No en nombre de la universidad p¨²blica catalana
Las autoridades acad¨¦micas no representan pol¨ªticamente a nadie y no deben hacer uso de su ideolog¨ªa pol¨ªtica particular
Debo empezar confesando que ignoraba que los rectores y la rectora de mis queridas universidades catalanas hubieran sido elegidos para convertirse, de facto, en el comit¨¦ directivo de un partido pol¨ªtico, decidiendo en nombre propio lo que toda la comunidad universitaria piensa sobre la vida pol¨ªtica catalana. Ni tampoco sab¨ªa que, por tanto, estaban facultados para decidir ideol¨®gica y pol¨ªticamente la posici¨®n que todas las personas que componemos dicha comunidad debemos tener sobre la petici¨®n de am...
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Debo empezar confesando que ignoraba que los rectores y la rectora de mis queridas universidades catalanas hubieran sido elegidos para convertirse, de facto, en el comit¨¦ directivo de un partido pol¨ªtico, decidiendo en nombre propio lo que toda la comunidad universitaria piensa sobre la vida pol¨ªtica catalana. Ni tampoco sab¨ªa que, por tanto, estaban facultados para decidir ideol¨®gica y pol¨ªticamente la posici¨®n que todas las personas que componemos dicha comunidad debemos tener sobre la petici¨®n de amnist¨ªa para los pol¨ªticos presos a consecuencia de una sentencia judicial por diversos incumplimientos de la ley. Hasta ahora estaba convencido de que los votos en las elecciones universitarias daban la representaci¨®n al rector para defender todas aquellas cuestiones que tienen que ver con el progreso de la academia, pero ignoraba que se les facultase tambi¨¦n para que pusieran a la instituci¨®n al servicio de una determinada idea partidista en la pol¨ªtica catalana, transform¨¢ndose con ello en los depositarios de la voluntad pol¨ªtica de los miles de universitarios catalanes. En todo caso, de ser de este modo, me sorprende no haber visto jam¨¢s a un rector o rectora presentarse a las elecciones universitarias con un programa de pol¨ªtica general para el pa¨ªs.
Les anuncio que tengo un cierto temor de que cunda el ejemplo y de que, a partir de ahora, nuestros rectores decidan pronunciarse sobre las m¨¢s diversas cuestiones pol¨ªticas y sustituyan a nuestro Parlament, esa instituci¨®n donde ten¨ªa entendido que se adoptaban las decisiones pol¨ªticas en Catalu?a. Miedo me da que a partir de ahora se pronuncien sobre aquellas cuestiones pol¨ªticas que cualquier entidad privada tenga a bien plantearles. Y no menos inquietud me produce que se conviertan en un paradigma a seguir y que, por ejemplo, todos los directores de los hospitales p¨²blicos catalanes hagan lo mismo y decidan pronunciarse colectivamente, pongamos por caso, sobre la pol¨ªtica fiscal del gobierno catal¨¢n. De cundir la imitaci¨®n ya podemos ir cerrando nuestra instituci¨®n parlamentaria.
Por supuesto, no debo descartar estar equivocado, pero durante mis largos a?os de dirigente universitario siempre entend¨ª que en el ejercicio de mi cargo estaba obligado a la neutralidad propia de una entidad p¨²blica, pues siendo la universidad de todos los ciudadanos que la sostienen con sus impuestos, no es propiedad de nadie y, por tanto, no puede dejar de tener su propio ethos en el hecho de ser y mantenerse como una instituci¨®n neutral ante el proceloso devenir de la pol¨ªtica partidista. Y siempre he pensado tambi¨¦n que eso inclu¨ªa a los funcionarios p¨²blicos, que deb¨ªan sostener una exquisita neutralidad en el ejercicio de sus funciones, so pena de incurrir en un delito de lesa universidad al utilizar la instituci¨®n como tal para expresar sus ideas pol¨ªticas particulares y hacerlo, adem¨¢s, en nombre de todo el profesorado, el estudiantado y el personal de administraci¨®n y servicios. Dicho en rom¨¢n paladino: las autoridades acad¨¦micas no representan pol¨ªticamente a nadie y no deben hacer uso de su ideolog¨ªa pol¨ªtica particular cuando est¨¢n representando a su colectivo universitario, si no quieren convertirse en dirigentes pol¨ªticos en vez de dirigentes acad¨¦micos.
