Putin acalla a la oposici¨®n
La ofensiva legal contra el movimiento de Navalni agrava la deriva autoritaria rusa
En una nueva vuelta de tuerca contra las libertades pol¨ªticas en Rusia, sus autoridades ordenaron el lunes la suspensi¨®n cautelar de todas las actividades del movimiento pol¨ªtico de Alex¨¦i Navalni, l¨ªder opositor encarcelado. El movimiento no podr¨¢ organizar actos pol¨ªticos y ni siquiera publicar en internet o utilizar cuentas bancarias mientras la justicia lo investiga ¡ªutilizando pruebas declaradas secretas¡ª bajo la acusaci¨®n de ¡°extremismo¡±, en lo que constituye un proceso sin las debidas garant¨ªas que puede terminar con su prohibici¨®n definitiva. La Fundaci¨®n Anticorrupci¨®n asociada al movimiento tambi¨¦n est¨¢ siendo investigada.
Se trata del aplastamiento legal del movimiento popular de oposici¨®n m¨¢s extendido en Rusia contra la sistem¨¢tica evoluci¨®n, dirigida por Vlad¨ªmir Putin, hacia un r¨¦gimen abiertamente autoritario. Prueba del respaldo ciudadano a Navalni son las valientes y numerosas manifestaciones de protesta que se producen desde hace tiempo a lo largo del territorio ruso. Recientemente, estas han querido denunciar el trato que est¨¢ recibiendo en prisi¨®n el l¨ªder opositor, quien el viernes anunci¨® que por recomendaci¨®n sanitaria pon¨ªa fin a la huelga de hambre que protagonizaba, exigiendo un trato m¨¦dico con especialistas no pertenecientes al penal. Las marchas son protestas pac¨ªficas amparadas en la libertad de expresi¨®n que, sin embargo, sufren reiteradamente una contundente represi¨®n de las fuerzas de seguridad con multitud de detenidos. Esto es as¨ª porque desde hace meses Putin ha endurecido sistem¨¢ticamente la legislaci¨®n en todo lo que tiene que ver con la expresi¨®n ciudadana de las propias ideas y, sobre todo, cualquier cuestionamiento a su pol¨ªtica o hacia su persona.
Silenciar para dejar fuera de la ley a la formaci¨®n de Navalni es la constataci¨®n de esta deriva, pero no es la ¨²nica. En una aceleraci¨®n de lo que es la transformaci¨®n de una democracia formal en un r¨¦gimen personalista, el mandatario ruso ha ido concentrando el poder tanto en su figura como en los servicios de seguridad, ha forzado una reforma constitucional para extender su mandato pr¨¢cticamente hasta que sea un anciano, ha incrementado los mecanismos legales para acusar a los opositores de estar al servicio de intereses extranjeros y no ha dudado en provocar la alarma internacional con injustificadas concentraciones de tropas en la frontera de Ucrania, cuya retirada ha sido anunciada. Mientras, sus servicios de seguridad acusan directamente a Occidente de estar detr¨¢s de un presunto intento de asesinato del presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko.
Todo esto se produce cuando el pr¨®ximo septiembre deben celebrarse elecciones al Parlamento y ante las cuales la formaci¨®n de Putin, Rusia Unida, sufre una importante ca¨ªda de apoyo popular. La poblaci¨®n rusa asiste a un aumento preocupante de los precios de los productos b¨¢sicos y a la p¨¦rdida de ingresos reales en una econom¨ªa estancada, lo que est¨¢ haciendo aumentar el descontento social. Sin duda esta situaci¨®n produce honda inquietud en un Kremlin incapaz de fomentar el dinamismo de la econom¨ªa y la sociedad rusa. La respuesta de Putin es, pues, una nueva vuelta de tuerca en su receta tradicional: m¨¢s autoritarismo, silenciar a las voces disidentes y agitar el fantasma de la amenaza exterior. Una vieja t¨¢ctica, quiz¨¢ ¨²til para alargar su permanencia en el poder, pero no para la ciudadan¨ªa rusa.
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