convencimiento de que son las ¨²nicas formaciones habilitadas para gobernar la Generalitat, ignorando, por ejemplo, que los socialistas fueron la fuerza m¨¢s votada el 14 de febrero.
Por si las discrepancias estrat¨¦gicas no bastaran para anticipar la formaci¨®n de otro Gobierno inestable y hostil a la resoluci¨®n de los problemas del d¨ªa a d¨ªa, Junts pretende ahora que la fuerza mayoritaria del independentismo, ERC, abandone la t¨ªmida senda pragm¨¢tica que ha emprendido durante los ¨²ltimos meses en el Congreso y consens¨²e con ellos una posici¨®n com¨²n en las cuestiones sobre Catalu?a. En otras palabras, Junts pretende arrastrar a ERC a la trinchera del no a todo y del bloqueo permanente en la que los posconvergentes llevan instalados desde 2017, haciendo caso omiso a las necesidades sociales, econ¨®micas y pol¨ªticas de Catalu?a.
Los de Carles Puigdemont siguen viendo la pol¨ªtica como un tablero de blancas y negras en el que todo se resume en tomar partido ante la enso?aci¨®n de la independencia expr¨¦s. Este frentismo, el mismo que llev¨® a Catalu?a a ver suspendidas sus instituciones de autogobierno tras el golpe a la legalidad de 2017, es el que pretende volver a instaurar en una Generalitat que ya no puede permitirse seguir m¨¢s tiempo paralizada. Catalu?a no puede continuar al albur de las necesidades personales de dirigentes huidos de la justicia, o encarcelados, cuyas prioridades inmediatas distan de ser las de los ciudadanos de a pie. Si Esquerra y Junts siguen vi¨¦ndose incapaces de cerrar un acuerdo de gobierno a corto plazo, la soluci¨®n no puede ser una repetici¨®n electoral sin m¨¢s el pr¨®ximo verano. La democracia parlamentaria exige di¨¢logo y trabar consensos, y si el independentismo es incapaz de hacerlo, habr¨¢ que explorar mayor¨ªas alternativas.
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