Sin embargo, por otra parte, siempre he defendido que las comunidades universitarias son absolutamente libres de expresar sus ideas en libertad y en paz, mostrando de este modo lo atenta y part¨ªcipe que de manera permanente debe estar la familia acad¨¦mica ante los diversos avatares de la vida p¨²blica. Un respeto y fomento del pluralismo interno de la comunidad que nunca debe confundirse con un posicionamiento institucional. Incluso he defendido que para tales menesteres los responsables universitarios deb¨ªan facilitar que pudiera expresarse la rica y plural opini¨®n de la familia universitaria poniendo a su disposici¨®n todo aquello que fuera necesario para ejercerla, tratando de fomentar el pensamiento cr¨ªtico y evitando as¨ª el pensamiento ¨²nico.
Pienso sinceramente que los rectores y la rectora de las universidades p¨²blicas catalanas se han equivocado de atribuciones y de funciones. Creo que es evidente que no son due?os de ninguna representaci¨®n pol¨ªtica ni deben estar al servicio de ninguna idea partidaria y que, en consecuencia, han hecho un flaco favor a sus instituciones meti¨¦ndolas impropiamente en la porf¨ªa pol¨ªtica a solicitud de una entidad privada, como es el caso de ?mnium Cultural, haciendo que tomen impropiamente partido, en nombre de sus universidades, por una de las opciones pol¨ªticas que hoy conviven en la vida catalana.
Francamente, no ha sido un buen d¨ªa para la universidad p¨²blica catalana como instituci¨®n de todos, aunque algunos est¨¦n muy satisfechos pensando que, desde el punto de vista estrat¨¦gico de sus leg¨ªtimos intereses pol¨ªticos, se han apuntado un soberano tanto en su tarea de ganar la hegemon¨ªa cultural, intelectual y pol¨ªtica en Catalu?a. Pero no todo vale en pol¨ªtica, pues es propio de las democracias avanzadas no confundir los fines con los medios.
La universidad p¨²blica es una instituci¨®n muy poderosa, con gran prestigio e incidencia social y no debemos permitir que ninguna ideolog¨ªa pretenda hegemonizarla. Si sucumbe a la utilizaci¨®n partidista, quedar¨¢ seriamente da?ada en su credibilidad y en su capacidad de cohesi¨®n social, de b¨²squeda de di¨¢logo y de concordia en tiempos tan dados al frentismo. Para que una instituci¨®n p¨²blica no pol¨ªtica sea reconocida por toda la sociedad, es imprescindible que mantenga su independencia de las leg¨ªtimas opciones que proponen diversas ideolog¨ªas para organizarla. Conservando su neutralidad, la universidad p¨²blica sirve a todos los ciudadanos y no solo a una parte. Y el sost¨¦n de esa neutralidad est¨¢ encomendado, en primer lugar, a las autoridades acad¨¦micas, que deben sustentarla con ecuanimidad, coraje y determinaci¨®n, aunque en determinadas coyunturas pueda comportarles problemas e incomprensiones en el seno de su propia comunidad universitaria o en una parte de la sociedad.
Queridos y admirados rectores, a mi modesto entender, mientras ostenten ustedes sus cargos procuren no incumplir el c¨®digo deontol¨®gico de la funci¨®n p¨²blica en cualquier sociedad plural y democr¨¢tica dentro de un Estado de derecho. A saber, sostener el principio de respeto a la institucionalidad, lo cual pasa por mantenerse neutrales y no dejarse instrumentalizar ante la disputa pol¨ªtica partidista respetando de este modo la pluralidad de opiniones ideol¨®gicas que conviven en las comunidades universitarias que honorablemente presiden. Y, por favor, no olvidemos nunca que la universidad p¨²blica es un instrumento del Estado para el progreso social mediante la creaci¨®n y divulgaci¨®n del conocimiento, pero que no es ni un partido pol¨ªtico, ni el Gobierno ni el Parlamento. O sea: al C¨¦sar lo que es del C¨¦sar.
Roberto Fern¨¢ndez D¨ªaz fue rector de la Universitat de Lleida (2011-2019) y presidente de la Conferencia de Rectores (2017-2019).