Soy hijo de una mena
Los lectores escriben de los ni?os exiliados durante la Guerra Civil, la campa?a electoral madrile?a y la vacunaci¨®n contra la covid-19 entre otros asuntos
Mi madre era la peque?a de cinco hu¨¦rfanos de padre. Mi abuela tuvo que luchar mucho para poder sacarlos adelante. Cuando comenz¨® la Guerra Civil espa?ola, para que pudieran sobrevivir, dej¨® en internados y otros lugares a sus hijos. A mi madre la mand¨® a Alemania. Con 11 o 12 a?os viaj¨® ella sola por Europa, para reunirse en Alemania con su t¨ªa, que se encargar¨ªa de cuidarla. Mi madre iba a la escuela, donde alg¨²n d¨ªa la sacaron a la pizarra junto a un ni?o ario para mostrar las diferencias entre la raza aria y otra inferior. Al comenzar la II Guerra Mundial, con ayuda del consulado espa?ol, ...
Mi madre era la peque?a de cinco hu¨¦rfanos de padre. Mi abuela tuvo que luchar mucho para poder sacarlos adelante. Cuando comenz¨® la Guerra Civil espa?ola, para que pudieran sobrevivir, dej¨® en internados y otros lugares a sus hijos. A mi madre la mand¨® a Alemania. Con 11 o 12 a?os viaj¨® ella sola por Europa, para reunirse en Alemania con su t¨ªa, que se encargar¨ªa de cuidarla. Mi madre iba a la escuela, donde alg¨²n d¨ªa la sacaron a la pizarra junto a un ni?o ario para mostrar las diferencias entre la raza aria y otra inferior. Al comenzar la II Guerra Mundial, con ayuda del consulado espa?ol, consigui¨® llegar a Barcelona. Todo el viaje lo hizo ella sola. All¨ª se encontr¨® con 14 o 15 a?os, sola, en la calle, sin nada que comer, y sin dinero para poder viajar hasta Madrid, donde estaba su familia. Lloraba en una acera cuando se le acerc¨® un hombre que le pregunt¨® qu¨¦ le pasaba. Cuando se lo cont¨®, y sin pedir nada a cambio, le compr¨® un bocadillo y un billete de tren a Madrid. Vivi¨® hasta los 89 a?os. Tuvo 10 hijos, 19 nietos y muchos bisnietos.
Pablo Rup¨¦rez. Venturada (Madrid)
Al final cayeron en la trampa
Ya falta poco para las elecciones de la Comunidad de Madrid, y se puede aventurar que durante la campa?a los partidos de la izquierda han picado el anzuelo como el primo del timo y han entrado como las lubinas. En lugar de cuestionar las graves deficiencias de la sanidad, la educaci¨®n y otras ¨¢reas y proponer mejoras y proyectos, se han dejado enredar en conceptos abstractos, arcaicos y divisorios cayendo en la trampa sigilosamente tendida por sus adversarios. Los ciudadanos nos hemos quedado estupefactos. Luego no se quejen, ya lo haremos nosotros.
Javier Arqued. Madrid
Un comportamiento intolerable
Cuando esta maldita pandemia nos sigue complicando la vida, esta noticia nos causa tristeza y desaz¨®n: la Generalitat de Catalu?a no hab¨ªa vacunado a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que no eran polic¨ªa auton¨®mica. Incre¨ªble. Esto, que pudiera parecer una an¨¦cdota, dentro de los desaires y desprecios que llevamos soportando gran parte de espa?oles, incluyendo el 48% de votantes catalanes, ha necesitado una respuesta legal contundente por parte de las instituciones del Estado. La verdad es que estos comportamientos no casan bien con las peticiones constantes de apoyos econ¨®micos de todo tipo y a la ubicaci¨®n de agencias europeas por parte de la Generalitat. Incre¨ªble e intolerable.
Gregorio Vergara Garc¨ªa. Guadalajara
No hay derecho a que les dejemos atr¨¢s
Es una realidad que las nuevas tecnolog¨ªas mejoran nuestras gestiones, personales y profesionales. Tambi¨¦n es verdad que convivimos distintas generaciones con una obvia distinta formaci¨®n, pero todas merecemos tener alternativas para la realizaci¨®n de todo tipo de gestiones, sobre todo si estamos en la obligaci¨®n de hacerlas. Se me parte el alma cuando veo a personas mayores ante el cajero autom¨¢tico del banco, con los brazos en cruz mirando a su alrededor solicitando ayuda, pues ni su visi¨®n, pulso y su nulo conocimiento del manejo de la maquinita, les permiten hacer la transacci¨®n que desean.
Nuria Barba L¨®pez. Palos de la Frontera (Huelva)
S¨²bita
Conforme cumplo a?os, supongo que como les pasa a muchas personas de mi edad, las cajas de medicamentos ocupan cada vez m¨¢s espacio en mis cajones. Los analg¨¦sicos, las estatinas y los betabloqueadores; los antihistam¨ªnicos, los antitus¨ªgenos, los inhibidores de la bomba de protones, los tranquilizantes y los relajantes¡ Anoche me entretuve en leer los prospectos de esas p¨ªldoras habituales. ?Entr¨¦ en p¨¢nico! Empec¨¦ a notar los efectos adversos en mi h¨ªgado, seguro que soy uno de los 10.000, entonces comenz¨® a hinch¨¢rseme la garganta, ?ser¨¦ uno de los 100.000? Palpitaciones, cefaleas, v¨¦rtigos, n¨¢useas¡ Seguro entre los mil, diez mil, cien mil. Estuve a punto de la muerte s¨²bita. ?S¨²bita!
Jos¨¦ Antonio Mart¨ªnez. Madrid